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Tesis Doctoral Diego Guido (2002)

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Patagonídica Principal que fractura y pliega suavemente a las rocas baqueroenses (Panza, 1982). El<br />

primer registro en la zona oriental es el de las lavas dacíticas eocenas (40,8 ± 2,4 Ma) de la Formación<br />

Laguna Tordillo, correlacionables temporalmente con el Basalto Cerro del Doce y las efusiones<br />

básalticas alcalinas del Basalto Posadas que se producen en el centro y oeste del Macizo del Deseado y<br />

en el este de la Cordillera Patagónica Austral, respectivamente. Este volcanismo extensional de<br />

intraplaca está asociado en este período con una ausencia de volcanismo de arco en el sector occidental<br />

de la Patagonia y ambos procesos se vinculan genéticamente a la subducción marcadamente oblicua de<br />

las placas oceánicas (Aluk y Farallón) bajo la placa continental Sudamericana (Figura 5-5). Durante el<br />

período que va desde los 52 a los 42 Ma. la dorsal entre las placas oceánicas se subductó bajo la placa<br />

Sudamericana desde los 43° 30´ y fue migrando hacia el sur. Esto generó un amplio sector carente de<br />

volcanismo de arco que se correspondió con un extenso volcanismo de retroarco, dentro del cual se<br />

habrían formado los escasos diferenciados dacíticos de la Formación Laguna Tordillo, por posible<br />

mezcla de estos magmas básicos con fundidos de la corteza.<br />

Hasta los 25 Ma la subducción siguió siendo marcadamente oblicua, coincidiendo con el pico de mayor<br />

actividad volcánica basáltica alcalina en la región de trasarco. Posteriormente se produjó un cambio en el<br />

ángulo de colisión de las placas, pasando a una convergencia normal, similar a la actual y el<br />

magmatismo de arco permaneció restringido al sector noroccidental de la Patagonia (Cande y Leslie,<br />

1986; Ardolino et al., 1999).<br />

El primer Movimiento del Ciclo Ándico (Fase Incaica del Eoceno cuspidal) produjó una continentalización<br />

del área (Malumián, 1999) y generó el registro de las piroclastitas de caída Deseadenses (Oligoceno<br />

inferior) de la Formación Sarmiento. En este momento comenzó el ascenso eustático que culminaría, en<br />

el área de estudio, con la transgresión oligocena superior representada por las sedimentitas de la<br />

Formación Monte León (Figura 5-6). La Fase Pehuénchica produciría el retroceso de esta lengua marina<br />

mediante un ascenso de la región oriental del Macizo. La elevación de Los Andes promovió el flujo<br />

sedimentario que, junto con la caída del nivel del mar post-Mioceno medio, produjo la entrada de la<br />

Patagonia a un régimen erosivo neto (Malumián, 1999). De este modo en el Plioceno superior se<br />

acumularon las gravas de la Formación La Avenida en respuesta quizás a los movimientos del Tercer<br />

Movimiento (Fase Quechua) del Ciclo Ándico (Panza et al., 1995). Finalmente, en el Pleistoceno<br />

superior-Holoceno, se registraron depósitos de terrazas fluviales, cordones marinos, como consecuencia<br />

de ascensos producidos posiblemente por los Movimientos III y IV del Ciclo Ándico y en el Holoceno se<br />

produjeron procesos de erosión fluvial, marina, eólica y de remoción en masa que generan los depósitos<br />

cuaternarios de la zona (Panza et al., 1995).<br />

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