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igual <strong>de</strong> violenta que la discriminación <strong>de</strong> los negros?<br />
Al oír su reflexión, empecé a sentir asco por el sistema. Cuando nos<br />
encontrábamos en el momento <strong>de</strong> mayor intensidad, Bartolomé volvió a entrar en<br />
escena. Levantó las manos y, con el mayor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>scaros, trató <strong>de</strong> bromear con el<br />
maestro.<br />
—Jefe, estoy <strong>de</strong> acuerdo con usted. No discrimino a las mujeres. ¡He tenido<br />
novias <strong>de</strong> todos tipos y colores!<br />
La audiencia no pudo contener la risa. Pero a nosotros no nos gustó su <strong>de</strong>scaro;<br />
nos sentimos apenados. Miramos al incontrolable discípulo y le dijimos una frase que<br />
ya formaba parte <strong>de</strong> nuestro patrimonio cultural:<br />
—¡Hazte a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que eres normal, Bartolomé!<br />
Las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l maestro tuvieron su efecto en la gente. A algunos les encantaron, a<br />
otros les parecieron insidiosas. Los paparazzi sacaron fotos y más fotos. Estaban<br />
ansiosos por anunciar el escándalo <strong>de</strong>l año.<br />
Después <strong>de</strong> oír las risas <strong>de</strong> la audiencia ante la frase <strong>de</strong>l discípulo adicto a hacer<br />
preguntas y dar opiniones, el maestro, emocionado, bajó el tono <strong>de</strong> voz e hizo algunas<br />
peticiones.<br />
—Ruego a los diseñadores inteligentes que <strong>de</strong>diquen su atención a todas las<br />
mujeres, que piensen en la salud psíquica <strong>de</strong> todas ellas; no utilicen solamente las<br />
excepciones genéticas para expresarse. Tal vez pierdan dinero, pero tendrán ganancias<br />
inconmensurables. Vendan el sueño <strong>de</strong> que toda mujer tiene una belleza única.<br />
Algunas personas lo aplaudieron, incluidas tres mo<strong>de</strong>los internacionales que<br />
estaban a mi <strong>de</strong>recha. Más tar<strong>de</strong>, nos enteramos <strong>de</strong> que aquellas mo<strong>de</strong>los sufrían<br />
diversos trastornos psicológicos. La posibilidad <strong>de</strong> tener anorexia era diez veces<br />
mayor entre las mo<strong>de</strong>los que entre el resto <strong>de</strong> la población. <strong>El</strong> sistema las entronizaba,<br />
pero, al mismo tiempo, las encarcelaba. Al cabo <strong>de</strong> poco tiempo, quedaban apartadas<br />
<strong>de</strong> su profesión.<br />
Tres personas lo abuchearon. Uno le tiró una botella <strong>de</strong> agua a la cabeza y le abrió<br />
el párpado izquierdo, haciéndolo sangrar. Lo cogimos <strong>de</strong>l brazo y le pedimos que<br />
<strong>de</strong>jara <strong>de</strong> hablar, pero él no se intimidó. Se limpió la sangre con un pañuelo, pidió<br />
silencio, y continuó. Para mis a<strong>de</strong>ntros pensé: «Hay mucha gente que escon<strong>de</strong> lo que<br />
realmente piensa bajo el manto <strong>de</strong> su imagen social. Por eso sigo a un hombre que es<br />
fiel a sus i<strong>de</strong>as».<br />
Entonces, el maestro dijo algo que nos puso los pelos <strong>de</strong> punta.