Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
puñetazo que lo hizo caer sin sentido. Nunca había visto tanta violencia. Hablando en<br />
términos sociológicos, en el país <strong>de</strong> los ciegos el tuerto no es el rey, es el blanco <strong>de</strong> los<br />
golpes. Hacía muy poco que un extraño había empezado a abrirme los ojos, pero yo<br />
ya me daba cuenta <strong>de</strong> que en algunos momentos era más seguro ser ciego.<br />
En medio <strong>de</strong>l tumulto, uno <strong>de</strong> los agentes sacó un arma dispuesto a dispararle al<br />
maestro. Si no hubiese sido por tres policías que pasaban en coche y se <strong>de</strong>tuvieron al<br />
ver la aglomeración, quizá lo habrían matado. Mirando fijamente al supuesto<br />
terrorista, uno <strong>de</strong> los agentes, con un arma en la mano, les gritó a los otros:<br />
—¡Deténganse! Soy el jefe <strong>de</strong> policía <strong>de</strong> este distrito. —Cuando se calmaron,<br />
agregó—: Conozco a ese hombre. No es un terrorista.<br />
—No lleva documentos. ¿Quién es? —gritó el jefe <strong>de</strong> los secretas.<br />
<strong>El</strong> jefe <strong>de</strong> policía titubeó y, sin encontrar una respuesta plausible, dijo:<br />
—Bueno, él es., él es un <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong>. Un <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong> ambulante. —Y luego los<br />
amenazó—: Si no lo <strong>de</strong>jan en paz, tendré que ponerles una <strong>de</strong>nuncia por alteración <strong>de</strong>l<br />
or<strong>de</strong>n público.<br />
<strong>El</strong> policía que había protegido al maestro era el mismo que había estado presente<br />
en la terraza <strong>de</strong>l edificio San Pablo. No había podido olvidar al <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong> <strong>de</strong> sueños.<br />
Lo que le había dicho sobre la relación con su hijo lo había tenido pensando durante<br />
varias noches. Seguía sus pasos a través <strong>de</strong> la prensa.<br />
Yo me sentí muy feliz y comencé a creer en la policía.<br />
A pesar <strong>de</strong> estar sangrando, el maestro trató <strong>de</strong> quitarle hierro al asunto.<br />
—Estos hombres no son malos, sólo ha habido una confusión.<br />
En ese momento, Bartolomé se levantó.<br />
—¿Dón<strong>de</strong> estoy? —preguntó.<br />
Al recordar que había sido noqueado y viendo que la situación ya estaba<br />
controlada, <strong>de</strong>cidió volver a mostrar su valentía.<br />
—Me estoy poniendo nervioso. Soy cinturón negro <strong>de</strong> judo, kárate, capoeira y<br />
algunos jueguecitos más. Si no me sujetáis, la cosa se va a poner fea.<br />
En lugar <strong>de</strong> sujetarlo, lo soltamos. Boquita <strong>de</strong> Miel se levantó <strong>de</strong> un salto, y viendo<br />
que los agentes se volvían hacia él, les dijo:<br />
—Ya me he calmado.<br />
Todos se fueron. Pero antes <strong>de</strong> partir, el jefe <strong>de</strong> policía le dio las gracias al maestro<br />
por las breves palabras que le había dirigido cuando se conocieron.<br />
—Mi hijo quiere conocerte.