comentarios de - Escritura y Verdad
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280 OBRAS DE MARTIN LUTERO ROMANOS 281<br />
más vil, es <strong>de</strong>cir, con su cuerpo, se ejercite en ciertas obras y ceremonias<br />
para salvar las apariencias externas. Es como dice el Señor<br />
a los hipócritas: "Este pueblo <strong>de</strong> labios me honra; mas su corazón<br />
está lejos <strong>de</strong> mí" (Mt. 15:8).<br />
Aquel espíritu se llama "espíritu <strong>de</strong> temor" en segundo lugar<br />
porque ese temor servil obliga al hombre a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> lado hasta la<br />
observancia meramente formal <strong>de</strong> la ley en tiempos <strong>de</strong> tentación.<br />
En realidad, este tipo <strong>de</strong> temor <strong>de</strong>biera llamarse con más propiedad<br />
"temor mundanal" y no "temor servil", porque tiene que ver no<br />
tanto con la obligación <strong>de</strong> cumplir la ley sino más bien ~on la posibilidad<br />
<strong>de</strong> que suframos pérdidas materiales, o <strong>de</strong> que nos amenacen<br />
otros contratiempos; y en este sentido es peor que el temor servil.<br />
Seguramente es éste el temor que tiene en vista el apóstol Juan<br />
cuando escribe: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto<br />
amor echa fuera el temor" (1 Jn. 4: 18).<br />
Fíjate por 10 tanto en 10 profundas que son las palabras <strong>de</strong> la<br />
<strong>Escritura</strong>. En efecto: no existe ninguno, o casi ninguno, que no<br />
tenga este temor, ya que no hay nadie que esté sin concupiscencias,<br />
o sin carne, o sin el viejo hombre. Pero don<strong>de</strong> existe concupiscencia,<br />
necesariamente existe también el temor <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r 10 que se apetece.<br />
De ahí que nadie esté dotado <strong>de</strong> un amor perfecto. Asimismo, la<br />
aseveración <strong>de</strong> que "todo aquel q"ue hace pecado, esclavo es <strong>de</strong>l<br />
pecado" (Jn. 8:34) parece ser una sentencia cuyo cumplimiento no<br />
ofrece mayores dificulta<strong>de</strong>s, y que, mirada superficialmente, se aplica<br />
sólo a unos pocos. Pero si la analizamos más a fondo, veremos.que<br />
se aplica a todos. Pues todos son esclavos <strong>de</strong>l pecado por cuanto<br />
todos hacen pecado, si no con su actuar, al menos con su concupiscencia<br />
y su propensión hacia 10 malo, como se expuso en párrafos<br />
anteriores con abundancia <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles.<br />
El "espíritu <strong>de</strong> temor" es, según el comentario que hace San<br />
Agustín <strong>de</strong> este pasaje, "el que tiene po<strong>de</strong>r sobre la muerte (esto es,<br />
el diablo), muerte que reciben todos los que no pue<strong>de</strong>n cumplir<br />
con los preceptos <strong>de</strong> la ley que les fue dada mientras sigan sirviendo<br />
a sus <strong>de</strong>seos carnales" 23. Dicho <strong>de</strong> un modo diferente, pero quizás<br />
más apropiado, el espíritu <strong>de</strong> temor es el impulso <strong>de</strong> la "pru<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> la carne". Este impulso se origina cuando la leyes implantada<br />
y dada a conocer, y permanece sin manifestarse cuando la ley aún<br />
no se conoce. Un ejemplo para ello es el pasaje <strong>de</strong> Ex. 4:3, don<strong>de</strong><br />
se relata cómo Moisés huyó <strong>de</strong>spavorido <strong>de</strong> la vara echada en tierra<br />
y convertida en culebra. Así le pasa al que ignoraba la ley y solía<br />
atentar contra ella: ni bien se le proclama la ley, la mira con ojos<br />
sombríos y se llena <strong>de</strong> fastidio contra ella, <strong>de</strong>plorando la pérdida<br />
23 Agustín, Prop. ex epist. ad Rom. 52. Patro1. Ser. Lat. XXXV, 2074.<br />
