Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Los espacios más sobrios <strong>de</strong>l manicomio social<br />
Los «normales» se levantaban siempre <strong>de</strong> la misma forma. Se quejaban <strong>de</strong> la misma<br />
manera. Se irritaban <strong>de</strong>l mismo modo. Insultaban con las mismas palabras. Saludaban<br />
a sus amigos <strong>de</strong> forma idéntica. Reaccionaban <strong>de</strong>l mismo modo a los mismos<br />
problemas. Tenían el mismo humor en casa y en el trabajo. Tenían las mismas<br />
actitu<strong>de</strong>s frente a las mismas circunstancias. En fin, vivían una rutina agotadora y<br />
previsible que era una excelente fuente <strong>de</strong> ansiedad, angustia, vacío y enfado.<br />
<strong>El</strong> sistema había bloqueado la imaginación <strong>de</strong> las personas, había corroído su<br />
creatividad. La gente ya no se sorprendía. Raramente tenía experiencias inesperadas.<br />
Rara vez reaccionaba <strong>de</strong> modo distinto ante situaciones tensas. Casi nunca liberaba su<br />
intelecto para percibir los fenómenos sociales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otros ángulos.<br />
Estaban prisioneros y no lo sabían.<br />
Los padres «normales», cuando corregían o aconsejaban a sus hijos, eran<br />
interrumpidos. Los hijos no soportaban tener que escuchar siempre los mismos<br />
argumentos.<br />
No sabían contar sus propias experiencias para estimular las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.<br />
Yo siempre fui previsible al relacionarme con mis alumnos; mi experiencia con el<br />
maestro me hizo darme cuenta <strong>de</strong> ello.<br />
Siempre daba la clase con el mismo tono <strong>de</strong> voz. Hacía críticas y reproches <strong>de</strong> la<br />
misma manera. Cambiaba los verbos y los sustantivos pero no la forma y el<br />
contenido. Los alumnos estaban hartos <strong>de</strong> un profesor que se parecía más a una<br />
momia egipcia que a un ser humano. Ya no querían seguir oyendo que iban a fracasar<br />
si no estudiaban. <strong>El</strong> <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong> <strong>de</strong> sueños vendía constantemente el <strong>de</strong>l encantamiento.<br />
«¿Cómo pue<strong>de</strong> alguien que no posee nada cautivar tanto a los <strong>de</strong>más? ¿Cómo pue<strong>de</strong><br />
alguien que no expone una teoría pedagógica bombar<strong>de</strong>ar así nuestra imaginación?»,<br />
me preguntaba. Caminar con él era una invitación a innovar. Navegábamos sin <strong>de</strong>stino<br />
<strong>de</strong>finido. Él veía las situaciones ordinarias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ángulos distintos. No conocíamos las