comentarios de - Escritura y Verdad
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290 OBRAS DE MARTIN LUTERO ROMANOS 291<br />
"y aborrecieron la tierra <strong>de</strong>seable". Pues confiando en su "santa<br />
intención", presumen <strong>de</strong> que todo lo buscan y quieren y pi<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />
una manera correcta y digna. Por en<strong>de</strong>, cuando sus peticiones no<br />
son respondidas en la forma como ellos se lo habían imaginado, en<br />
el.acto se <strong>de</strong>smoronan, su fe se apaga y caen en <strong>de</strong>sesperación, pensando<br />
que Dios no tiene oídos para ellos, o no les quiere dar lo que<br />
le habían pedido. ¡Necios! Lo que <strong>de</strong>bieranhaber hecho era esperar<br />
tanto más confiadamente cuanto más parecía que todo marchaba en<br />
contra <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos, conscientes <strong>de</strong> que "son polvo, y el hombre<br />
como la hierba" (Sal. 103:14,15). Pero no: ellos quieren ser como<br />
Dios, quieren que sus pensamientos estén no por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los <strong>de</strong><br />
Dios, sino a la par <strong>de</strong> ellos, enteramente ajustados a los pensamientos<br />
divinos, quiere <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> igual perfección. Pero esto es tan posible,<br />
mejor dicho, tan poco posible como es imposible que el barro,<br />
que por su naturaleza sirve para ser transformado en orza u otra<br />
clase <strong>de</strong> vasija, - que ese barro en su estado aún no elaborado<br />
corresponda a la forma o al concepto artístico que ha madurado en<br />
la mente <strong>de</strong>l alfarero y que éste trata <strong>de</strong> plasmar ahora en el barro.<br />
Insensatos, y más que insensatos son los que piensan así, y engreídos<br />
por añadidura, gente que no conoce ni a Dios ni a sí mismos.<br />
Pues así dice Isaías (64:8): "Y ahora, Señor, tú eres nuestro padre;<br />
nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra <strong>de</strong> tus manos<br />
somos todos nosotros". Por 10 tanto, los que no tienen el Espíritu,<br />
huyen, y no quieren que se haga la obra <strong>de</strong> Dios; ellos quieren ser<br />
sus propios alfareros. Mas los que tienen el Espíritu, reciben también<br />
su ayuda. Por esto no se <strong>de</strong>sesperan, sino que se mantienen<br />
firmes y confiados al ver que suce<strong>de</strong> lo contrario <strong>de</strong> 10 que con<br />
tanta sinceridad habían solicitado. No pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> otra manera:<br />
la obra <strong>de</strong> Dios tiene que quedar oculta e incomprendida aun en el<br />
mismo momento en que se va realizando. El modo empero cómo se<br />
oculta es precisamente éste: el adoptar una forma que está en contradicción<br />
con nuestros conceptos y pensamientos. Por esto dice<br />
Gabriel a la Virgen: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti" (Lc. 1:35),<br />
i. e., vendrá <strong>de</strong> un modo que está por encima <strong>de</strong> tu pensar, "y el<br />
po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Altísimo te cubrirá con su sombra", i. e., no lo podrás<br />
enten<strong>de</strong>r; por esto no preguntes tampoco <strong>de</strong> qué manera suce<strong>de</strong>rá.<br />
Pues así fue como Dios actuó con su obra propia, primicia y mo<strong>de</strong>lo<br />
<strong>de</strong> todas sus obras, a saber, con Cristo: Justo cuando lo iba a glorificar<br />
e instalar en su reino, como era el sagrado <strong>de</strong>seo y la fervorosa<br />
esperanza <strong>de</strong> todos los discípulos, lo hizo morir, cubierto <strong>de</strong> oprobio,<br />
