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Patagonídica Principal que fractura y pliega suavemente a las rocas baqueroenses (Panza, 1982). El<br />
primer registro en la zona oriental es el de las lavas dacíticas eocenas (40,8 ± 2,4 Ma) de la Formación<br />
Laguna Tordillo, correlacionables temporalmente con el Basalto Cerro del Doce y las efusiones<br />
básalticas alcalinas del Basalto Posadas que se producen en el centro y oeste del Macizo del Deseado y<br />
en el este de la Cordillera Patagónica Austral, respectivamente. Este volcanismo extensional de<br />
intraplaca está asociado en este período con una ausencia de volcanismo de arco en el sector occidental<br />
de la Patagonia y ambos procesos se vinculan genéticamente a la subducción marcadamente oblicua de<br />
las placas oceánicas (Aluk y Farallón) bajo la placa continental Sudamericana (Figura 5-5). Durante el<br />
período que va desde los 52 a los 42 Ma. la dorsal entre las placas oceánicas se subductó bajo la placa<br />
Sudamericana desde los 43° 30´ y fue migrando hacia el sur. Esto generó un amplio sector carente de<br />
volcanismo de arco que se correspondió con un extenso volcanismo de retroarco, dentro del cual se<br />
habrían formado los escasos diferenciados dacíticos de la Formación Laguna Tordillo, por posible<br />
mezcla de estos magmas básicos con fundidos de la corteza.<br />
Hasta los 25 Ma la subducción siguió siendo marcadamente oblicua, coincidiendo con el pico de mayor<br />
actividad volcánica basáltica alcalina en la región de trasarco. Posteriormente se produjó un cambio en el<br />
ángulo de colisión de las placas, pasando a una convergencia normal, similar a la actual y el<br />
magmatismo de arco permaneció restringido al sector noroccidental de la Patagonia (Cande y Leslie,<br />
1986; Ardolino et al., 1999).<br />
El primer Movimiento del Ciclo Ándico (Fase Incaica del Eoceno cuspidal) produjó una continentalización<br />
del área (Malumián, 1999) y generó el registro de las piroclastitas de caída Deseadenses (Oligoceno<br />
inferior) de la Formación Sarmiento. En este momento comenzó el ascenso eustático que culminaría, en<br />
el área de estudio, con la transgresión oligocena superior representada por las sedimentitas de la<br />
Formación Monte León (Figura 5-6). La Fase Pehuénchica produciría el retroceso de esta lengua marina<br />
mediante un ascenso de la región oriental del Macizo. La elevación de Los Andes promovió el flujo<br />
sedimentario que, junto con la caída del nivel del mar post-Mioceno medio, produjo la entrada de la<br />
Patagonia a un régimen erosivo neto (Malumián, 1999). De este modo en el Plioceno superior se<br />
acumularon las gravas de la Formación La Avenida en respuesta quizás a los movimientos del Tercer<br />
Movimiento (Fase Quechua) del Ciclo Ándico (Panza et al., 1995). Finalmente, en el Pleistoceno<br />
superior-Holoceno, se registraron depósitos de terrazas fluviales, cordones marinos, como consecuencia<br />
de ascensos producidos posiblemente por los Movimientos III y IV del Ciclo Ándico y en el Holoceno se<br />
produjeron procesos de erosión fluvial, marina, eólica y de remoción en masa que generan los depósitos<br />
cuaternarios de la zona (Panza et al., 1995).<br />
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