quejé. Y ella me enseñó: «La vida no es justa, hija». Y yo entendí.Le pregunté si mis abuelos también habían sido malos, ya que habíanvenido de España. Ella me dijo, riéndose, que no. Que su papá había sido elhombre más bueno del mundo, y que su mamá había sido una mujer muydura y tosca, pero que también había sabido tener buen corazón. «¿Entoncesno tengo que odiar a todos los españoles?». «No, no tenes que odiar anadie». «A veces odio a Laurita». «Pero cuando te invita a la casa a jugar,vos siempre querés ir, ¿o no?». «Sí, porque tiene buenos juguetes».«¿Solamente por los juguetes vas?». «No, también porque Laurita esdivertida. Yo también la elegiría para dama antigua en los actos. Tiene comoalgo especial». «Tiene carisma, hija». «¿Carisma?». «Es como una luz quesale del alma». «Ah… ¿y cómo se tiene esa luz?».Llegó otro 25 de Mayo. Podías actuar o escribir una poesía y leerla. Yoescribí una poesía sobre la patria. Tenía diez años. Ese 25, fue la primera vezque leí en público. Me temblaban las manos y la voz como un papel. Peroestaba orgullosa. «Patria no es sólo una palabra bonita», es lo único que meacuerdo de la poesía.Un 17 de Agosto le pregunté a mi maestra de lengua por quéfestejábamos la muerte de San Martín y no su nacimiento. Ella me respondióque conmemorábamos su muerte, no la festejábamos. Yo le dije que estabaequivocada, porque todos estábamos contentos porque no había clases.Entonces, de alguna manera, festejábamos que se hubiera muerto. Ella no merespondió nada más.La mayoría de cosas que me enseñó el colegio no las aprendí de los librosescolares, sino de los actos montados en base a ellos. Si pudiera decir qué mellevé de los libros escolares en esos años, fue que estaban escritos portramposos. Personas protocolares. A favor de los que siempre ganan, de lashistorias cerradas y las preguntas con respuestas lógicas y concisas. Eranbuenos, por lo tanto, en ciencias naturales, y pésimos en sociales. Hablabande la dictadura como el «Proceso de Reorganización Nacional», de Sarmientocomo «el padre del aula», de Colón como el «descubridor de América». Sipudiera decir qué me llevé de los libros escolares en esos años, fue que teenseñan a no pensar. A no dudar. A aceptar los malos gobiernos, las muertes,las guerras, las deudas, las masacres, las protestas, los delitos, las injusticias,
como parte de una historia inmodificable. Como si la historia fuera una minaen una bicicleta pasándote por al lado. Y no una bicicleta en la que estássubido, que avanza o retrocede también con tu movimiento.Los que escriben los libros escolares son, en mi opinión, esos que dechicos no tuvieron un personaje secundario en las obras del colegio. Los queno experimentaron ser la minoría. Ser los perdedores. Ser los de relleno.«Empanaditas calientes, para quemarse los dientes». No. Mejor una pluma,para incendiar con escritura las mentes de la gente.
- Page 2 and 3: Relatos que entrelazan amores, dese
- Page 4 and 5: Título original: Arde la vidaMagal
- Page 6 and 7: PrólogoArde la vida. Como arde un
- Page 8 and 9: dejamos soñar. Que la utopía sirv
- Page 10 and 11: con el semáforo roto estuvo Perito
- Page 12 and 13: Pompeya. Pero no me molestaba gasta
- Page 14 and 15: sea un hongo extraño. Que también
- Page 16 and 17: Frágil—Maga, vos no entendés la
- Page 18 and 19: —¿Por qué le dicen Pelusa?—Po
- Page 20 and 21: cuesta comprarla, ¿vos estás tira
- Page 22 and 23: VoldemortTengo once años. Estamos
- Page 24 and 25: playa. Después se quejan que está
- Page 26 and 27: Tres inviernos después, mi mamá c
- Page 28 and 29: Una plumaLos actos escolares son la
- Page 32 and 33: Vivir esa quietud que llaman «Univ
- Page 34 and 35: diferentes dividido en fragmentos,
- Page 36 and 37: Los extrañosLas personas queremos
- Page 38 and 39: blanca?». Sonríe: «La blanca es
- Page 40 and 41: ¡Alto ahí!—El mundo del revés
- Page 42 and 43: De vivir solaLlegar al edificio. Sa
- Page 44 and 45: Pongo los fideos. Contesto algunos
- Page 46 and 47: recibido. Me distraigo. Se va la no
- Page 48 and 49: Eso que dueleDecían que eran parte
- Page 50 and 51: espalda, me quiero ir a la cama. Mi
- Page 52 and 53: Asiente.Salimos a su jardín y nos
- Page 54 and 55: ¡Alto ahí!—Aprendizajes—Apren
- Page 56 and 57: Doce cancionesNunca me gustaron los
- Page 58 and 59: Sube un pibe al escenario. «Siempr
- Page 60 and 61: descanso me siento mejor. Aunque no
- Page 62 and 63: gente que no quieras tanto. Porque
- Page 64 and 65: cansa de patearme. Entonces se agac
- Page 66 and 67: —¿Cuántas cosas vas a probar, M
- Page 68 and 69: pared, roja de forzar la voz. Miran
- Page 70 and 71: PuenteSalimos de clase, y él me di
- Page 72 and 73: —No, gracias, tengo que esperar a
- Page 74 and 75: Se vuelve a reír y me abraza.—So
- Page 76 and 77: RefugioTengo veintitrés años. Est
- Page 78 and 79: inventar diferentes miradas para el
- Page 80 and 81:
cuando te bajás. Pocas cosas me gu
- Page 82 and 83:
perros, ancianos, estrellas de rock
- Page 84 and 85:
hermanos. Porque yo me puedo morir
- Page 86 and 87:
Entramos al cuarto y mi mamá está
- Page 88 and 89:
Un secretoMe llevó muchos años de
- Page 90 and 91:
—No sé. Te juro que no sé. Pero
- Page 92 and 93:
Vivir sin sentidoFue docente mío d
- Page 94 and 95:
Me di cuenta temprano que la vida n
- Page 96 and 97:
La niña y la adultaSe encienden la
- Page 98 and 99:
consultando. ¿Vos querés mejorar?
- Page 100 and 101:
SaloméYo tenía siete años cuando
- Page 102 and 103:
reímos, ella estuvo enojada varios
- Page 104 and 105:
quedo parada mirando la escalera. N
- Page 106 and 107:
que luchan, los que se reciben en l
- Page 108 and 109:
porque detestaba la rutina. Apenas
- Page 110 and 111:
La brújula rotaMe pierdo todo el t
- Page 112 and 113:
ver a las personas tan felices todo
- Page 114 and 115:
MiedoNos vemos una vez por semana e
- Page 116 and 117:
cuando nos conocimos». «¿Por qu
- Page 118 and 119:
Entonces, resumiendoMe gustan el ca
- Page 120 and 121:
¡Alto ahí!—Al revés de mí—D
- Page 122 and 123:
Find what you love and let it kill
- Page 124 and 125:
¡Alto ahí!—Bonus Track: Locos
- Page 126:
A vos, que me leiste:Gracias.Este l