Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
los monstruos que ensombrecían su mente. Sus manos seguían ocultando su rostro.<br />
Se mecía sin parar, haciendo un movimiento parecido al <strong>de</strong> algunos niños autistas.<br />
Llevaba puesta una camisa blanca arrugada con los botones mal abrochados. Estaba<br />
<strong>de</strong>speinado y su aspecto era <strong>de</strong>scuidado, lo cual <strong>de</strong>notaba un marcado autoabandono.<br />
—¿Qué es lo que te <strong>de</strong>prime? —le preguntó la persona que lo estaba filmando.<br />
<strong>El</strong> sonido no era perfecto, pero <strong>de</strong> todos modos, se entendía:<br />
—¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo! ¡Socorro! ¡Mis hijos van a morir! ¡Ayúdame a<br />
sacarlos <strong>de</strong> ese lugar! —gritaba <strong>de</strong>sesperado, presa <strong>de</strong> un pánico incontenible.<br />
—Estoy aquí para ayudarte. Cálmate, ¿qué es lo que te angustia? —insistía el que<br />
lo filmaba.<br />
—Estoy <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una casa que se está viniendo abajo —<strong>de</strong>cía el paciente, agitado<br />
—, una casa que lucha consigo misma. —Después, alucinado, empezó a hablar con<br />
personajes que solamente él veía y oía—. ¡No, no os caigáis! ¡Me van a enterrar! ¡No,<br />
me están <strong>de</strong>jando sin aire!<br />
La gente <strong>de</strong>l estadio enmu<strong>de</strong>ció. Algunos sintieron que les costaba respirar.<br />
Nosotros teníamos un nudo en la garganta. <strong>El</strong> paciente dijo que los cimientos <strong>de</strong> la<br />
casa luchaban ferozmente entre sí. Estábamos muy confundidos con la película. Nadie<br />
entendía nada. Nunca habíamos oído hablar sobre las partes <strong>de</strong> una casa combatiendo<br />
entre sí. Era la cima <strong>de</strong> la locura. Tampoco entendíamos por qué el cineasta había<br />
filmado el caso <strong>de</strong> aquel paciente. «¿Acaso <strong>de</strong>spués aparecerá el maestro y lo<br />
rescatará?», me preguntaba.<br />
—Háblame <strong>de</strong> tus visiones —solicitó el cámara.<br />
Sin quitarse las manos <strong>de</strong>l rostro el hombre chillaba:<br />
—<strong>El</strong> techo está gritando: «¡Soy la parte más importante <strong>de</strong> esta casa! Yo la protejo.<br />
Yo, solamente, soporto el sol y las tormentas».<br />
<strong>El</strong> cineasta, tratando <strong>de</strong> obtener más datos sobre las alucinaciones <strong>de</strong>l paciente,<br />
insistía:<br />
—Sigue hablando, cuanto más me cuentes, mejor te sentirás.<br />
—Las obras <strong>de</strong> arte me están <strong>de</strong>jando sordo —gritaba el enfermo, temblando <strong>de</strong><br />
miedo—. ¡Protestan, protestan sin parar!<br />
—¿Y qué dicen?<br />
—«Somos únicas en esta casa. Somos lo más valioso que hay aquí. Todos los que<br />
entran por la puerta principal nos miran. Nosotras somos lo primero que admiran». —<br />
Empapado <strong>de</strong> sudor, el paciente trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> la voz que lo ensor<strong>de</strong>cía—: