comentarios de - Escritura y Verdad
comentarios de - Escritura y Verdad
comentarios de - Escritura y Verdad
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
122 OBRAS DE MARTlN LUTERO ROMANOS 123<br />
dada en Cristo. No es suficiente hacer exteriormente las obras<br />
requeridas por la ley; pero tampoco es suficiente hacerlas interiormente,<br />
a menos que haya ocurrido previamente la jl.lstificación que<br />
proviene <strong>de</strong> Cristo. Y si bien se nos dice que las obras <strong>de</strong> la ley hay<br />
que hacerlas a partir <strong>de</strong> nuestro hombre interior, ello no basta; porque<br />
según la afirmación <strong>de</strong> la <strong>Escritura</strong> (comp. Gn. 8: 21), en nuestro<br />
corazón y nuestra mente siempre estamos inclinados hacia lo<br />
malo, y por lo tanto, nada dispuestos a cumplir la ley ni a hacer lo<br />
bueno. Por esto tampoco lo hacemos, como ya se expuso con toda<br />
la claridad necesaria.<br />
v.9b. Que todos están bajo pecado.<br />
En estas condiciones, las obras buenas <strong>de</strong>l hombre aquel son doblemente<br />
malas: primero porque no emanaron <strong>de</strong> una voluntad buena.<br />
lo que les da el carácter <strong>de</strong> malas; segundo, porque con una soberbia<br />
sin igual son <strong>de</strong>claradas buenas y <strong>de</strong>fendidas como tales. Aquí<br />
caben las palabras <strong>de</strong> Jero 2: 13: "Dos males ya ha hecho mi pueblo<br />
etc." Por consiguiente: a menos que por la gracia <strong>de</strong> Dios (que él<br />
prometi~) y conce<strong>de</strong> a los que creen en Cristo) aquella voluntad sea<br />
curada, <strong>de</strong> modo que encaremos las obras <strong>de</strong> la ley libre y gustosamente,<br />
con el único <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> agradar a Dios y <strong>de</strong> hacer su voluntad,<br />
impulsados a la acción no por temor al castigo ni por amor propio<br />
- a menos que sea así, siempre estamos bajo pecado. Por eso está<br />
escrito:<br />
WA<br />
235<br />
Todo este pasaje <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse como dicho en un sentido<br />
espiritual; es <strong>de</strong>cir, no <strong>de</strong>scribe a los hombres como ellos se ven a sí<br />
mismos, ni como los ven sus semejantes, sino como los ve Dios. Y<br />
ante Dios, todos están bajo pecado, tanto los que son malhechor.es<br />
manifiestos aun a juicio <strong>de</strong> los hombres, como también los que<br />
ante sus propios ojos y ante los <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más tienen apariencia <strong>de</strong><br />
buenos.<br />
La razón es la siguiente: los que son malhechores manifiestos,<br />
pecan con su hombre interior y con su hombre exterior; son personas<br />
que ni aun en su propio concepto tienen apariencia alguna <strong>de</strong><br />
justicia. Pero los que ante sí mismos y ante los <strong>de</strong>más tienen una<br />
apariencia exterior <strong>de</strong> gente buena, pecan con su hombre interior.<br />
Pues si bien hacen obras que por fuera son buenas, las hacen por<br />
temor al castigo, o porque aspiran a recompensas, a renombre, o<br />
a alguna otra ventaja material, pero no espontánea y alegremente;<br />
y <strong>de</strong> esta manera, su hombre exterior se ejercita con gran empeño<br />
en hacer el bien, pero su hombre interior está repleto <strong>de</strong> concupiscencias<br />
y <strong>de</strong>seos que van en dirección contraria. Pues si esta persona<br />
pudiera actuar a su gusto impunemente, o si supiera que no la<br />
esperan recompensas ni una vida en paz, <strong>de</strong> seguro que optaría por<br />
abandonar el bien y hacer el mal como aquellos otros. ¿Cl!lál es<br />
entonces, ante Dios, la diferencia entre el que hace el mal, y el<br />
que quisiera hacerlo, aunque no lo hace, ya sea porque lo fren~<br />
el temor, o porque lo tienta la perspectiva <strong>de</strong> lograr alguna ventaja<br />
material Bien pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que este "buen hombre" es el peor<br />
<strong>de</strong> todos si estima suficiente tal justicia exterior, y si se opone a los<br />
que enseñan una justicia interior, y si al objetársele su actitud, se<br />
<strong>de</strong>fien<strong>de</strong> y no se da por aludido, aun cuando lo que se le objeta no<br />
es que no esté haciendo nada, sino que no lo está haciendo con un<br />
corazón sincero, y que tampoco corrige el rumbo <strong>de</strong> su voluntad<br />
que <strong>de</strong>sea hacer lo contrario <strong>de</strong> lo que en la práctica está haciendo.<br />
V.l O. No hay justo, ni aun uno.<br />
¡Todo aquel que lea esto, cuí<strong>de</strong>se, abra los ojos, y preste<br />
mucha, pero mucha atención! Pues un justo como lo busca aquí el<br />
apóstol, se encuentra sólo muy raras veces. Esto pasa porque muy<br />
raras veces nos examinamos a nosotros mismos tan a fondo como<br />
para que podamos <strong>de</strong>tectar y reconocer esta <strong>de</strong>bilidad, o mejor<br />
dicho, esta enfermedad mortal <strong>de</strong> nuestra voluntad. Y por eso<br />
raras veces nos humillamos a nosotros mismos, raras veces buscamos<br />
<strong>de</strong> un modo correcto la gracia <strong>de</strong> Dios: es que nos falta el entendimiento,<br />
como dice aquí (v. 11). Tan sutil es, en efecto, la enfermedad<br />
aquella, que ni aun los hombres <strong>de</strong> más elevada espiritualidad<br />
pue<strong>de</strong>n captarla plenamente. Por eso, los que <strong>de</strong> veras son justos,<br />
gimen e imploran por la gracia <strong>de</strong> Dios, no sólo porque se dan<br />
cuenta <strong>de</strong> que tienen una voluntad mala y por lo tanto son pecadores<br />
ante Dios, sino también porque ven que jamás podrán<br />
enten<strong>de</strong>r en forma cabal cuán profunda y extremadamente mala es<br />
su voluntad, lo que los lleva a creer que siempre son pecadores,<br />
como si su voluntad mala fuese un abismo sin fondo. Y así sehumillan,<br />
así lloran, así gimen, hasta que quedan completamente sanados,<br />
lo cual ocurre en el momento en que mueren. He aquí, pues, el<br />
motivo por qué siempre pecamos. "Todos ofen<strong>de</strong>mos muchas<br />
veces" (Stg. 3:2); y "si <strong>de</strong>cimos que no tenemos pecado, nos<br />
engañamos a nosotros mismos" (l Jn. 1: 8). Pondré un ejemplo: Un<br />
hombre hace lo bueno y evita lo malo impulsado por su voluntad;<br />
¿lo impulsaría su voluntad <strong>de</strong> la misma manera a hacer lo bueno y<br />
evitar lo malo si no hubiera mandato ni prohibición Creo que si<br />
hacemos un examen honesto <strong>de</strong> nuestro corazón, ninguno <strong>de</strong>scubrirá<br />
allí <strong>de</strong>ntro a un hombre tal, a no ser que sea un <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> perfección.<br />
Antes bien, si tuviera plena libertad, <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> hacer mucho<br />
<strong>de</strong> lo que es bueno, y en cambio haría lo malo. Pero precisamente<br />
WA<br />
236