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Recuadro 33: Usando la investigación-acción participativa en el<br />

programa de atención primaria de salud de Bogotá<br />

En el 2002, el gobierno de Bogotá adoptó una política social basada en los derechos sociales,<br />

económicos, culturales, civiles y políticos. El Grupo Guillermo Fergusson desarrolló durante<br />

varias décadas un proceso continuo que pasó por etapas de trabajo comunitario directo en áreas<br />

pobres, estableciendo una escuela para capacitar a los líderes populares de salud populares (www.<br />

grupofergusson.org/index.php/escuela). Miembros del grupo llegaron a ser funcionarios de la<br />

Secretaría de Salud del gobierno de Bogotá y aplicaron la Gestión Integrada Social.<br />

Durante todas las etapas se aplicaron sistemáticamente metodologías de investigación-acción<br />

participación que fueron la base de la gestión social integral como política de gobierno. Se diseñó<br />

un método específico para extraer y organizar evidencias sobre las necesidades de la comunidad.<br />

El sistema de gestión social integral se integró al programa de salud de Bogotá llamado “Salud<br />

en Tu Casa” y se conceptualizó como una estrategia de atención primaria de salud para trabajar<br />

directamente con las comunidades en torno a los centros de salud, particularmente en barrios pobres<br />

con múltiples problemas de salud y sociales. Para hacer esto, los trabajadores comunitarios realizaron<br />

“círculos existenciales” de las familias utilizando aproximaciones de investigación-acción participativa<br />

freireana para identificar y desarrollar condiciones para el bienestar físico, mental y social.<br />

Estos “círculos existenciales” constituyeron el grupo homogéneo de acción de las familias para<br />

consolidar las prácticas relacionadas con la salud, el entorno y el bienestar social y para construir<br />

la organización necesaria para exigir mejor su derecho a la salud y a una vida digna. Su escala fue<br />

amplia—297 “círculos existenciales” funcionaron durante el año 2011, con 30,169 participantes.<br />

Tenían el apoyo de las autoridades para las iniciativas comunitarias y los grupos identificaron 71<br />

diferentes temas, que abarcaban desde la educación en salud hasta las relaciones de género.<br />

Fuentes: Grupo G. Fergusson y Secretaría Distrital de Salud (2007)<br />

Los intentos de incorporar los resultados de la<br />

investigación-acción participativa en las políticas<br />

nacionales se ven obstaculizados por cuestiones de<br />

su especificidad contextual, de subjetividad y de la<br />

posibilidad de generalización, como se discute en<br />

la sección 3.4, o por preocupaciones respecto a su<br />

uso sólo para validar decisiones ya tomadas (Deng y<br />

Wu, 2010). La aproximación epistemológica de este<br />

tipo de investigación es una barrera potencial para su<br />

uso en las políticas. Aunque el énfasis en la solución<br />

de problemas del mundo real y su acercamiento<br />

interdisciplinario hacen que esta investigación sea<br />

relevante para los formuladores de políticas, también<br />

puede no adaptarse a las estructuras compartimentadas<br />

que dominan la toma de decisiones (Rifkin, 2009).<br />

La conceptualización de conocimiento como un<br />

resultado de las relaciones sociales y de poder lleva a<br />

examinar cuestiones supuestamente neutrales y técnicas<br />

involucradas en el sistema de salud con una perspectiva<br />

de clase, raza y etnicidad—algo que no gusta a los<br />

tecnócratas o que ellos asocian con intereses políticos<br />

antes que científicos (Loewenson et al., 2010). Los<br />

debates sobre los métodos utilizados y los diferentes<br />

criterios para juzgar la validez y confiabilidad junto<br />

con un pobre entendimiento y comunicación de estas<br />

cuestiones agrava sus reticencias, como se comenta en<br />

la sección 3.3. El predominio de disciplinas como la<br />

epidemiología y la economía basadas en el paradigma<br />

positivista en la investigación sobre sistemas de<br />

salud también obra contra la inclusión de este tipo de<br />

investigación en la formulación de políticas de alto<br />

nivel (Rifkin, 2009; Loewenson et al., 2011: Parte<br />

cinco, documento 1).<br />

La falta de comprensión de los paradigmas alternativos<br />

ha llevado a que los procesos de investigación-acción<br />

participativos sean caracterizados a veces como<br />

“intervenciones” que son “exitosos” o que “fracasan”.<br />

Esto ignora el papel directo de los procesos de<br />

generación de conocimiento en la transformación de<br />

las instituciones y el papel de la acción transformadora<br />

en la generación del conocimiento (Morgan, 2001;<br />

Rifkin, 2009).<br />

Las limitaciones mencionadas anteriormente, por<br />

ejemplo el conocimiento específico generado sobre<br />

un lugar y contexto, también puede conducir a que los<br />

formuladores de política ignoren esta aproximación<br />

en su búsqueda de lecciones generalizables (Morgan,<br />

2001). La investigación-acción participativa puede<br />

ocasionar problemas logísticos para los formuladores<br />

de políticas, como lo hace para los investigadores, lo<br />

cual se expone en la sección 3.5. Los plazos más largos<br />

y los resultados impredecibles pueden no adaptarse<br />

a los plazos y procesos rígidos de la formulación<br />

de políticas (Morgan, 2001; Parry y Wright, 2003;<br />

Loewenson et al., 2011).<br />

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