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Heroinas de la II Guerra Mundial - Kathryn J Atwood

Hubo otros muchos héroes en la Segunda Guerra Mundial cuyos nombres no son tan conocidos como los de los generales norteamericanos Patton y Eisenhower, pero cuyas valerosas acciones contribuyeron a ganar la guerra. Son las heroínas de la Segunda Guerra Mundial. Algunas de ellas ya eran famosas antes de la guerra y otras lo serían después, pero la mayoría eran mujeres corrientes. Peluqueras, relojeras, trabajadoras sociales, estudiantes universitarias, adolescentes y esposas, todas ellas mujeres muy distintas entre sí que solo tenían una cosa en común: la indignación hacia los actos de Hitler. Cada una de estas mujeres, procedentes de distintos países y actuando en distintas misiones, pudieron hacer realidad lo que con indignación tenían que ver día a día durante el tiempo que duró la contienda: Maria von Maltzan, la condesa que escondía judíos; Josephine Baker, la espía cantante; Hannie Schaft, el Símbolo de la Resistencia; Pearl Witherington, la correo que se convirtió en líder; Marlene Dietricht, la artista que convirtió en estandarte su lucha contra Hitler y su régimen… Relatos inspiradores de la vida de estas mujeres durante la II Guerra Mundial, algunas de ellas todavía en su adolescencia, cuyo coraje marcó una diferencia en los oscuros días de la guerra.

Hubo otros muchos héroes en la Segunda Guerra Mundial cuyos nombres no
son tan conocidos como los de los generales norteamericanos Patton y
Eisenhower, pero cuyas valerosas acciones contribuyeron a ganar la guerra.
Son las heroínas de la Segunda Guerra Mundial. Algunas de ellas ya eran
famosas antes de la guerra y otras lo serían después, pero la mayoría eran
mujeres corrientes. Peluqueras, relojeras, trabajadoras sociales, estudiantes
universitarias, adolescentes y esposas, todas ellas mujeres muy distintas
entre sí que solo tenían una cosa en común: la indignación hacia los actos de
Hitler. Cada una de estas mujeres, procedentes de distintos países y
actuando en distintas misiones, pudieron hacer realidad lo que con
indignación tenían que ver día a día durante el tiempo que duró la contienda:
Maria von Maltzan, la condesa que escondía judíos; Josephine Baker, la
espía cantante; Hannie Schaft, el Símbolo de la Resistencia; Pearl
Witherington, la correo que se convirtió en líder; Marlene Dietricht, la artista
que convirtió en estandarte su lucha contra Hitler y su régimen… Relatos
inspiradores de la vida de estas mujeres durante la II Guerra Mundial,
algunas de ellas todavía en su adolescencia, cuyo coraje marcó una
diferencia en los oscuros días de la guerra.

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tenido suerte <strong>de</strong> que solo hayan caído cerca, pero no pue<strong>de</strong><br />

durar. No sensación peor en el mundo que <strong>la</strong> <strong>de</strong> oír pararse<br />

el motor <strong>de</strong> <strong>la</strong> bomba casi sobre ti y esperar durante unos<br />

segundos a que explote. Preferiría que todo sucediera <strong>de</strong><br />

una vez y acabar con todo, pero Hitler nunca me preguntó.<br />

A propósito, no le cuentes esto a mamá, no quiero que<br />

madre o Ruth se preocupen aunque, sinceramente, estoy<br />

muy asustada y por primera vez en mi vida he perdido el<br />

apetito.<br />

Tengo turno <strong>de</strong> noche en hospital <strong>de</strong> campaña que está<br />

lleno <strong>de</strong> barro y, con <strong>la</strong>s continuas lluvias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace 2<br />

semanas y media, no creo que se seque nunca. EL trabajo<br />

es duro y <strong>la</strong>s horas <strong>la</strong>rgas, pero me siento muy satisfecha<br />

porque estamos haciendo aquello por lo que vinimos, y<br />

nos necesitan <strong>de</strong> veras. Nuestro cuarte esta en el centro <strong>de</strong><br />

una ciudad, a algunas mil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> aquí, así que tenemos que<br />

<strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zarnos cada noche —salimos <strong>de</strong> allí a <strong>la</strong>s 5 <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

tar<strong>de</strong> y regresamos a <strong>la</strong>s 10 <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana— y se supone<br />

que tenemos que dormir. Sin embargo, dormir es<br />

imposible cuando por todas partes a nuestro alre<strong>de</strong>dor los<br />

edificios son bombar<strong>de</strong>ados y cada vez que aciertan, el<br />

estruendo casi nos tira <strong>de</strong> <strong>la</strong> cama.<br />

Muriel había usado el casco sobre todo para <strong>la</strong>var su ropa y<br />

limpiarse, pero ahora por fin entendía por qué pesaba tanto: le<br />

proporcionaba una sólida protección cuando <strong>la</strong>s bombas caían<br />

<strong>de</strong>masiado cerca. A menudo <strong>de</strong>seaba po<strong>de</strong>r meter todo su cuerpo<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> él.<br />

A pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> dificultad <strong>de</strong>l trabajo, nada le daba más satisfacción a<br />

Muriel que aten<strong>de</strong>r <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los soldados. Eran los<br />

pacientes que menos se quejaban <strong>de</strong> todos a los que había atendido.<br />

Sabían que <strong>la</strong>s enfermeras estaban ocupadas, así que no pedían<br />

ayuda y siempre le <strong>de</strong>cían a <strong>la</strong>s enfermeras que atendiera a otro<br />

paciente primero. Muriel estaba muy orgullosa <strong>de</strong> ayudar a soldados<br />

tan valientes.<br />

En diciembre <strong>de</strong> 1944, seis meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> invasión <strong>de</strong><br />

Normandía, <strong>la</strong>s bombas V-1 seguían cayendo sobre Lieja, pero<br />

ahora había algo peor sobre el horizonte. Las tropas alemanas<br />

<strong>la</strong>nzaron un ataque por sorpresa que logró hacer retroce<strong>de</strong>r a <strong>la</strong>s<br />

tropas estadouni<strong>de</strong>nses, y abrió una brecha en <strong>la</strong> línea, en lo que se<br />

l<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> Ofensiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> Ar<strong>de</strong>nas.<br />

El hospital <strong>de</strong> campaña se llenó más que nunca <strong>de</strong> soldados heridos,<br />

y los alemanes se acercaban cada vez más. Muriel tenía más <strong>de</strong> lo<br />

que preocuparse que <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más enfermeras. Su chapa<br />

<strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación —<strong>la</strong> i<strong>de</strong>ntificación <strong>de</strong> metal que todo militar,<br />

hombre o mujer, <strong>de</strong>bía llevar siempre consigo— tenía una «H»<br />

escrita, por «hebrea». Muriel era judía, y sabía lo que los nazis le<br />

harían si conseguían capturar<strong>la</strong>.<br />

En Nochebuena, los alemanes estaban a poco más <strong>de</strong> 15 kilómetros<br />

<strong>de</strong> Lieja. Los pacientes más graves fueron evacuados a hospitales en<br />

Francia e Ing<strong>la</strong>terra, lejos <strong>de</strong>l combate. Los soldados que<br />

permanecieron en el hospital <strong>de</strong> campaña estaban preocupados por<br />

<strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s enfermeras y, a menudo, insistían para que<br />

tomaran su asiento en los vehículos <strong>de</strong> evacuación. Ninguna <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

enfermeras lo hizo, por supuesto. Esa semana, Muriel recibió dos<br />

«regalos» <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> sus pacientes. Uno era una porra, un tipo <strong>de</strong><br />

arma hecho <strong>de</strong> goma y plomo, y <strong>la</strong> otra era una navaja automática.<br />

www.lectu<strong>la</strong>ndia.com - Página 154

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