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comentarios de - Escritura y Verdad

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WA<br />

160<br />

28 OBRAS DE MARTIN LUTERO ROMANOS 29<br />

entre esa gente, y oír y <strong>de</strong>cir cosas que era imposible armonizar,<br />

como lo hace notar el apóstol también en 2 Co. 5: 12: "No nos<br />

recomendamos otra vez a vosotros, sino que os damos ocasión<br />

<strong>de</strong> gloriarnos por nosotros, para que tengáis con qué respon<strong>de</strong>r a los<br />

que se glorían en las apariencias y no en el corazón". Veamos. por<br />

lo tanto el texto, hasta el pasaje don<strong>de</strong> dice: "Porque el evangelIo es<br />

como si hasta el momento no poseyéramos nada propio, y <strong>de</strong>bemos<br />

aguardar a que la <strong>de</strong>snuda misericordia <strong>de</strong> Dios nos <strong>de</strong>clare justos<br />

y sabios. Y Dios lo hará así si hemos sido humil<strong>de</strong>s y no nos hemo:J<br />

anticipado a Dios <strong>de</strong>clarándonos justos nosotros mismos y creyendo<br />

"ser algo". Como leemos en 1 Co. 4:3-5:" Tampoco ~e jUZ~ a mí<br />

mismo. El que me juzga, es el Señor. Por lo tanto, no juzguels aJte<br />

tiempo, etc." Por cierto, son muchos los que for amor a ,oIOS<br />

restan todo valor a los bienes <strong>de</strong> la mano izquierda ,o sea, los bienes<br />

<strong>de</strong> este tiempo presente, y renuncian a ellos <strong>de</strong> buena gan~, como lo<br />

hacen los judíos y los herejes. Muy pocos son, en cambio, lo~ que<br />

restan todo valor a los bienes <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, o sea, los bIenes<br />

espirituales y las obras consi<strong>de</strong>radas justas, po~ el, af~n <strong>de</strong> a.dquir.ir<br />

la justicia <strong>de</strong> Cristo, porque esto es algo que mngun judío m hereje<br />

pue<strong>de</strong> hacer. Y sin embargo, nadie podrá ser salvo a menos que haga<br />

precisamente esto; pues la gente si~mpre quie~e y espera que sus<br />

propias obras sean aceptadas por DIos y premiadas. Pero a esto se<br />

opone la inconmovible sentenc.ia (Ro..9: 16): "No. es ,~osa <strong>de</strong>l<br />

hombre que quiere y que corre, SinO <strong>de</strong>l DIos que se apIada .<br />

Pero vayamos ahora a la carta misma. Por mi parte, no p~edo<br />

creerlO que las personas a quienes Pablo dirige esta ~arta, y,a qUIenes<br />

titula amados <strong>de</strong> Dios, llamados, santos, hayan sIdo <strong>de</strong> mdole tal<br />

que el apóstol se haya visto en la necesidad <strong>de</strong> intervenir a ca~sa <strong>de</strong><br />

la discordia que reinaba entre ellos, y <strong>de</strong> llegar a la concluslOn <strong>de</strong><br />

que todos ellos eran pecadores. No; si ellos eran cristianos, lo sabían<br />

y se daban cuenta <strong>de</strong> ello precisamente a ~~se <strong>de</strong> su f~. yo creo más<br />

bien que Pablo quiso aprovechar la ocaslOn <strong>de</strong> escnblT a aquellos<br />

fieles a fin <strong>de</strong> que tuvieran el testimonio <strong>de</strong> un gran apóstol en pro<br />

<strong>de</strong> la fe que ellos profesaban y <strong>de</strong> la verdad en que habían sido instruídos,<br />

en su lucha contra los judíos y gentiles en Roma que aún<br />

eran incrédulos y se gloriaban <strong>de</strong> sus perfecciones humanas, rechazando<br />

y <strong>de</strong>nigrando la humil<strong>de</strong> sabiduría <strong>de</strong> los cre~entes. Es~~s<br />

creyentes por aquel entonces no tenían otra alternatIva que VIVIT<br />

los Salmos. Lutero no tiene reparos en <strong>de</strong>cir que la humildad es el tema <strong>de</strong> la<br />

<strong>Escritura</strong> entera. " ¡Qué otra cosa enseña la <strong>Escritura</strong> sino la humildad que nos<br />

sujeta no sólo a Dios sino también a toda criatura!" dice, comentando Ro.<br />

2: 11. "La humildad no es otra cosa que obediencia y justicia total" (WA IV,<br />

