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El vendedor de sueños -- Augusto Cury

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abuelo rico, hijo noble, nieto pobre. Pero en el presente, ese pensamiento tiene escasa<br />

vali<strong>de</strong>z. Una empresa sólida pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer en cinco años. Una industria<br />

importante pue<strong>de</strong> quedarse fuera <strong>de</strong>l mercado en muy poco tiempo. En fin, en una<br />

generación pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>struirse tres, cuatro, cinco o más fortunas.<br />

Mi castillo <strong>de</strong> naipes empezaba a <strong>de</strong>smoronarse. Después <strong>de</strong>l susto inicial, los<br />

empresarios se quedaron pensativos y empezaron a estar <strong>de</strong> acuerdo con el misterioso<br />

provocador que les hablaba.<br />

—Para que nuestras empresas sobrevivan, tenéis que estar todo el tiempo<br />

compitiendo. Para que vuestras empresas no sean <strong>de</strong>voradas por la competencia,<br />

tenéis que re<strong>de</strong>scubriros cada año, superaros cada mes y reinventaros cada semana.<br />

E hizo una pregunta básica que todos contestaron <strong>de</strong> manera incorrecta.<br />

—¿<strong>El</strong> sistema aplasta las empresas que son ineficientes?<br />

Todos respondieron que sí al unísono. Pero él lo refutó.<br />

—<strong>El</strong> sistema no aplasta las empresas, aplasta a sus lí<strong>de</strong>res.<br />

Y también los médicos, los abogados, los ingenieros, los periodistas y muchos<br />

otros profesionales estaban en el mismo proceso <strong>de</strong> aplastamiento. Los dueños <strong>de</strong>l<br />

dinero empezaron a enten<strong>de</strong>r que no eran tan ricos como pensaban. Los propietarios<br />

<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r empezaron a percibir que no eran tan fuertes como imaginaban. Durante esa<br />

exposición inicial, algunas personas seguían mostrándose escépticas. Al maestro le<br />

gustaban los escépticos, pues podía llegar a ellos con la astucia <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as. Para no<br />

<strong>de</strong>jar dudas, hizo el diagnóstico y mostró el resultado.<br />

—Señoras y señores, el tiempo <strong>de</strong> la esclavitud no ha sido extirpado <strong>de</strong> las páginas<br />

<strong>de</strong> la historia; sólo ha cambiado <strong>de</strong> forma. Voy a haceros algunas preguntas y os pido<br />

que me respondáis con toda sinceridad y transparencia. <strong>El</strong> que no es transparente tiene<br />

una <strong>de</strong>uda impagable con su salud psíquica. Respon<strong>de</strong>dme, por favor, ¿quién sufre <strong>de</strong><br />

dolores <strong>de</strong> cabeza?<br />

Todos se mostraron un poco incómodos, pero, enseguida, fueron levantando las<br />

manos uno a uno. Vi que casi todos lo habían hecho.<br />

—¿Quién tiene dolores musculares? —Nuevamente, casi todos levantaron la<br />

mano; ya estaban más <strong>de</strong>sinhibidos.<br />

<strong>El</strong> maestro hizo muchas más preguntas: ¿quién se levanta cansado? ¿A quién se le<br />

cae el cabello? ¿Quién se siente inquieto? ¿Quién sufre por problemas que todavía no<br />

se han presentado? ¿Quién tiene la sensación <strong>de</strong> estar caminando por la cuerda floja?<br />

¿Quién se irrita por problemas insignificantes? ¿Quién es emocionalmente inestable?

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