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Se acata pero no se cumple

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303laS cenizaS del amorAlexander Zambra<strong>no</strong>de la mujer 31 <strong>se</strong> esperaba recogimiento, castidad, virginidad, recato, pudor, vergüenza, sujeción,obediencia, dote, buena apariencia, buena reputación, quietud, vida pacífica, que ejercieran ocupacionespropias de su <strong>se</strong>xo; que <strong>se</strong> mostraran desvalidas, i<strong>no</strong>centes y devotas 32 . De los hombres<strong>se</strong> esperaba responsabilidad, repre<strong>se</strong>ntación pública de la familia, protección de su mujer e hijos,defensa del ho<strong>no</strong>r, manutención económica y cumplimiento de su palabra 33 . Es decir, hay unaconstrucción sociocultural sobre las características para cada género en la que <strong>se</strong> elaboran lasidentidades femeninas y masculinas 34 , las cuales sin duda tendrán un peso preponderante en larelación entre los <strong>se</strong>xos y que necesariamente <strong>se</strong> expresará en totalidad dentro de la sociedad, especialmentea la hora de dirimir algún conflicto en las instancias civiles y eclesiásticas.En una declaración de don Emilio Landaeta, promotor fiscal <strong>no</strong>mbrado en la causa contra eltanquillero don Francisco Pozo, ob<strong>se</strong>rvamos gran parte de los elementos anteriormente explicados,pues argumenta que:31 Durante siglos los Santos Padres, teólogos y canónigos clasificaron a las mujeres por sus virtudes <strong>se</strong>gún su abstinencia<strong>se</strong>xual y la valoraron del mismo modo en que el <strong>se</strong>mbrador del Evangelio de San Mateo estimaba la fertilidad de lastierras. Las vírgenes eran las más apreciadas y respetadas. El siguiente lugar lo ocupaban las viudas que debían <strong>se</strong>r castasy el último las mujeres casadas, aunque <strong>no</strong> necesariamente siempre <strong>se</strong> hacía de la misma forma, en algunas regionesla virtud femenina <strong>se</strong> valoraba de manera distinta. Véa<strong>se</strong> Heath Dilllard, La mujer en la reconquista, Madrid, p. 89.32 Luis Felipe Pellicer e Inés Quintero, “Matrimonio, familia y género en la sociedad venezolana”, en Pablo Rodríguez,(coord.), La familia en Iberoamérica, p. 229.33 Ídem.34 Así, hombre y mujer son enfrentados en térmi<strong>no</strong>s que <strong>se</strong> polarizan: fortaleza/debilidad, actividad/pasividad, razón/emoción. De la misma manera la mujer suele <strong>se</strong>r identificada casi exclusivamente en función de sus roles <strong>se</strong>xuales:madre, esposa, amante, prostituta, bruja (<strong>se</strong> casa con el diablo) y monja (<strong>se</strong> desposa con Dios).

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