08.06.2017 Views

El vendedor de sueños -- Augusto Cury

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

eacciones ante su osada actitud. Algunos <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> llorar y se burlaron por lo bajo.<br />

Se rieron disimuladamente <strong>de</strong>l loco. Otras sintieron curiosidad. Pensaban que se<br />

trataba <strong>de</strong> un excéntrico lí<strong>de</strong>r espiritual invitado a celebrar el funeral. Algunos<br />

quisieron echarlo <strong>de</strong> allí, indignados por la invasión <strong>de</strong> su privacidad, por la falta <strong>de</strong><br />

respeto a los sentimientos ajenos. Entre estos últimos, algunos tomaron al maestro<br />

rápidamente <strong>de</strong>l brazo intentando sofocar el escándalo. Pero él no se inmutó.<br />

—No les pido que callen su dolor, pero sí que contengan su <strong>de</strong>sesperación —<br />

prosiguió con voz firme—. No les pido que <strong>de</strong>jen <strong>de</strong> <strong>de</strong>rramar lágrimas, pero sí que<br />

disminuyan su angustia. La tristeza no <strong>de</strong>saparece, pero la <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong>be ser<br />

contenida, pues no honra al que ha partido.<br />

Los que lo habían tomado <strong>de</strong>l brazo lo soltaron al darse cuenta <strong>de</strong> que el hombre<br />

extrañamente vestido podía ser un excéntrico, pero estaba diciendo algo inteligente. <strong>El</strong><br />

hijo <strong>de</strong>l muerto, Antonio, y su madre, Sofía, lo miraron fijamente.<br />

A continuación, con un aire <strong>de</strong> serenidad difícil <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir, agregó:<br />

—Marco Aurelio vivió momentos increíbles; lloró, amó, se enamoró, perdió,<br />

conquistó. Uste<strong>de</strong>s están aquí, tristes por su ausencia, inmersos en un sentimiento <strong>de</strong><br />

vacío existencial, porque lo están <strong>de</strong>jando morir en el único lugar don<strong>de</strong> <strong>de</strong>be<br />

continuar vivo: <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s.<br />

Al ver que aquellas personas se quedaban pensativas, el maestro volvió a usar su<br />

penetrante método socrático.<br />

—¿Qué cicatrices <strong>de</strong>jó Marco Aurelio en sus emociones? ¿Qué influencias tuvo<br />

sobre el camino que han seguido? ¿Qué reacciones marcaron su manera <strong>de</strong> ver la<br />

vida? ¿Qué palabras y gestos suyos perfumaron su intelecto? Este hombre silencioso<br />

sigue gritando en los rincones <strong>de</strong> sus historias. ¿Dón<strong>de</strong>?<br />

Después <strong>de</strong> plantear esta serie <strong>de</strong> preguntas, el <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong> <strong>de</strong> sueños arrojó un rayo<br />

<strong>de</strong> luci<strong>de</strong>z sobre todos los que lo escuchaban, y también sobre nosotros. De nuevo<br />

nos sentimos avergonzados por nuestra falta <strong>de</strong> sabiduría y sensibilidad. <strong>El</strong> maestro<br />

volvió a hacer la pregunta que había sacudido a los presentes hacía un momento.<br />

—¿Este hombre está vivo o muerto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s?<br />

La gente contestó que estaba vivo. Inmediatamente, él hizo un comentario que<br />

sacó a los <strong>de</strong>más <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación y apaciguó los ánimos.<br />

—Poco antes <strong>de</strong> que Jesús muriera, una mujer <strong>de</strong> nombre María, que lo amaba,<br />

<strong>de</strong>rramó sobre él un aceite carísimo. Era todo lo que tenía. Ungiéndolo con su aceite,<br />

quería honrarlo por todo lo que había hecho y vivido. Él se sintió tan emocionado que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!