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El vendedor de sueños -- Augusto Cury

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duró toda la vida. Para ellos, los factores económicos y tecnológicos, es <strong>de</strong>cir, los<br />

modos en que se producen los bienes y se distribuyen las riquezas, son las fuerzas que<br />

<strong>de</strong>sarrollan la historia y <strong>de</strong>finen la política, la ley, la moral, la filosofía y toda la<br />

cultura. Marx creía que la historia humana estaba gobernada por las leyes <strong>de</strong> la ciencia<br />

y rechazaba todas las interpretaciones religiosas <strong>de</strong> la naturaleza y la historia. Por<br />

medio <strong>de</strong> esas leyes, las personas, especialmente las <strong>de</strong> la clase trabajadora, tendrían la<br />

libertad <strong>de</strong> construir su propia historia.<br />

Pero esa libertad tan soñada nunca se materializó. Cuando aquellos socialistas<br />

tomaron el po<strong>de</strong>r, se volvieron implacables, <strong>de</strong>struyeron a sus opositores, silenciaron<br />

voces, cercenaron <strong>de</strong>rechos y así <strong>de</strong>struyeron la libertad que proclamaban. La clase<br />

trabajadora no construyó su propia historia, sino aquella que le impuso la cúpula<br />

gobernante. La antigua religión fue sustituida por el culto a la personalidad <strong>de</strong> los<br />

lí<strong>de</strong>res.<br />

—La revolución <strong>de</strong> esos socialistas fue extrema —dijo. Y agregó—: A diferencia<br />

<strong>de</strong> ellos, mi sueño no es <strong>de</strong>struir el sistema político vigente para reconstruirlo. No creo<br />

en cambios <strong>de</strong> fuera hacia <strong>de</strong>ntro. Creo en un cambio pacífico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro hacia<br />

fuera, un cambio en la capacidad <strong>de</strong> pensar, <strong>de</strong> percibir, <strong>de</strong> criticar, <strong>de</strong> interpretar los<br />

fenómenos sociales y, en especial, en la capacidad <strong>de</strong> rescatar el placer. Mi sueño está<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l ser humano.<br />

Después <strong>de</strong> esta breve explicación, que revelaba que conocía el tema, contó que<br />

cuando Marx dio a conocer sus i<strong>de</strong>as, la clase dominante no repartía la riqueza, y<br />

usaba el po<strong>de</strong>r político y financiero para oprimir a la clase trabajadora. Una pequeña<br />

minoría vivía opulentamente frente a la miseria <strong>de</strong> una inmensa mayoría. Hoy la<br />

situación era distinta: la diferencia <strong>de</strong> clases todavía existía, las injusticias sociales aún<br />

no habían sido erradicadas; pero en el tercer milenio, el sistema, con la llegada <strong>de</strong> la<br />

globalización, había producido una nueva clase <strong>de</strong> personas explotadas.<br />

—¡Vosotros! —exclamó el maestro con énfasis.<br />

Al oír esa afirmación, pensé: «Pero ¿acaso no son ellos los privilegiados? ¿No<br />

viven en el lujo y la opulencia? ¿Cómo es posible calificarlos <strong>de</strong> clase explotada,<br />

llamarlos los proletarios <strong>de</strong> este milenio?».<br />

Y para fundamentar sus i<strong>de</strong>as, echó por tierra un dicho popular que muchos <strong>de</strong><br />

nosotros conocíamos.<br />

—Durante los siglos pasados, antes <strong>de</strong> que se <strong>de</strong>sarrollara el sistema, una fortuna<br />

tardaba tres generaciones en agotarse. Por eso, el antiguo dicho tenía fundamento:

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