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comentarios de - Escritura y Verdad

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382 OBRAS DE MARTlN LUTERO ROMANOS 383<br />

tanto, una comparación, pero no una comparación en sentido<br />

sabe qué frutos si se pone a predicar, en primer término incluso sin<br />

activo, realizada por el intelecto, sino una comparación en sentido<br />

poseer instrucción alguna; en segundo término, instruida pero no<br />

pasivo que radica en la índole <strong>de</strong>l objeto, o mejor aún: no es ni lo<br />

llamada; y en tercer término, instruida pero sin el don <strong>de</strong> gracia.<br />

uno ni lo otro, sino una comparación según la cual dos objetos coinci<strong>de</strong>n<br />

en sus características y se hacen semejantes el uno al otro.<br />

sin poseer la gracia, "golpea el aire" (l Co. 9:26); y por añadidura<br />

Pues el llamado presupone la gracia, o la confiere; y quien predica<br />

Es lícito, por en<strong>de</strong>, profetizar algo nuevo, pero quien lo hace, tiene<br />

se pavonea con los frutos que sólo existen en su propia imaginación.<br />

que ajustarse a las características <strong>de</strong> la fe; Le.: las profecías no<br />

y ni quiero hablar <strong>de</strong> aquellos a quienes hoy día los obispos y los<br />

<strong>de</strong>ben apoyarse en pruebas emanadas <strong>de</strong> hechos o cosas; <strong>de</strong>ben ser<br />

superiores <strong>de</strong> las ór<strong>de</strong>nes monásticas hacen avanzar en todas partes<br />

señales solamente <strong>de</strong> "cosas que no se ven" en modo alguno, ni por<br />

al servicio en el púlpito - hombres totalmente ineptos e inservibles<br />

medio <strong>de</strong> síntomas ni mediante otros indicios, para que la profecía<br />

que ni con la mejor voluntad po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rar llamados y enviados,<br />

precisamente por su ineptitud e indignidad. Tal abuso es la<br />

no termine en un aniquilamiento <strong>de</strong> la fe y se convierta en una sabiduría<br />

que está a la vista y que cualquier persona sagaz pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r<br />

y saber, y usarla para elaborar profecías similares. Pues entonces<br />

nos quita así su palabra y nos envía un ejército <strong>de</strong> parlanchines que<br />

consecuencia <strong>de</strong> la ira <strong>de</strong> Dios, quien a causa <strong>de</strong> nuestros pecados<br />

la profecía ya no es profecía, sino una exposición <strong>de</strong> hechos concretos<br />

y una prueba basada en evi<strong>de</strong>ncias.<br />

nos atur<strong>de</strong>n con su n:idosa verborragia.<br />

V. 7b. O el que enseña, m la enseñanza.<br />

v.7.<br />

(Si uno tiene el don) <strong>de</strong> servicio. (úselo) en servir.<br />

En griego la frase reza así: diakonian. en te diakonia, vale <strong>de</strong>cir,<br />

WA "en el ministerio". "Ministros" son todos los que sirven en un cargo<br />

454 eclesiástico: el sacerdote, el diácono, el subdiácono, y todos cuantos<br />

tienen algo que ver con cosas sagradas excepto ¿-on la administración<br />

<strong>de</strong> la palabra <strong>de</strong> Dios, así que también aquellos que prestan<br />

servicios al que enseña la palabra. Recor<strong>de</strong>mos que el apóstol mismo<br />

habla a menudo <strong>de</strong> sus "ministros". Contraria a esta <strong>de</strong>finición <strong>de</strong><br />

"servicio" es en primer lugar la actitud <strong>de</strong> los ambiciosos que, por<br />

aversión a su propio oficio, quieren <strong>de</strong>dicarse a enseñar a otros, a<br />

pesar <strong>de</strong> que carecen no sólo <strong>de</strong> los conocimientos necesarios, lo<br />

que todavía podría tolerarse, sino también <strong>de</strong>l don <strong>de</strong> enseñar, que<br />

es un don <strong>de</strong> gracia. Pues no basta con ser instruido e inteligente; se<br />

requiere también que uno posea el don <strong>de</strong> gracia <strong>de</strong> haber sido escogido<br />

por Dios para ejercer la enseñanza. Pero hoy día nos arrojamos<br />

por doquier sobre esta tarea, dispuestos a impartir enseñanzas a<br />

todo el mundo, cuando ni nosotros mismos enten<strong>de</strong>mos lo que<br />

enseñamos, y si lo enten<strong>de</strong>mos, nos falta la gracia o el mandato <strong>de</strong><br />

Dios, que es quien envía a los que han <strong>de</strong> servirle. El nos dice: No<br />

os enviéis a vosotros mismos, porque vosotros sois siervos, no señores.<br />

"Rogad al Señor <strong>de</strong> la mies, que envíe obreros a su mies" (Mt.<br />

9:38). Confórmese pues con su servicio el que no sabe predicar o<br />

aún no ha sido llamado para hacerlo, aunque tenga la capacidJd<br />

para ello. En Mt. 25: 14 leemos: "Un hombre llamó a sus siervos y<br />

les entregó sus bienes". Primero llama. En efecto: vemos con asombro<br />

cuánta capacidad se le atribuye en este sentido a la "buena<br />

intención", que preten<strong>de</strong> estar en condiciones <strong>de</strong> producir quién<br />

Muchos tienen el don <strong>de</strong> enseñar, aunque no sean gran<strong>de</strong>s<br />

eruditos. Hay también quienes poseen ambos, el don y la erudición,<br />

y éstos son los mejores maestros, como San Agustín, Ambrosio y<br />

Jerónimo. Por en<strong>de</strong>, los que poseyendo este don, no lo utilizan<br />

sino que se <strong>de</strong>dican a otros quehaceres, pecan contra este mandato<br />

<strong>de</strong>l apóstol, y <strong>de</strong>"Dios mismo, máxime si cuentan con el llamado y<br />

la or<strong>de</strong>nación para <strong>de</strong>sempeñar tal tipo <strong>de</strong> docencia, aunque por el<br />

momento todavía no posean un llamado efectivo. Pues "los oídos<br />

tiernos no gustan oir la verdad tajante" 18. Pero el apóstol habla aquí<br />

ante todo <strong>de</strong> los que han sido llamados, y lo mismo hace en sus<br />

<strong>de</strong>más cartas don<strong>de</strong> siempre <strong>de</strong> nuevo llama la atención a su propio<br />

llamado, dado que sin el llamado <strong>de</strong> Dios, ni el ministerio ni la<br />

enseñanza tienen la posibilidad <strong>de</strong> prosperar. Así ocurre entonces<br />

que por instigación <strong>de</strong>l diablo, hay diáconos que se arrogan el WA<br />

ministerio <strong>de</strong> la palabra, y a la inversa, ministros <strong>de</strong> la palabra que 455<br />

rehúyen predicarla, <strong>de</strong> modo que en ambos casos la obra <strong>de</strong> Dios es<br />

obstaculizada. Cabe observar, sin embargo, que también en 1 Co.<br />

12:28, como aquí en Ro. 12:7, el apóstol pone el cargo <strong>de</strong> maestros<br />

en tercer lugar.<br />

V.B.<br />

El que exhorta, (ejercítese) en la exhortación.<br />

La diferencia entre enseñanza y exhortación consiste en que<br />

la enseñanza va dirigida a los que no saben, y la exhortación, a los<br />

18 Persio, Satira, I, 108.

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