comentarios de - Escritura y Verdad
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186 OBRAS DE MARTIN LUTERO ROMANOS 187<br />
cubre esa su imperfección. Pues esto es lo que ellos pi<strong>de</strong>n y esperan<br />
<strong>de</strong> él; los otros empero no lo pi<strong>de</strong>n, sino que se lo arrogan.<br />
Corolario<br />
Phescha, "<strong>de</strong>litos", (scelera), iniquida<strong>de</strong>s, crímenes etc.; se<br />
refiere a las obras que en sí son malas y pecaminosas.<br />
Hataa, "pecado" (peccatum) empero se refiere al 'fomes' que<br />
hace al hombre proclive a esos <strong>de</strong>litos etc. y que es el causante <strong>de</strong><br />
ellos. Viene a ser el árbol que produce los frutos aquellos.<br />
Awon, "iniquidad" (iniquitas), injusticia: estas obras buenas<br />
que se hacen contra la abierta oposición <strong>de</strong>l pecado, máxime si se<br />
les quiere dar el carácter <strong>de</strong> 'justicia'. Pero este carácter "no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>l que quiere, ni <strong>de</strong>l que corre, sino <strong>de</strong> Dios que tiene misericordia"<br />
(Ro. 9: 16). Por consiguiente son <strong>de</strong> por sí iniquida<strong>de</strong>s e<br />
injusticias; en otras palabras: son obras que no poseen el grado <strong>de</strong><br />
justicia y corrección requerido por Dios.<br />
Rascha, "impiedad" (impietas) en cambio es la implantación<br />
<strong>de</strong> ese tipo <strong>de</strong> injusticia como un principio; es la "negación <strong>de</strong>l<br />
pecado" en el sentido <strong>de</strong> que el hombre rehúsa confesar su pecaminosidad<br />
e insiste en <strong>de</strong>clarar que sus obras buenas son su justicia,<br />
repudiando no más que los <strong>de</strong>litos y los crímenes. Esto conduce a<br />
que, humanamente hablando, tales hombres sean justos, pero para<br />
Dios son injustos.<br />
Me dirás: ¿A qué viene entonces ese énfasis con que se predica<br />
acerca <strong>de</strong> los méritos <strong>de</strong> los santos Te contesto: No son los méritos<br />
<strong>de</strong> ellos mismos, sino los <strong>de</strong> Cristo quien mora en ellos; por causa <strong>de</strong><br />
Cristo, Dios acepta estas obras que <strong>de</strong> otra manera no aceptaría.<br />
Tanto es así que lossantos mismos nunca saben quehan hecho méritos<br />
y que los poseen, sino que todo lo hacen ~ólo para hallar la<br />
misericordia <strong>de</strong> Dios y escapar <strong>de</strong> su juicio, pidiendo perdón más<br />
bien,' con humil<strong>de</strong>s súplicas, que reclamando arrogantemente un<br />
premio. Por eso "Dios es asombroso para con sus santos" (Sal.<br />
68:35)35: tan oculta mantiene su santidad" que ellos mismos, a<br />
pesar <strong>de</strong> ser santos, se tienen por personas como cualquier otra.<br />
Así, por la fe que tienen en la misericordia divina, "su vida está<br />
escondida con Cristo en Dios" (Col. 3:3). Y por el temor que tienen<br />
al juicio, su muerte y su pecado no les están ocultos en modo alguno,<br />
sino que los tienen <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ellos y en su propia conciencia.<br />
Siempre se juzgan a sí mismos, con temor, porque saben que <strong>de</strong><br />
suyo no pue<strong>de</strong>n ser justos ante los ojos <strong>de</strong> Dios. Y por esto los llena<br />
35 Comp. pág. 166.<br />
el temor ante el juicio <strong>de</strong> Dios en todo cuanto hacen, como dice<br />
