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Educación para transformar el paísSeminarioincluso iban mas allá, como el entonces rector de la UCV, Simón Muñoz, quienexpresamente equiparaba a la universidad con la iglesia, al indicar que “gracias a laautonomía, las universidades han sido como la iglesia: han persistido a través de lossiglos y a través de los sistemas y han sido refugio de las mejores causas…” (Muñoz,1994, C-3).Basten estas referencias para ilustrar una desviación defensiva que se ha venidoentronizando: sacralizar o mitificar algunos o muchos de los rasgos del modeloconceptual-normativo-operacional de la institución universitaria. Se llega al extremode compararla con la institución eclesial, obviando que en su ethos ambas institucionesdeben ser mas bien antitéticas, puesto que la una se basa en la revelación, lafe y los dogmas, mientras que la otra se basa en la razón y la investigación científica.Tendría así la primera justificación para ser conservadora y poco dada a la dudametódica, mientras que la segunda, por el contrario, perdería su razón de ser si quisiesefundarse sobre dogmas y tabúes. Pero es que, además, Angel Lombardi, por eseentonces rector de la Universidad del Zulia y actualmente rector de la UniversidadCatólica Cecilio Acosta, replicaba a la inconveniente equiparación de la universidadcon la iglesia, explicando que incluso la dos veces milenaria Iglesia Católica habíadecidió renovarse en profundidad y que los líderes religiosos del Concilio VaticanoII no habían asumido posturas timoratas y conservadoras. Mas bien, la tesis de esoslíderes, como Juan XXIII, fue que: “La Iglesia ha estado por siglos con las ventanascerradas. Vamos a abrirlas, aunque haya riesgo de pulmonía” (Lombardi, 1995, p.9).Finalizo mi mención a este asunto medular, la autonomía, indicando que el enfoqueadecuado para tratarlo es el histórico, tal cual lo planteó, en un esclarecedor texto,César Villarroel, al señalar que en el fragmentado mundo político feudal la autonomía“era la muralla jurídica de las universidades”, mientras que en la época contemporánea“la universidad deja de ser un estado frente al Estado” y, por lo tanto, han demodificarse varios de los rasgos de su autonomía (Villarroel, 1990, pp.40-43).Mas bien poco se ha hecho en las universidades en la dirección de renovarconceptos. Quiero invitar a pensar lo que significa que, en pleno siglo XXI, se sigamanteniendo en la jerga universitaria la trilogía conceptual medieval de campus, cátedray claustro. ¿Campus? ¿Campus entendido como el espacio físico cerrado, quegoza de inviolabilidad territorial, en el cual se reúnen los profesores y los estudiantes,en la era en la que cualquier docente se puede “encontrar” con sus estudiantes decualquier rincón del planeta por medio de Internet? ¿Cátedra? ¿No era ella acasouna suerte de “trono académico” desde el cual el maestro medieval leía la tesis deldía que luego explicaría con el fin de que sus alumnos la repitiesen, según la fórmulade lectio-explicatio-repetitio? ¿No está acaso asociada la cátedra al magister dixit, o164

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