comentarios de - Escritura y Verdad
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342 OBRAS DE MARTlN LUTERO ROMANOS 343<br />
con los que claman a él, y benigno para escucharlos" (comp. Ex.<br />
22:27; JI. 2: 13), o también, como leemos en el Salmo 86:5: "Porque<br />
tú, Señor, eres bueno e indulgente, gran<strong>de</strong> en misericordia<br />
para con todos los que te invocan". Pero el apóstol qui~o subrayar<br />
precisamente lo que había expresado ya en otra parte: DIOS da a los<br />
que le invocan mucho más <strong>de</strong> lo que le pi<strong>de</strong>n, <strong>de</strong> modo tal que la<br />
invocación resulta pobre y mo<strong>de</strong>sta en comparación con el bien que<br />
se recibe al ex tremo <strong>de</strong> que el peticionario jamás podría haberse<br />
imaginad~ cosas tan gran<strong>de</strong>s, y mucho menos se habría atrevido a<br />
pedirlas. Algunos <strong>de</strong> estos pasajes paralelos son: Ef. 3: 20: "El es<br />
po<strong>de</strong>roso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente <strong>de</strong><br />
lo que pedimos o enten<strong>de</strong>mos". Ro. 8:26: "Qué hemos <strong>de</strong> pedir<br />
como conviene, no lo sabemos". 2 Ca. 9:8: "Po<strong>de</strong>roso es Dios<br />
para hacer. que abun<strong>de</strong> en nosotros toda gracia". Así que Dios es<br />
rico en la manera como nos escucha, nosotros somos pobres en la<br />
manera como le invocamos; él es po<strong>de</strong>roso en la manera como<br />
cumple nuestros ruegos, nosotros somos tímidos y débiles en la<br />
manera como le pedimos. Pues no le pedimos en la medida en que él<br />
pue<strong>de</strong> y quiere darnos, es <strong>de</strong>cir, no pedimos <strong>de</strong> acuerdo con .s~<br />
po<strong>de</strong>r, sino muy por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong> acuerdo con la <strong>de</strong>bIlIdad<br />
nuestra. El empero no pue<strong>de</strong> dar sino conforme a su po<strong>de</strong>r. En<br />
consecuencia siempre da más <strong>de</strong> lo que se le pi<strong>de</strong>. Por eso dice<br />
también en el Salmo 81 :10: "Abre tu boca, y yo" (no: '<strong>de</strong>jaré caer<br />
en ella alguna gota', sino:) "la llenaré", o sea: pí<strong>de</strong>me con todas tus<br />
fuerzas y yo te daré más <strong>de</strong> lo que pediste; porque el po<strong>de</strong>r mío<br />
para dar<br />
,<br />
es mayor que la fuerza tuya para pedir. Por tanto,<br />
"<br />
también<br />
el Espíritu nos ayuda en nuestra <strong>de</strong>bilidad" con que pedimos<br />
(Ro. 8:26).<br />
En efecto: ese "ser po<strong>de</strong>roso" usado aquí en relación con Dios,<br />
no tiene el mismo significado que se le da en la lógica, don<strong>de</strong> se lo<br />
aplica a la facultad y capacidad <strong>de</strong> actuar libremente, según. lo<br />
requieran las circunstancias, cuándo y dón<strong>de</strong> a uno le plazca, smo<br />
que el texto griego dice "dynameno"9, Le.: "al que espo<strong>de</strong>roso".<br />
y con esto se quiere indicar ese "po<strong>de</strong>r" que en párrafos anteriores<br />
<strong>de</strong>finí como "fortaleza" o "fuerza" o "vigor", <strong>de</strong> modo que el<br />
sentido es:' Cuando Dios da, lo hace <strong>de</strong> una manera que va más allá<br />
<strong>de</strong> nuestro po<strong>de</strong>r imaginativo, tanta fuerza pone en su actuar, y<br />
WA tanta energía (comp. Ef. 3:20). En otras palabras: Dios es po<strong>de</strong>roso,<br />
421 fuerte y vigoroso en el sentido <strong>de</strong> que él da más <strong>de</strong> lo que nuestra<br />
<strong>de</strong>bilidad le pi<strong>de</strong>. Pero el apóstol agrega algo más: "según el po<strong>de</strong>r"<br />
(en griego: dynamin) "con que actúa en nosotros", con lo que<br />