Job: "Yo temía todas mis obras sabiendo que tú no tienes por inocente<br />
al que incurre en falta" (Job. 9:28). Pero con todo esto, para<br />
no caer en <strong>de</strong>sesperación invocan la misericordia que Dios tiene al<br />
hombre por causa <strong>de</strong> Cristo, y así sus oraciones son escuchadas.<br />
Esta es la "sabiduría oculta en misterio" (l Co. 2:7), y la verdad.<br />
Pues así como Dios y sus <strong>de</strong>signios secretos nos son <strong>de</strong>sconocidos,<br />
así nos es <strong>de</strong>sconocida también nuestra justicia, por cuanto ésta WA<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> por entero <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>signios. Así se nos dice en 291<br />
el Salmo 51 :6: "He aquí tú amaste la verdad (Le. la justicia verda<strong>de</strong>ra<br />
en contraste con la justicia imaginaria y <strong>de</strong> tipo legalista, que<br />
es como un retrato <strong>de</strong> aquélla, pero <strong>de</strong> hecho es una falsificación).<br />
Pero ¿cómo puedo yo llegar a conocer esta verdad "Tú me has<br />
hecho compren<strong>de</strong>r lo que había <strong>de</strong> ignoto y oculto en tu sabiduría"<br />
(Sal. 51 :6b), quiere <strong>de</strong>cir: sé que la única justicia que te agrada es<br />
esta justicia interior; ésta es la que amas, porque es la verdad y la<br />
plenitud. Esto lo sé, digo, porque tú me diste la "sabiduría oculta"<br />
para que pudiera saberlo. Por consiguiente: como no somos capaces<br />
<strong>de</strong> cumplir con lo que Dios manda, y como por esta razón siempre<br />
somos injustos, y merecidamente, lo único que nos queda es temer<br />
sin cesar el juicio divino y rogar que nuestra injusticia nos sea quitada,<br />
o más bien, que no nos sea imputada. Pues jamás será quitada<br />
<strong>de</strong>l todo, sino que permanece, y necesita <strong>de</strong> la no-imputación,<br />
como dice en el Salmo 2: 11: "Servid al Señor" (cosa que sólo pue<strong>de</strong><br />
hacerse con alegría y con gozo;. pero como esto no lo pue<strong>de</strong><br />
hacer nadie <strong>de</strong> un modo perfecto, servidle) "con temor", servidle<br />
gozosamente en temor y "alegraos" (se entien<strong>de</strong>: por causa <strong>de</strong> su<br />
misericordia) "con temblor" a causa <strong>de</strong> vuestro pecado, que merece<br />
el juicio.<br />
v.ll Porque no por la ley (fue dada . .. la promesa).<br />
El apóstol vuelve a <strong>de</strong>mostrar que la justicia no proviene <strong>de</strong> la<br />
ley, sino <strong>de</strong> la fe, conforme al fruto y mérito <strong>de</strong> ambos. Pues la ley<br />
y la fe merecen cada uno lo contrario <strong>de</strong> lo que merece la otra. La<br />
ley merece ira y pérdida <strong>de</strong> la promesa, la fe en cambio merece gracia<br />
y cumplimiento <strong>de</strong> la promesa. En otras palabras: Si no creéis<br />
a la <strong>Escritura</strong> ni queréis aceptar el ejemplo que ella cita, creed por<br />
lo menos a vuestra propia experiencia. En efecto: conforme a la<br />
ley habéis merecido ira y <strong>de</strong>strucción, pero mediante la fe recibís<br />
la gracia divina, y el mundo entero como posesión vuestra, como<br />
lo evi<strong>de</strong>ncia el caso <strong>de</strong> los apóstoles, que reinan con Cristo sobre<br />
todo el orbe. Así, también a Abraham le fue dada la promesa no<br />
por. medio <strong>de</strong> la ley sino por medio <strong>de</strong> la fe, igual que a vosotros,<br />
que sois sus <strong>de</strong>scendientes.