08.06.2017 Views

El vendedor de sueños -- Augusto Cury

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

esos que buscan las gafas sin darse cuenta <strong>de</strong> que las llevan puestas. Otros llegan a<br />

olvidar los nombres <strong>de</strong> colegas con los que han trabajado durante años. Los más<br />

expertos, para no quedar mal, preguntan: «¿Cómo era su nombre completo?». La<br />

verdad es que quieren saber el nombre <strong>de</strong> su interlocutor.<br />

Algunos empresarios usaban esa técnica. Creo que hasta el propio maestro lo<br />

hacía.<br />

—Señores, para ese déficit habitual <strong>de</strong> la memoria, no <strong>de</strong>ben ir al médico. ¿Saben<br />

por qué? —preguntó.<br />

—¡Porque también él tiene problemas <strong>de</strong> memoria! —respondió un hombre<br />

vestido con un traje azul y una corbata gris a rayas color crema.<br />

Todos se burlaron <strong>de</strong> su propia existencia estresante. Comenzaron a compren<strong>de</strong>r<br />

que, en la mayor parte <strong>de</strong> los casos, el déficit <strong>de</strong> memoria era un intento <strong>de</strong>l cerebro<br />

por disminuir la avalancha <strong>de</strong> preocupaciones. Bartolomé levantó las dos manos,<br />

indicando que era muy olvidadizo.<br />

—Jefe, ¿por qué yo siempre me olvido <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> mis suegras?<br />

<strong>El</strong> grupo se enfadó con él por su arrogancia. Bernabé, que lo conocía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía<br />

mucho tiempo, esta vez no se contuvo y lo <strong>de</strong>lató.<br />

—¡No es para menos! <strong>El</strong> Boquita se ha casado tres veces y ha convivido con otras<br />

siete mujeres. No tenía tiempo para apren<strong>de</strong>rse el nombre <strong>de</strong> las suegras.<br />

Boquita <strong>de</strong> Miel miró a la audiencia y abrió las manos pidiendo comprensión. Su<br />

gesto parecía <strong>de</strong>cir: «¡Yo nunca he dicho que fuera un santo!». Efectivamente,<br />

Bartolomé no era trigo limpio. Aunque lo intentara, no lograba ser normal.<br />

—Yo no te elegí por tus errores o aciertos sino por quién eres, por tu corazón —le<br />

dijo el maestro bondadosamente—. No el corazón físico, sino el psíquico. —Y para<br />

hacerle olvidar su preocupación, volvió a hablarle con ternura—: Yo también soy<br />

olvidadizo, Bartolomé. Algunas personas me dicen que tienen problemas <strong>de</strong> memoria,<br />

pero yo les contesto que no se preocupen, que la mía está peor.<br />

Una vez más, sus palabras y las reacciones <strong>de</strong> la gente me hicieron darme cuenta<br />

<strong>de</strong> algunas cosas. Yo también era olvidadizo, pero jamás había permitido que mis<br />

alumnos lo fueran. Era implacable en la corrección <strong>de</strong> los exámenes. Me acuerdo <strong>de</strong><br />

Jonatan, un chico brillante para <strong>de</strong>batir i<strong>de</strong>as pero con problemas para expresar la<br />

información por escrito. Otros profesores y yo nos cansamos <strong>de</strong> suspen<strong>de</strong>rlo. Para<br />

nosotros era un alienado y un irresponsable, pero ahora pienso que quizá fuese un<br />

genio incomprendido. <strong>El</strong> sistema lo expulsó. Nosotros éramos la voz <strong>de</strong>l sistema.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!