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Se acata pero no se cumple

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134<strong>Se</strong> <strong>acata</strong> <strong>pero</strong> <strong>no</strong> <strong>Se</strong> <strong>cumple</strong>Centro Nacional de Historia“…por sus herramientas violentas de in<strong>se</strong>rción social (peleas, conflictos, escapes)…” 19 . En con<strong>se</strong>cuencia,es fácil construir una versión epiléptica de la esclavitud, basada en esporádicas rebelionesque desajustaban una aparente calma, sin antes indagar en el fraguado de dicha sociabilidad.Pe<strong>se</strong> a las revueltas propias del siglo XVIII y a las estimaciones sobre los cimarrones 20 , es necesariodestacar la gran cantidad de esclavos que obtuvieron su libertad gracias a los medios legales19 Dora Dávila, La sociedad esclava en la provincia de Venezuela, 1790-1800 (Solicitudes de libertad-<strong>Se</strong>lección documental), p. 6.20 “Termina así el siglo XVIII. Durante su transcurso hemos visto aumentar incesantemente el número de cimarrones.Si en sus comienzos éstos llegaban, <strong>se</strong>gún la estimación citada de Olavarriaga, a 20.000, <strong>no</strong> <strong>se</strong>ría excesivo el númerode 30.000 para finales de siglo. Y si es posible calcular tal cifra, su significado es muy resaltante, ya que, <strong>se</strong>gún la<strong>se</strong>stadísticas de Humboldt, para tal fecha el número de esclavos en la provincia era sólo de 60.000…” (Acosta Saignes,Vida de los esclavos negros en Venezuela, p. 198). Para Federico Brito Figueroa: “Las cifras co<strong>no</strong>cidas constituyen suficiente<strong>se</strong>lementos de juicio para comprender la amplitud del problema, y si en 1721 las autoridades reales calculaban en 20.000negros cimarrones de toda la Provincia de Caracas, en 1786 José de Castro y Aráoz hablaba de 24.000 solamente en loslla<strong>no</strong>s. Si además de estos cálculos <strong>se</strong> consideraban las poblaciones volantes de los cumbes y rochelas de la costa del Lago deMaracaibo hacia Trujillo, en las <strong>se</strong>rranías de Coro, Aroa y Valle del Yaracuy, Valles del Tuy, Barlovento hasta Pariaguán,costas centrales, Montaña de San Esteban en Puerto Cabello, Sierra del Sur en el Valle de Aragua y Cariaco en el Oriente,<strong>no</strong> <strong>se</strong>ría aventurado pensar que en las últimas décadas del siglo XVIII el número de negros cimarrones, es decir, esclavoslibertados de hecho por su propia lucha, oscilaba entre 30.000 y 40.000, equivalentes a más del 25 por ciento del totalde negros importados en la época colonial” (La estructura de Venezuela Colonial, p. 311). De esta exposición podemosdeducir la importancia otorgada a la lucha de los cimarrones en detrimento de las otras estrategias empleadas para lograrla libertad. <strong>Se</strong>ría interesante preguntar<strong>se</strong> si la obtención y ahorro de un jornal, la siembra de una parcela de tierra y losrecursos discursivos al momento de enfrentar un litigio, <strong>no</strong> requirieron una intensa y constante lucha. Por otro lado,habría que interrogar dichas cifras, tomando en consideración que el cimarronaje también fue un fenóme<strong>no</strong> itinerante,donde los propios amos estaban conscientes de que habían temporadas donde los esclavos “cogían el monte” con mayorfrecuencia. Asimismo, debemos relativizar la composición étnica y la condición jurídica de estas formaciones, ya que <strong>no</strong>pocas veces en sus filas encontraron refugio una gran cantidad de indios, así como de more<strong>no</strong>s y pardos libres.

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