comentarios de - Escritura y Verdad
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204<br />
84 OBRAS DE MARTIN LUTERO ROMANOS 85<br />
v.15. Los gentiles muestran la obra <strong>de</strong> la ley escrita en sus corazones.<br />
¿Por medio <strong>de</strong> qué lo muestran Primeramente lo muestran a<br />
los <strong>de</strong>más haciendo lo que es <strong>de</strong> la ley. Y en segundo lugar lo muestran<br />
a sí mismos ya ahora, yen el Juicio final a la humanidad toda,<br />
por medio <strong>de</strong> su conciencia que les da testimonio acerca <strong>de</strong> ellos<br />
mismos. ¿De qué modo les da testimonio Les da un buen testimonio<br />
respecto <strong>de</strong> lo bueno que hicieron; <strong>de</strong> esto se encargan los razonamientos<br />
que los excusan y <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n. Pero les da también un mal<br />
testimonio respecto <strong>de</strong> lo malo que hicieron, y <strong>de</strong> esto se encargan<br />
los razonamientos que los acusan y que torturan su conciencia. Con<br />
esto queda <strong>de</strong>mostrado que no ignoraban la ley, sino que tenían<br />
conocimiento <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal; pues al sentir ese remordimiento,<br />
se dan cuenta <strong>de</strong> que han obrado mal. No tendrían remordimientos<br />
si no tuviesen el conocimiento <strong>de</strong> que su obrar era malo. Mas así<br />
como ellos mismos son juzgados ante sí mismos por sí mismos<br />
cuando su ~onciencia da testimonio y cuando sus razonamientos<br />
los acusan o <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n, así serán juzgados también por Dios, a base<br />
<strong>de</strong> las evi<strong>de</strong>ncias aportadas por estos mismos testigos. Pues no se<br />
juzgan a sí mismos a base <strong>de</strong> los juicios que otros pronuncian sobre<br />
ellos, ni a base <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong> gente que los alaba o critica, sino<br />
según sus propios.razonamientos íntimos.Y estos razonamientos los<br />
tienen metidos tan en lo profundo <strong>de</strong> su ser, que su alma no los<br />
pue<strong>de</strong> eludir ni evitar ni siquiera reprimir, como pue<strong>de</strong> hacerlo con<br />
los juicios y las palabras, <strong>de</strong> los hombres. Por esto también Dios<br />
juzgará a todos los hombres según estos sus íntimos razonamientos,<br />
y revelará lo que pensamos en lo más secreto, <strong>de</strong> modo que no<br />
habrá posibilidad <strong>de</strong> huir aÍln más hacia <strong>de</strong>ntro ni <strong>de</strong> ocultarse en<br />
un lugar aún más recóndito, sino que todo nuestro pensar quedará<br />
inevitablemente al <strong>de</strong>scubierto y expuesto a la vista <strong>de</strong> todos, como<br />
si Dios quisiera <strong>de</strong>Cir: "Mira: yo en realidad no te juzgo) no hago<br />
más que asentir al veredicto que tú mismo has pronunciado sobre<br />
ti, y confirmarlo. Si tú no pue<strong>de</strong>s arribar a un juicio 'distinto respecto<br />
<strong>de</strong> ti mismo, yo tampoco puedo. Por lo tanto, tus propios<br />
pensamientos y tu conciencia te dan el testimonio <strong>de</strong> que eres digno<br />
<strong>de</strong> entrar al cielo - o al infierno". Así dice el Señor (Mt. 12:37):<br />
"Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás con<strong>de</strong>nado".<br />
Y si por las palabras, ¡cuánto más por los pensamientos, que<br />
son testigos mucho más secretos y fi<strong>de</strong>dignos!<br />
obras no son ni valen nada (a menos que él mismo actúe <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
