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que me traicionaron a pesar <strong>de</strong> que me habían prometido su apoyo en el<br />
<strong>de</strong>partamento. Los consi<strong>de</strong>raba una pandilla <strong>de</strong> cobar<strong>de</strong>s dominados por la envidia.<br />
Ahora, caminando con el maestro, tenía que perdonar y cargar con un alcohólico<br />
feliz, impertinente, irresponsable. ¿Cómo hacer eso sin quejarme? Era difícil, muy<br />
difícil para mí. Pero estaba empezando a querer a aquel juerguista. Bartolomé tenía lo<br />
que yo siempre había ansiado: autenticidad y una autoestima sólida.<br />
Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista sociológico, los irresponsables son más felices que los<br />
responsables. <strong>El</strong> problema es que los irresponsables <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los responsables<br />
para que carguen con ellos.<br />
A la mañana siguiente, las consecuencias <strong>de</strong> la entrevista <strong>de</strong> Bartolomé salieron a<br />
la luz. En la primera página <strong>de</strong>l famoso diario se veía la foto <strong>de</strong>l maestro con el<br />
siguiente titular: «Psicótico <strong>de</strong>fine el sistema social como un manicomio global».<br />
<strong>El</strong> periodista comentaba que había un loco que <strong>de</strong>cía que la humanidad caminaba<br />
por las avenidas <strong>de</strong> un gigantesco manicomio global. Pero no se trataba <strong>de</strong> un lugar<br />
lúgubre, frío, fétido y oscuro como los hospitales psiquiátricos <strong>de</strong>l pasado, sino un<br />
ámbito apacible, lleno <strong>de</strong> colores, iluminado y repleto <strong>de</strong> máquinas sofisticadas. Un<br />
lugar perfecto para cultivar nuestras locuras sin perturbarnos.<br />
Este loco daba discursos en lugares públicos, con el objetivo <strong>de</strong> cambiar las i<strong>de</strong>as.<br />
Nadie conocía sus orígenes, pero para engañar a la gente se hacía llamar «el <strong>ven<strong>de</strong>dor</strong><br />
<strong>de</strong> sueños».<br />
<strong>El</strong> artículo mostraba fotos <strong>de</strong> personas seducidas por él y <strong>de</strong>cía que el sujeto estaba<br />
loco <strong>de</strong> atar, pero era carismático y persuasivo. Su capacidad <strong>de</strong> seducción era tan<br />
gran<strong>de</strong> que incluso importantes ejecutivos habían caído en su trampa. Una caterva <strong>de</strong><br />
ingenuos sin cultura lo seguía. Según el artículo, ese embaucador no pretendía hacer<br />
milagros ni se creía un mesías, sin embargo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tiempos <strong>de</strong> Jesús en Galilea no<br />
se había visto a ningún <strong>de</strong>mente intentar seguir los pasos <strong>de</strong> Cristo con tanta osadía.<br />
No se <strong>de</strong>cía nada sobre las misteriosas i<strong>de</strong>as que el maestro transmitía. <strong>El</strong> artículo<br />
no mencionaba nada sobre la necesidad vital <strong>de</strong>l autodiálogo, el sueño inconsciente al<br />
que los or<strong>de</strong>nadores están eternamente con<strong>de</strong>nados o los excesos <strong>de</strong>l sistema que nos<br />
están matando cada vez más pronto en el terreno psíquico. <strong>El</strong> periodista omitió<br />
mencionar la reducción drástica <strong>de</strong>l promedio <strong>de</strong> vida psicológico. Finalmente,<br />
terminaba el texto diciendo que sus seguidores eran una banda <strong>de</strong> anarquistas que<br />
ponían en riesgo la <strong>de</strong>mocracia y que podían cometer actos terroristas.<br />
<strong>El</strong> artículo tergiversaba nuestra historia <strong>de</strong> un modo terrible. La difamación era