<strong>de</strong> una libertad que ahora le han cercenado. Esto es el espíritu <strong>de</strong><br />
temor.<br />
Para estar otra vez en temor, agrega el apóstol, como diciendo:<br />
Antes vivíais en el espíritu <strong>de</strong> temor y bajo el ayo que os impelía, o<br />
sea, bajo la ley. Ahora empero, una vez liberados, no recibisteis <strong>de</strong><br />
nuevo el espíritu <strong>de</strong> temor, sino antes bien el espíritu <strong>de</strong> hijos<br />
adoptivos, en fe y confianza. Y esta confianza la expresa con palabras<br />
altamente significativas, a saber: el esplritu por el cual clamamos:<br />
¡Abba! Por cierto: el que está dominado por el espíritu <strong>de</strong><br />
temor, no pue<strong>de</strong> clamar; apenas pue<strong>de</strong> abrir la boca y hablar entre<br />
dientes. Porque la confianza ensancha el corazón, la frente y la voz,<br />
el temor empero contrae todo esto y 10 comprime, como la experiencia<br />
nos 10 enseña con mucha claridad. El temor tampoco dice<br />
"Abba"; antes bien, odia a Dios, huye <strong>de</strong> él como <strong>de</strong> un enemigo,<br />
y por lo bajo lo tilda <strong>de</strong> tirano. Pues los que viven en el espíritu <strong>de</strong><br />
temor, y no en el espíritu <strong>de</strong> hijos adoptivos. no gustan cuán bueno<br />
es el Señor (comp. Sal. 34:8; 1 P. 2:3), sino que les parece ser un<br />
señor duro y <strong>de</strong> mal genio. En su corazón al menos lo ti~n~n por un<br />
tirano, aunque con su boca lo llamen Padre, como aquel siervo en el<br />
Evangelio (Mt. 25 :24) que había escondido el dinero <strong>de</strong> su señor, y<br />
a su regreso le dijo: "Señor, te conocía que eres hombre duro, que<br />
siegas don<strong>de</strong> no sembraste", etc. Son éstos los hombres que ven con<br />
muy malos ojos que Dios no acepta los méritos <strong>de</strong> nadie sino que<br />
otorga su compasión gratuitamente. Por esto dicen: "Nos has dado<br />
mandamientos imposibles <strong>de</strong> cumplir. No nos has dado gracia sino<br />
sólo un conocimiento <strong>de</strong> ti; este conocimiento todavía lo poseo;<br />
aquí te lo <strong>de</strong>vuelvo, tómalo" -cuando lo que correspondía era más<br />
bien llenarse <strong>de</strong> gozo por cuanto Dios hizo que nuestra esperanza se<br />
basara no en nosotros, sino en él mismo y en su misericordia. Todos<br />
los hombres <strong>de</strong> este tipo dicen en 10 oculto <strong>de</strong> su corazón: Dios<br />
actúa como un tirano; no es un padre sino un enemigo; y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />
punto <strong>de</strong> vista dicen la verdad. Pero lo que ignoran es que basta con<br />
ponerse <strong>de</strong> acuerdo con ese "enemigo" para que se convierta en<br />
amigo y padre. De otra manera, esto no se logrará jamás; porque<br />
no es Dios el que se pondrá <strong>de</strong> acuerdo con nosotros y cambiará<br />
para que nosotros seamos sus amigos e hijos. Es preciso, por lo<br />
tanto, no tener temor ante él mismo ni ante nada <strong>de</strong> lo que él<br />
quiere y ama. Y esto sólo es posible si tenemos su espíritu, <strong>de</strong> modo<br />
que en virtud <strong>de</strong> este espíritu amemos lo que Dios ama, y odiemos<br />
lo que Dios odia; porque no somos capaces <strong>de</strong> amar lo que él ama,<br />
a menos que tengamos el amor, la voluntad y el espíritu q~e él<br />
tiene. Pues si ha <strong>de</strong> haber una conformidad en cuanto a las cosas<br />
que se <strong>de</strong>ben amar, ha <strong>de</strong> haber también una conformidad en<br />
cuanto al impulso <strong>de</strong> ese amor. Y tales personas son llamadas<br />
entonces hombres "<strong>de</strong>iformes"<br />
guiados por el Espíritu <strong>de</strong> Dios.<br />
- hijos <strong>de</strong> Dios por cuanto son<br />
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