Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
epetir el gesto.<br />
—¡Estás jugando conmigo, sinvergüenza! Te voy a enviar a la cárcel por <strong>de</strong>sacato<br />
a la autoridad.<br />
Después le preguntó la dirección y la profesión, pero Mano <strong>de</strong> Ángel, con toda la<br />
naturalidad <strong>de</strong>l mundo, repitió el mismo gesto, se puso el <strong>de</strong>do en los labios y se dio<br />
tres golpecitos en la frente.<br />
Quería dar la impresión <strong>de</strong> ser un psicótico; alguien mentalmente incapacitado que<br />
no entendía dón<strong>de</strong> estaba ni qué estaba pasando. Quería pasar por alguien que no<br />
sabía qué había hecho.<br />
Le hicieron diez preguntas, y a ninguna dio respuesta. <strong>El</strong> comisario lo insultó,<br />
golpeó la mesa, lo amenazó, pero nada. <strong>El</strong> sujeto era un verda<strong>de</strong>ro artista, en el peor<br />
sentido <strong>de</strong> la palabra. <strong>El</strong> abogado captó la argucia <strong>de</strong> su cliente.<br />
—¡No es posible! ¡Este tipo está loco! —gritó el policía.<br />
<strong>El</strong> letrado intervino y le dijo:<br />
—Señor comisario, no le he dicho que mi cliente está mentalmente incapacitado<br />
porque usted no me hubiera creído. Como pue<strong>de</strong> ver, este muchacho no tiene<br />
conciencia <strong>de</strong> sus actos.<br />
Para no per<strong>de</strong>r más tiempo, el comisario <strong>de</strong>jó ir al ladronzuelo. Una vez fuera <strong>de</strong> la<br />
comisaría, el abogado felicitó a Mano <strong>de</strong> Ángel y elogió su astucia.<br />
—¡Eres terrible! ¡Felicitaciones! ¡Nunca había visto a un mentiroso tan hábil! —Y<br />
rápidamente le pidió que le pagara sus honorarios, pues tenía otros compromisos.<br />
Mano <strong>de</strong> Ángel miró al abogado a los ojos y, con la mayor naturalidad <strong>de</strong>l mundo,<br />
se pasó el <strong>de</strong>do índice por la boca, silbó, y <strong>de</strong>spués se dio tres golpecitos en la frente.<br />
<strong>El</strong> abogado soltó una carcajada, pero dijo que no tenía tiempo para juegos. Dimas<br />
volvió a repetir el gesto. Nosotros estábamos al otro lado <strong>de</strong> la calle, observando la<br />
escena.<br />
—¡Deja <strong>de</strong> hacer el tonto! —gritó el abogado.<br />
Mano <strong>de</strong> Ángel repitió otra vez el ritual. <strong>El</strong> abogado se irritó, ante lo cual Dimas<br />
volvió a hacer el gesto. Nada podía disuadir a aquel bravucón. <strong>El</strong> hombre lo amenazó<br />
<strong>de</strong> todas las formas posibles. Incluso con <strong>de</strong>nunciarlo <strong>de</strong> nuevo. Pero ¿cómo podía<br />
hacerlo si él mismo acababa <strong>de</strong> mentirle al comisario diciéndole que su cliente era un<br />
enfermo mental? Fue la primera vez en la historia que un ladronzuelo les tomaba el<br />
pelo a un comisario y a un abogado en quince minutos.<br />
<strong>El</strong> letrado se fue, iracundo, y Mano <strong>de</strong> Ángel gritó: