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comentarios de - Escritura y Verdad

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WA<br />

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310 OBRAS DE MARTlN LUTERO<br />

manera muy general, toda afirmación nuestra <strong>de</strong> un bien cualquiera<br />

está oculta bajo la negación <strong>de</strong>l mismo, a fin <strong>de</strong> que la fe halle su<br />

ubicación ~n Dios, el cual es <strong>de</strong> una esencia, bondad, sabid'fría y.<br />

justicia totalmente distintas, y quien no pue<strong>de</strong> ser poseúJo ni<br />

tocado por hombre alguno, a no ser que neguemos todas nt!-estras<br />

afirmaciones. De tal suerte, "el reino <strong>de</strong> los cielos es semejante a<br />

un tesoro escondido en un campo" (Mt. 13: 14). El campo es algo<br />

que tiene que ver con suciedad. Es lo contrario. <strong>de</strong>l tesoro; porque<br />

el campo es pisoteado, pero el tesoro es escogIdo. Y no obstante,<br />

el campo escon<strong>de</strong> el tesoro. Así también la vida nuestra "está<br />

escondida con Cristo en Dios" (Col. 3:3), es <strong>de</strong>cir, en la negación<br />

<strong>de</strong> todo cuanto se pueda sentir, poseer y enten<strong>de</strong>r. Igualmente,<br />

nuestra sabiduría y justicia es para nosotros prácticamente invisible,<br />

puesto que también ella está escondida con Cristo en Dios. Muy<br />

visible en cambio es lo que es contrario a ella, a saber, el pecado y<br />

la ignorancia 10, como dice el apóstol: "El que se ~r~e sabio entre<br />

vosotros, hágaseignorante,para que llegue a ser sabIO (comp. 1Co.<br />

3: 18), es <strong>de</strong>cir, sabio y rico en Dios, no en sí mismo; haga que<br />

<strong>de</strong>saparezca toda sabiduría propia, y que que<strong>de</strong> !1ada más, q.ue la<br />

ignorancia. Y lo mismo rige para todos los <strong>de</strong>más bIenes. Ahl tIenes,<br />

pues el "bien" que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>sear para nosotros (a saber, toda<br />

clas: <strong>de</strong> males). Entonces sí que nos ajustamos al pensar <strong>de</strong> Dios,<br />

quien no consi<strong>de</strong>ra ni reconoce como "bueno" nada <strong>de</strong> lo que hay<br />

en nosotros. Y esta actitud nuestra <strong>de</strong> reconocer como bueno sólo<br />

aquello que es bueno ante Dios, y <strong>de</strong> reconocer como malo todo<br />

lo que hay en nosotros - esta actitud nuestra hace que ya seamos<br />

realmente buenos. Pues el que así piensa en conformidad con lo<br />

que piensa Dios, el tal es sabio y. bueno; El sa~e: fuera <strong>de</strong> ~ios<br />

no hay bien alguno, y todo el bIen esta en DIOS. Así lo afIrma<br />

Cristo: "El reino <strong>de</strong> Dios está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> vosotros" (Le. 17:2]),<br />

quiere <strong>de</strong>cir: Fuera <strong>de</strong> vosotros está el <strong>de</strong>stierro. Mas "fuera <strong>de</strong><br />

vosotros" está todo lo que se pue<strong>de</strong> ver y palpar, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosot~s<br />

en cambio está todo aquello que se pue<strong>de</strong> captar sólo por medIO<br />

<strong>de</strong> lafe.<br />

Es por lo tanto una empresa <strong>de</strong> sumo riesgo la <strong>de</strong> aquello~ que<br />

discuten acerca <strong>de</strong>l bien a base <strong>de</strong> conceptos extraídos <strong>de</strong> la fIlosofía,<br />

porque dicho "bien" Dios lo ha convertido en un mal. Pues a<br />

pesar <strong>de</strong> que todo es bueno en gran manera (comp. Gn.l :31), para<br />

nosotros nada es bueno; y aunque no hay nada que <strong>de</strong> alguna<br />

"teología <strong>de</strong> la cruz" que Lutero hace en la Disputación <strong>de</strong> Hei<strong>de</strong>lberg, año<br />

