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Heroinas de la II Guerra Mundial - Kathryn J Atwood

Hubo otros muchos héroes en la Segunda Guerra Mundial cuyos nombres no son tan conocidos como los de los generales norteamericanos Patton y Eisenhower, pero cuyas valerosas acciones contribuyeron a ganar la guerra. Son las heroínas de la Segunda Guerra Mundial. Algunas de ellas ya eran famosas antes de la guerra y otras lo serían después, pero la mayoría eran mujeres corrientes. Peluqueras, relojeras, trabajadoras sociales, estudiantes universitarias, adolescentes y esposas, todas ellas mujeres muy distintas entre sí que solo tenían una cosa en común: la indignación hacia los actos de Hitler. Cada una de estas mujeres, procedentes de distintos países y actuando en distintas misiones, pudieron hacer realidad lo que con indignación tenían que ver día a día durante el tiempo que duró la contienda: Maria von Maltzan, la condesa que escondía judíos; Josephine Baker, la espía cantante; Hannie Schaft, el Símbolo de la Resistencia; Pearl Witherington, la correo que se convirtió en líder; Marlene Dietricht, la artista que convirtió en estandarte su lucha contra Hitler y su régimen… Relatos inspiradores de la vida de estas mujeres durante la II Guerra Mundial, algunas de ellas todavía en su adolescencia, cuyo coraje marcó una diferencia en los oscuros días de la guerra.

Hubo otros muchos héroes en la Segunda Guerra Mundial cuyos nombres no
son tan conocidos como los de los generales norteamericanos Patton y
Eisenhower, pero cuyas valerosas acciones contribuyeron a ganar la guerra.
Son las heroínas de la Segunda Guerra Mundial. Algunas de ellas ya eran
famosas antes de la guerra y otras lo serían después, pero la mayoría eran
mujeres corrientes. Peluqueras, relojeras, trabajadoras sociales, estudiantes
universitarias, adolescentes y esposas, todas ellas mujeres muy distintas
entre sí que solo tenían una cosa en común: la indignación hacia los actos de
Hitler. Cada una de estas mujeres, procedentes de distintos países y
actuando en distintas misiones, pudieron hacer realidad lo que con
indignación tenían que ver día a día durante el tiempo que duró la contienda:
Maria von Maltzan, la condesa que escondía judíos; Josephine Baker, la
espía cantante; Hannie Schaft, el Símbolo de la Resistencia; Pearl
Witherington, la correo que se convirtió en líder; Marlene Dietricht, la artista
que convirtió en estandarte su lucha contra Hitler y su régimen… Relatos
inspiradores de la vida de estas mujeres durante la II Guerra Mundial,
algunas de ellas todavía en su adolescencia, cuyo coraje marcó una
diferencia en los oscuros días de la guerra.

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Foto: Carnet <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> Maria<br />

Gulovich, 1942.<br />

Museo <strong>de</strong>l Alzamiento Nacional<br />

Eslovaco, Banska Bystrica, Eslovaquia.<br />

MARIA GULOVICH<br />

ESLOVACA PARA LA OSS<br />

MARIA ESTABA MUY <strong>de</strong>cepcionada. El<strong>la</strong> y un húngaro-italianoestadouni<strong>de</strong>nse,<br />

el Teniente Tibor Keszthelyi, acababan <strong>de</strong> recibir<br />

una noticia horrible. La base militar soviética, su <strong>de</strong>stino, quedaba<br />

todavía a cuatro o cinco días a pie, y sus perseguidores alemanes se<br />

estaban acercando poco a poco. El<strong>la</strong>, Keszthelyi y un grupo <strong>de</strong><br />

estadouni<strong>de</strong>nses habían estado caminando por <strong>la</strong>s montañas bajo<br />

una gran ventisca durante mucho tiempo en un intento <strong>de</strong>sesperado<br />

<strong>de</strong> evitar que los alemanes les capturaran. Maria y los hombres no<br />

confiaban <strong>de</strong>l todo en los soviéticos, pero dado que técnicamente<br />

eran aliados <strong>de</strong>l mismo bando en <strong>la</strong> guerra, llegar hasta ellos era <strong>la</strong><br />

única posibilidad que tenía el grupo <strong>de</strong> escapar y evitar una muerte<br />

segura a manos <strong>de</strong> los alemanes. Pero el ejército soviético —o el<br />

ejército «rojo» como a veces se le l<strong>la</strong>maba— seguía alejándose cada<br />

vez más, siempre al menos a varios días <strong>de</strong> distancia.<br />

Maria se preparaba para regresar junto a <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más con <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s<br />

noticias, pero el Teniente Keszthelyi <strong>la</strong> <strong>de</strong>tuvo. Extendió su parca<br />

sobre el suelo y le pidió a Maria que se sentara junto a él. Se<br />

sentaron en silencio durante varios minutos. Se habían hecho buenos<br />

amigos durante los últimos meses, habían trabajado juntos<br />

estrechamente, en parte porque los dos hab<strong>la</strong>ban húngaro con<br />

flui<strong>de</strong>z y se entendían bien. Él le había salvado <strong>la</strong> vida hacía tan solo<br />

unos días cuando el<strong>la</strong> resbaló el hielo mientras trataban <strong>de</strong> cruzar el<br />

monte Chebenec junto a su grupo. El<strong>la</strong> había llegado a sentir que, si<br />

se <strong>de</strong>jaba llevar, podría llegar a enamorarse fácilmente <strong>de</strong> este<br />

amable y guapo hombre que ahora estaba sentado a su <strong>la</strong>do.<br />

Después <strong>de</strong> un rato, Keszthelyi rompió el silencio. «Quiero <strong>de</strong>cirte<br />

<strong>de</strong> nuevo lo valiente que eres y que mereces algo mucho mejor», le<br />

dijo a María. «No <strong>de</strong>jo <strong>de</strong> verte paseando por Park Avenue en Nueva<br />

York, don<strong>de</strong> pertenece una chica lista y guapa como tú, y no en estos<br />

pueblos olvidados <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios arriesgando tu vida por<br />

nosotros».<br />

«Vosotros, los estadouni<strong>de</strong>nses, sois los valientes», contestó el<strong>la</strong>,<br />

www.lectu<strong>la</strong>ndia.com - Página 161

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