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Se acata pero no se cumple

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44<strong>Se</strong> <strong>acata</strong> <strong>pero</strong> <strong>no</strong> <strong>Se</strong> <strong>cumple</strong>Centro Nacional de HistoriaDurante los siglos XVIII y XIX, en la mayoría de los casos, la muerte fue asumida por los caraqueñoscon resignación, lo que <strong>no</strong> implicaba que <strong>no</strong> le temie<strong>se</strong>n 60 . A fin de cuentas <strong>se</strong> tratabade dar cumplimiento a la voluntad de Dios, quien a través de enfermedades y dolencias avisabacuándo era el momento de partir. Esto permitía que la persona aprovechara para despedir<strong>se</strong>de sus allegados, a la par que ponía en orden sus asuntos temporales y espirituales. Terrible debióresultar que la muerte sobreviniera de manera imprevista, sin oportunidad para arrepentir<strong>se</strong>de los pecados, ni de recibir los santos sacramentos, mucho me<strong>no</strong>s sin el consuelo de tener la<strong>se</strong>guridad de llegar a acariciar la vida eterna.En este <strong>se</strong>ntido, podemos decir que los more<strong>no</strong>s libres que habitaron en la Caracas colonialentendieron a la muerte como ilusión y extensión de vida 61 , pues el cristianismo como doctrina desalvación <strong>no</strong>s habla de la inmortalidad del alma, por tanto la muerte física <strong>se</strong> constituye en la entradaa esa vida eterna 62 . Esta creencia evidentemente generaba algo de tranquilidad para aquellosbue<strong>no</strong>s católicos que <strong>se</strong> consideraban libres y limpios de pecado, pues les a<strong>se</strong>guraba, a pesar deldolor y las injusticias de la vida, la certeza del descanso infinito de sus almas en el cielo, el rei<strong>no</strong>60 Punto éste en que coincidimos plenamente con la apreciación de Solórza<strong>no</strong>, ob. cit., p. 206.61 <strong>Se</strong>gún la clasificación general que Bladimir Aguilera, Aquiles Rodríguez y Leonardo Briceño hicieron de las actitudeshumanas ante la muerte, a partir de las expuestas por Max Weber en Eco<strong>no</strong>mía y sociedad (1922), entender la muertecomo ilusión y extensión de vida implica que ésta <strong>no</strong> es más que el paso hacia otra vida, una transición a otro modo deexistencia, lo que supone que la muerte es falsa, es sólo una ilusión, <strong>no</strong> la extinción definitiva. Dentro de esta actitud<strong>se</strong> hallan enmarcadas las creencias en la inmortalidad del alma, la transmigración o reencarnación de las mismas, asícomo la comunicación e intercesión por los muertos. La muerte: mitos y realidades, pp. 8-9.62 Katty Solórza<strong>no</strong> analiza y reflexiona cómo fue concebida la eternidad en la Caracas del siglo XVIII, en lo absoluto distanteo diferente de la del siglo XIX, pues las creencias y dogmas católicos eran los mismos. <strong>Se</strong> hizo <strong>se</strong>ña, pp. 218-222.

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