y <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r a los infiernos, en contra <strong>de</strong> toda expectativa.<br />
Asimismo, Dios hizo también que San Agustín cayera tanto más<br />
profundamente en el error, contra las súplicas <strong>de</strong> su madre, para<br />
<strong>de</strong>volvérselo luego en una forma como ella jamás habría osado<br />
pedirlo. Y así lo hace con todos los santos.<br />
. A esto se.refiere el Sa.lmo 16 al <strong>de</strong>cir: "En los santos que<br />
habItan en su tIerra, él mamfestó <strong>de</strong> una manera maravillosa toda<br />
mi voluntad" (Sal. 16:3); a<strong>de</strong>más, también el Salmo 4: "Sabed que<br />
el Señor condujo maravillosamente a su santo", a saber: "Porque<br />
el Señor oirá cuando yo a él clamare" 33 y el Salmo 111: "Gran<strong>de</strong>s<br />
son las obras <strong>de</strong>l Señor, exquisitas en todo 10 que él.quiere" (Sal.<br />
111 :2). En efecto: ¿hay una prueba más clara <strong>de</strong> la "maravillosidad"<br />
<strong>de</strong> Dios que esa: el enviar al que le ruega por el don <strong>de</strong> la<br />
castidad, una tentación tanto más fuerte a la lujuria o el aumentarle<br />
la <strong>de</strong>bilidad al que le pi<strong>de</strong> por fuerzas Y no obstante, si uno<br />
soporta la prueba, Dios da más <strong>de</strong> lo que se le había pedido. Esto es<br />
lo que se nos da a enten<strong>de</strong>r en Ef. 3:20: "Y a Aquel que es po<strong>de</strong>roso<br />
para hacer todas las cosas mucho más abundantemente <strong>de</strong> lo<br />
que Jedimos o enten<strong>de</strong>mos" etc., y en 2 Co. 9:8,9: "Y po<strong>de</strong>roso<br />
es DIOS para hacer que abun<strong>de</strong> en vosotros toda gracia. . . como<br />
está escrito: Repartió, dio a los pobres" (es <strong>de</strong>cir: a los que se<br />
mantuvieron pasivos).<br />
Corolario<br />
Siempre es as{: nuestra propia obra la enten<strong>de</strong>mos ya antes <strong>de</strong><br />
que está hecha; la obra <strong>de</strong> Dios en cambio no la enten<strong>de</strong>mos sino<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido realizada. Jer. 23:20: "En los postreros días<br />
lo. enten<strong>de</strong>réis cumplidamente", quiere <strong>de</strong>cir: al comienzo y en<br />
pnmer lugar enten<strong>de</strong>mos sólo nuestro propio plan, pero por último 378<br />
enten<strong>de</strong>mos el plan <strong>de</strong> Dios. (Jn. 14:29: "Para que cuando suceda<br />
creáis"). Pues, como ya dije, el caso es como el <strong>de</strong> un artesano qu~<br />
toma en sus manos un material que él juzga apto para crear con el<br />
m~smo una obra <strong>de</strong> su arte. Esa aptitud <strong>de</strong>l material es, por <strong>de</strong>cirlo<br />
aSI, un mudo clamor por la forma. El artesano es sensible a este<br />
clamor, lo escucha, y lo toma en cuenta al disponerse a hacer aquello<br />
por lo cual el material clama <strong>de</strong> acuerdo con su aptitud. De<br />
igual manera, Dios toma en sus manos nuestro sentir y pensar, ve<br />
cuál es su inquietud, para qué es apto, y qué anhelos tiene. Y<br />
entonces lo escucha, y comienza a imprimirle la forma que correspon<strong>de</strong><br />
a su diseño divino y a los cánones <strong>de</strong> su artesanía. En este<br />
proceso, la forma y la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l pensar nuestro se hacen añicos.<br />
Dice la <strong>Escritura</strong> que "el Espíritu <strong>de</strong>l Señor se movía sobre la faz <strong>de</strong><br />
las aguas, y las tinieblas estaban sobre la faz <strong>de</strong>l abismo" (Gn.l :2).<br />
¡Atención! "Sobre la faz <strong>de</strong>l abismo" dice, no "sobre el abismo";<br />
33 Sal. 4:4, en la Vulgata: Et scítote quoníam mírificavít Domínus<br />
sanctum suum; Domínus exaudíet me, cum clamavero ad eum.<br />
WA