You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Miré al maestro <strong>de</strong> reojo y <strong>de</strong>scubrí que la coma que me había vendido estaba<br />
funcionando; no importaba que seguirlo fuese un precio muy alto. Me di cuenta <strong>de</strong><br />
que las i<strong>de</strong>as pesimistas provocadas por el artículo traían consigo, también, algo muy<br />
positivo. Los vivos sienten frustraciones, los muertos, no. Yo estaba vivo. Había<br />
estado al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la muerte, pero ahora tenía que celebrar la vida; los conflictos<br />
alojados en mi inconsciente eran problemáticos, pero no estaban muertos. Yo quería<br />
ser simple, vivir con bondad, <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar en mi imagen social, pero era un ser<br />
humano rígido, controlado por la ansiedad.<br />
Ahora comprendía por qué el padre <strong>de</strong> un colega, un hombre <strong>de</strong> setenta años,<br />
arrogante y soberbio, no había cambiado <strong>de</strong> carácter ni siquiera <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
permanecer seis meses secuestrado. Todos pensaban que cuando lo liberaran, se<br />
volvería un hombre dócil, generoso, altruista. Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l rescate se hizo todavía<br />
más intolerante.<br />
Mi autoritarismo siempre había estado escondido bajo el manto <strong>de</strong> mi<br />
intelectualidad. Ni siquiera el vendaval que me llevó a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l suicidio pudo<br />
extirparlo. Angustiado, sentí que la historia <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r sueños no podía cambiar<br />
fácilmente a una persona egocéntrica como yo. No es el dolor lo que nos transforma,<br />
como pensamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace miles <strong>de</strong> años, sino el uso inteligente que hacemos <strong>de</strong> ese<br />
dolor a lo largo <strong>de</strong> la vida. Me di cuenta <strong>de</strong> que si no lo utilizaba, iba a seguir siendo<br />
un ser humano enfermo, un gigante en la cultura y un enano en las emociones.<br />
Mientras reflexionaba sobre todos estos temas, sentí la presencia <strong>de</strong>l maestro a mi<br />
lado. Parecía haberse introducido en el torbellino <strong>de</strong> mis i<strong>de</strong>as. Su rostro revelaba<br />
preocupación. Parecía leer lo invisible. Tratando <strong>de</strong> apaciguar mis emociones, me<br />
dijo:<br />
—No tengas miedo <strong>de</strong> la difamación externa. Teme a tus propios pensamientos,<br />
pues solamente ellos pue<strong>de</strong>n penetrar tu esencia y <strong>de</strong>struirla.<br />
Me quedé pensativo, y él continuó:<br />
—Alguien pue<strong>de</strong> rasgarte la piel sin que tú lo permitas, pero nadie podrá nunca<br />
invadir tu mente sin tu permiso. No permitas que lo hagan. Somos lo que somos. —<br />
Después, dijo algo que suponía un reto—: <strong>El</strong> precio <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r sueños es alto, pero no<br />
estás obligado a pagarlo. Eres libre <strong>de</strong> irte.<br />
Estaba frente a una encrucijada. Tenía la oportunidad <strong>de</strong> dar la espalda al proyecto<br />
y dirigirme hacia cualquier lugar <strong>de</strong>l mundo. Pero ése no era yo. Yo siempre había<br />
sido obstinado, terco, siempre había luchado por lo que quería. En ese momento, mi