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Arde la vida - Magali Tajes

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descanso me siento mejor. Aunque no me dé gracia, me río. «¿De qué te

reís?». «De que no puedo creer lo que me estás diciendo. Y aparte el parque

de la costa queda en la loma del orto». «Tomémonos otro tiempo, Magui,

dale».

Fueron diez días.

Tres mil seiscientas canciones.

Dos borracheras.

Un parcial.

Muchos ríos de lágrimas.

—Acá estamos.

—Sí.

—Bueno. Creo que ya nos dijimos rodo.

—Sí…

—Bueno. Espero que… nada, acomodes las cosas en tu cabeza.

—Magui, sos uno de los lugares más lindos que conocí.

Pienso en decir: Y eso que fuiste a París. Pero no digo nada. No tengo

ganas de hacer chistes. Un lugar. Soy un lugar. Y yo que creí que era una

persona.

—Por ahí en un tiempo…

—No. No te quiero volver a ver.

—¿Por qué?

—Porque me parece lo más sano. No me escribas tampoco. Aguantate la

decisión que tomaste.

—Vos también decidiste esto, Magalí.

—Sí, claro. Común acuerdo, si preguntan, ¿no? No vaya a ser que la

gente piense mal.

—No seas cruel.

—…

—Te voy a extrañar.

—Sí… Yo también. Voy a extrañar muchas cosas…

—¿Vas a empezar stand up?

—Sí.

—Tratá de hacer chistes con el humor del stand up. Porque vos como que

tenes otro humor… y no sé. ¿Me entendés?

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