1518, Obras <strong>de</strong> M. Lutero, Edit. Paidós, Bs. As., tomo 1, p. 42.<br />

10 Respecto <strong>de</strong> ese carácter "escondido" <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l creyente véase<br />

también Obras <strong>de</strong> M. Lutero, Edit. Paidós, Bs. As., tomo IV "La Voluntad<br />

<strong>de</strong>terminada" (De servo arbitrio), pág. 84 Ys.<br />

ROMANOS 311<br />

Con estas palabras el apóstol se dirige contra la presunción <strong>de</strong><br />

los judíos. A<strong>de</strong>más, tienen por objeto ensalzar la gracia y <strong>de</strong>struir<br />

toda confianza orgullosa que uno pudiera tener en su propia justicia<br />

y en sus buenas obras. Como es sabido, los judíos quieren ser tenidos<br />

por hijos <strong>de</strong>l reino por ser hijos <strong>de</strong> Abraham. El apóstol los<br />

enfrenta con un argumento irrebatible, en primer lugar porque ellos<br />

mismos no pue<strong>de</strong>n negar su consistencia. Pues si la presunción <strong>de</strong><br />

los judíos tuviera un fundamento real, también Ismael y los hijos<br />

<strong>de</strong> Cetura serían here<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> Abraham, y tendrían <strong>de</strong>recho a la<br />

misma dignidad que Isaac. Pero el texto dice abiertamente lo contrario<br />

(comp. Gn. 25: 1 y ss.). Es en vano, por lo tanto, reclamar<br />

para Ismael y los hijos <strong>de</strong> Cetura la misma dignidad que poseía<br />

Isaac alegando que también ellos son hijos <strong>de</strong> Abraham. Cualmanera<br />

sea malo, para nosotrus todo es malo. Y todo esto porque<br />

tenemos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros el pecado. Por eso es preciso que<br />

huyamos los bienes y carguemos con los males, y que lo hagamos<br />

no sólo con la boca y con un corazón lleno <strong>de</strong> hipocresía. Antes<br />

bien, con ánimo enteramente sincero <strong>de</strong>bemos confesar que somos<br />

gente perdida y con<strong>de</strong>nada, e incluso <strong>de</strong>sear que Dios nos entregue<br />

a la perdición y con<strong>de</strong>nación. Pues así como actúa una persona que<br />

odia a otra, así <strong>de</strong>bemos actuar también nosotros con respecto a<br />

nuestra propia persona. En efecto: el que odia a otro, no sólo finge<br />

querer arruinarlo y matarlo y con<strong>de</strong>narlo, sino que quiere hacerlo<br />

<strong>de</strong> veras. Por en<strong>de</strong>, si también nosotros nos arruinamos y perseguimos<br />

con entera sinceridad a nosotros mismos y nos encomendamos<br />

al infierno por causa <strong>de</strong> Dios y su justicia, entonces ya hemos dado<br />

en verdad satisfacción a su justicia, y él se compa<strong>de</strong>cerá <strong>de</strong> nosotros<br />

y nos librará. "Si, pues, nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos<br />

juzgados por el Señor" (1 Co. 11:31). Pues el único anhelo <strong>de</strong><br />

personas tales es lavar su culpa y. volver a obtener la gracia <strong>de</strong>l Dios<br />

a quien" ofendieron. No buscan el reino. Están dispuestos a no ser<br />

salvados jamás. No se oponen para nada a la sentencia con<strong>de</strong>natoria<br />

<strong>de</strong> Dios. Pero en posesión <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong>l Dios previamente reconciliado<br />

no temen el castigo; lo único que temen es incurrir en ofensa<br />

contra Dios.<br />

Justamente lo contrario suce<strong>de</strong> con los que inventan méritos<br />

propios y los pintan como reales y tratan <strong>de</strong> alcanzar lo que ellos<br />

consi<strong>de</strong>ran bienes: ellos huyen <strong>de</strong> los males, y en lo recóndito <strong>de</strong><br />

su ser no poseen nada. Transitan por esta vida como obcecados,<br />

absorbidos por completo por los bienes que ellos habían imaginado<br />

y <strong>de</strong>seado.<br />

v.6. No todos los que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Israel son israelitas.<br />

WA<br />

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