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encontrado. ¿Quieres ser mi novia? —Y abrió los brazos.<br />
Para que no se cayera, tuve que sostener al indigente. <strong>El</strong>la sonrió, pero el borracho<br />
sinvergüenza era el último hombre con el que se relacionaría.<br />
<strong>El</strong> maestro la miró a los ojos.<br />
—Es posible encontrar un gran amor —le respondió—. Sin embargo, no olvi<strong>de</strong>s<br />
nunca que pue<strong>de</strong>s tener al mejor compañero a tu lado, pero serás infeliz si no estás<br />
enamorada <strong>de</strong> tu propia vida. —Y prosiguió—: Para alcanzarlo, tendrás que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />
ser esclava.<br />
—¿Esclava <strong>de</strong> qué? —preguntó, sorprendida.<br />
—De los patrones <strong>de</strong> belleza <strong>de</strong>l sistema —afirmó.<br />
Algunas personas que lo oyeron, se animaron con sus palabras. Dijeron que<br />
soñaban con superar su timi<strong>de</strong>z, su soledad y sus fobias. Otras tenían como meta<br />
hacer amigos o cambiar <strong>de</strong> trabajo, ya que con el dinero que ganaban, las cuentas no<br />
les salían a final <strong>de</strong> mes. Algunos explicaban que soñaban con hacer un curso<br />
superior, aunque no tenían recursos para eso. Esperaban un milagro, pero el <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong><br />
<strong>de</strong> sueños era un <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong> <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as, un merca<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l conocimiento, y eso era mejor<br />
que el oro o la plata, fascinaba más que los diamantes o las perlas. Por esa razón no<br />
animaba a buscar el éxito por el éxito. Para él no había caminos sin percances, ni<br />
océanos sin tormentas. Con la vista fija en la multitud, habló con gran seguridad:<br />
—Si vuestros sueños son <strong>de</strong>seos y no proyectos <strong>de</strong> vida, entonces os llevaréis<br />
vuestros conflictos a la sepultura. Sueños sin proyectos producen personas frustradas,<br />
siervas <strong>de</strong>l sistema. Y no doy más explicaciones sobre esos pensamientos, pues me<br />
gustaría que bailarais sobre la pista <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as.<br />
Me quedé pensativo. Vivimos en una sociedad consumista, en una sociedad <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>seos, no <strong>de</strong> proyectos existenciales. Nadie planea tener amigos, ni ser tolerante,<br />
superar fobias o tener un gran amor.<br />
—Si nuestro dios es el azar y los acci<strong>de</strong>ntes nuestros <strong>de</strong>monios, seremos<br />
infantiles.<br />
Me sorprendí al mirar a mi alre<strong>de</strong>dor y darme cuenta <strong>de</strong> que el sistema social había<br />
hecho un estrago irreparable en casi todos nosotros. No todas las personas eran<br />
gran<strong>de</strong>s consumidores, pero <strong>de</strong> todas maneras parecían autómatas. Vivían sin<br />
propósitos ni significado, sin metas, <strong>de</strong>dicados a obe<strong>de</strong>cer ór<strong>de</strong>nes y no a pensar, lo<br />
que hacía que el índice <strong>de</strong> trastornos psicológicos aumentara sin cesar.<br />
Me cuestioné también a mí mismo como educador: ¿qué había formado en la