406, 4). L_o opuesto es la "soberbia", raíz <strong>de</strong> todo mal, principio <strong>de</strong> todo<br />

pecado.<br />

9 Las expresiones "<strong>de</strong> la mano izquierda" y "<strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha" en su<br />

aceptación común y corriente <strong>de</strong> "<strong>de</strong>sfavorable" y "favora~le", o "mu~danal"<br />

y "espiritual" respectivamente, cuentan entre las lOCUCIOnes favontas <strong>de</strong><br />

Lutero, quien las usa en distintas aplicaciones y distintos contextos (sermones,<br />

exposición <strong>de</strong> Salmos y otros escritos).<br />

10 En su prólogo, Nicolás <strong>de</strong> Lyra <strong>de</strong>signa como propósito <strong>de</strong> la carta el<br />

<strong>de</strong> "apartar a los <strong>de</strong> Roma <strong>de</strong> una fe falsa".<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios" (Ro. 1: 16). Contiene enseñan.zas pr~cti~as más ~ien<br />

que abstractas, porque el apóstol enseña en pnmer termino, mediante<br />

su ejemplo personal, cómo un guía espiritual <strong>de</strong>be actuar para<br />

con los que están bajo su cuidado.<br />

Pues es propio <strong>de</strong> un ministro pru<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Dios hacer que su<br />

ministerio sea honrado y respetado por parte <strong>de</strong> aquellos entre los<br />

cuales es ejercido.<br />

Propio <strong>de</strong> un ministro fiel es, empero, no caer en excesos en ~l<br />

ejercicio <strong>de</strong> su ministerio ni abusar <strong>de</strong> él. ~ara halagar su propia<br />

vanidad, sino <strong>de</strong>sempeñarlo sólo en benefiCIO <strong>de</strong> los que han Sido<br />

confiados a su cuidado.<br />

Un ministro <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>be ser un "siervo pru<strong>de</strong>nte y fiel"<br />

(Mí. 24:45). El que no se esfuerza por ser lo primero, es <strong>de</strong>cir, un<br />

siervo pru<strong>de</strong>nte, llega a ser un ídolo 11 , un perezoso, una persona<br />

indigna <strong>de</strong>l honroso título <strong>de</strong> "siervo <strong>de</strong> Dios". Así, los que con una<br />

mal entendida humildad tratan <strong>de</strong> llevarse bien con todo el mundo<br />

en todo, y aspiran a ser populares ~ntre sus feligreses, necesariamente<br />

pier<strong>de</strong>n la autoridad que como regentes <strong>de</strong>bieran poseer, y la<br />

familiaridad engendrará el <strong>de</strong>sprecio. ¡Cuán grave es el pecado q.ue<br />

estos ministros impru<strong>de</strong>ntes cometen! Las cosas que son <strong>de</strong> DIOS<br />

y que fueron confiadas a ellos, las exponen al riesgo <strong>de</strong> serpisoteadas<br />

en lugar <strong>de</strong> cumplir con su cometido <strong>de</strong> hacerlas respetar y honrar<br />

en la forma <strong>de</strong>bida. Por otra parte, si el ministro <strong>de</strong> Dios no se<br />

esfuerza por ser lo segundo, es <strong>de</strong>cir, un siervo fiel, llega a ser un<br />

tirano que constantemente atemoriza a la gente con su po<strong>de</strong>r y<br />

quiere que se lo tenga por una persona temible. En ve~ <strong>de</strong> afanarse<br />

porque su ministerio produzca el mayor prvecho pOSible para los<br />

<strong>de</strong>más, se afana por que infunda el mayor miedo pOSible, a <strong>de</strong>slecho<br />

<strong>de</strong> la advertencia <strong>de</strong>l apóstol <strong>de</strong> que aquel po<strong>de</strong>r le fue confendo al<br />

ministro no para <strong>de</strong>strucción sino para edificación. Pero ~igamos e.n<br />

concreto cómo se llaman estos dos males: se llaman mdulgencla<br />

excesiva, y rigor excesivo. Respecto <strong>de</strong> la excesiva indulgencia leemos<br />

en Zacarías 11: 17: "¡Ay <strong>de</strong>l pastor e ídol0 12 que abandona el<br />

11 Véase la <strong>de</strong>fmición similar que Lutero da <strong>de</strong> los ídolos <strong>de</strong> Is. 48:5, en<br />

la pág. 36.<br />

12 En su comentario sobre este pasaje, N. <strong>de</strong> Lyra <strong>de</strong>fine el ¡dolo como<br />

"lo que es adorado como Dios pero no es Dios". Véase también la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong><br />

Lutero en cuanto a idola, pág. 36.

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