nosotros por medio <strong>de</strong> su gracia), aunque ante nosotros mismos<br />
fácilmente hallamos excusas, porque también nos resulta fácil<br />
h.allarcomplacen~ia en nuestra propia persona. Pero ¿<strong>de</strong> qué nos<br />
srrve esto Sólo sIrve para llevarnos inexorablemente a la convicción<br />
<strong>de</strong> que la ley no nos es <strong>de</strong>sconocida. Pues todos esos pensamientos<br />
con que nos halagamos a nosotros mismos, son testigos <strong>de</strong> que<br />
hemos hecho algo bueno, y "omitido" algo malo. Pero con esto<br />
todavía no hemos ganado la satisfacción <strong>de</strong> Dios, ni cumplido la ley<br />
perfectamente. ¿De dón<strong>de</strong> nos pue<strong>de</strong>n venir entonces pensamientos<br />
que nos <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n Solamente <strong>de</strong> Cristo, y <strong>de</strong> nuestra fe en Cristo.<br />
Pues si el corazón <strong>de</strong>l hombre que cree en Cristo le repren<strong>de</strong> y le<br />
acusa y le da el testimonio <strong>de</strong> haber obrado mal este hombre inmediatamente<br />
se aparta <strong>de</strong>l mal y se refugia en Cristo y dice: "Cristo<br />
satisfizo por mí, él es justo, él es mi <strong>de</strong>fensa, él fue muerto por mí,<br />
él hizo <strong>de</strong> su justicia mi justicia, y <strong>de</strong> mi pecado su pecado. Si él<br />
hizo. suyo mi pecado, entonces yo ya no lo tengo, sino que quedo<br />
en lIbertad, Y si él hizo mía su justicia, entonces yo soy justo con la<br />
misma justicia con que él es justo. El pecado mío empero no lo<br />
pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>vorat a él, sino al contrario: es <strong>de</strong>vorado por el abismo<br />
Insondable <strong>de</strong> Su justicia; pues él mismo es Dios, por siempre<br />
bendito". Y así po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir: "Dios es mayor que nuestro corazón"<br />
(l Jn. 3:20). Mayor es el Defensor que el acusador, infinitamente<br />
mayor. El que me <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> es Dios, el que me acusa es mi<br />
corazón. ¡Vaya una proporción! Pero así es, exactamente así.<br />
",¿Quién acusará a los escogidos <strong>de</strong> Dios" - Nadie; ¿por qué<br />
"Dios es el que justifica:'-. " ¿Quién es el que con<strong>de</strong>nará" - Nadie;<br />
¿por qué "Porque Cnsto Jesús (que también es Dios) es el que<br />
murió; más aún, el que también resucitó, etc." Así que "Si Dios es<br />
por nosotros, ¿quién contra nosotros" (Ro. 8:33, 34, 31)40.<br />
v.21. Tú que enseñas a otro, no te enseñas a ti mismo.<br />
¿Cómo es posible que una persona enseñe a otra sin tener <strong>de</strong><br />
antemano un ~onocimiento personal <strong>de</strong> lo que va a enseñar, y lo<br />
que es más: SIn aceptar enseñanzas ella misma El que enseña a<br />
otros, primeramente tiene que saber lo que enseña, y estar bien WA<br />
enterado <strong>de</strong> ello. Pero con esta afirmación suya, el apóstol indica 205<br />
claramente que está hablando <strong>de</strong> la doctrina y enseñanza espiritual<br />
y sus pensamientos se acusan o <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n entre sí unos a otros.<br />
Es verdad: si preguntamos a nuestra conciencia, no nos respon<strong>de</strong>rá<br />
sino con pensamientos acusadores. Pues ante Dios, nuestras<br />
40 Esta '~ustificaci6n por acreditaci6n", totalmente ausente en la teología<br />
<strong>de</strong> Agustín, es en Lutero "la base y culminaci6n <strong>de</strong> toda su doctrina <strong>de</strong> la<br />
justificaci6n en este Comentario sobre Romanos".