excluye el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la carne. Pues Dios no obra en nosotros ni nos<br />
9 l)vVQ.IJ.éve.¡J Lutero está pensando otra vez en Er. 3:20.<br />
escucha según el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la carne sino según el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu.<br />
A esto se refiere aquel "más abundantemente <strong>de</strong> lo que enten<strong>de</strong>mos"<br />
en griego noumen, pensamos, compren<strong>de</strong>mos, <strong>de</strong> nous, mente,<br />
sentido, juicio. El hecho es, pues, que la manera cómo Dios escucha<br />
nuestros ruegos, sobrepasa todo nuestro entendimiento, o sea, no<br />
es como nosotros lo habíamos imaginado o pensado antes, ni como<br />
lo habíamos escogido, aparentemente con mucha pru<strong>de</strong>ncia. Pues<br />
nuestro modo <strong>de</strong> escoger es débil e impotente, es <strong>de</strong>cir, las cosas<br />
que pedimos son débiles e impotentes (si es que Dios nos las diercl<br />
en la forma como se las pedimos) por cuanto no salen <strong>de</strong> los límites<br />
<strong>de</strong> nuestro entendimiento; por eso, como cualquier otra cosa meramente<br />
temporal, pronto nos causarían fastidio. Al mismo contexto<br />
pertenece también lo dicho en FiI.4:7: "Y la paz <strong>de</strong> Dios, que sobrepasa<br />
todo entendimiento" (gr. noun), quiere <strong>de</strong>cir, que sobrepasa<br />
todo lo que sabemos, sentimos y compren<strong>de</strong>mos, como se dijo más<br />
arriba, "guar<strong>de</strong> vuestros corazones y vuestras mentes"(gr.noemata),<br />
o sea, lo que vosotros sentís y pensáis por medio <strong>de</strong> la mente y los<br />
sentidos, o como diríamos nosotros, "guar<strong>de</strong> vuestros pensamientos".<br />
v. 14. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han cretdo<br />
Las cuatro actitu<strong>de</strong>s mencionadas por el apóstol (Ro. 1O: 14, 15)<br />
se las atribuyen, una por una y en el or<strong>de</strong>n en que aparecen aquí,<br />
todos los hombres <strong>de</strong> mentalidad altanera, como los judíos, los<br />
herejes y los cismáticos. Todos ellos se <strong>de</strong>jan engañar por una<br />
piedad ficticia. Pues dichas actitu<strong>de</strong>s están interrelacionadas <strong>de</strong> una<br />
manera tal que la una se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> la otra, siendo la mencionada<br />
en último lugar la causa y el antece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> todas las anteriores, <strong>de</strong><br />
modo que es imposible que alguien predique, a menos que haya<br />
sido enviado. De esto se sigue que es imposible que oigan aquellos<br />
a quienes no se les predica. Paso siguiente: no pue<strong>de</strong>n creer quienes<br />
no oyen. De ahí que no puedan invocar a Dios quienes no creen.<br />
Y por último: es imposible que se salven los que no invocan a Dios.<br />
Por consiguiente: la raíz misma y el origen <strong>de</strong> la salvación estriba<br />
en el hecho <strong>de</strong> que Dios envíe a alguien. Si Dios no envía, falsa es<br />
la predicación <strong>de</strong> los que predican, y tal predicar es como si no se<br />
predicara. Y a <strong>de</strong>cir verdad: mejor sería no predicar en esas condiciones.<br />
También es falso el oír <strong>de</strong> quienes oyen, y mejor sería no<br />
oír. Falso es, a<strong>de</strong>más, el creer <strong>de</strong> los que creen a aquéllos, y mejor<br />
sería no creer. Falsamente invocan los que así invocan, y mejor<br />
sería no invocar. Pues tales predicadores no predican, tales oyentes<br />
no oyen, tales creyentes no creen; los que así invocan a Dios, no lo<br />
invocan, y los que habrían <strong>de</strong> ser salvados, son con<strong>de</strong>nados. Prov.