—No sé. Te juro que no sé. Pero sí me gustaron algunas chicas y megusta una ahora. Y creo que bueno, es lindo compartirlo con vos.Yo en ese momento lo veía como algo oculto a develar con personas a mielección. No lo tenía naturalizado, pensaba que tenía que saber con precisiónquién era para definirme. Con los años entendí que nada está nunca del todocerrado, que siempre hay grietas, pliegues, escapes, dudas. Que la sexualidades tan sólo una de las tantas contenciones y prisiones de la identidad.—Ay, nena, me asustaste. Primero que eso no es un secreto, y segundo,¡qué bueno que te permitas descubrir lo que todos somos!—¿Lo que todos somos?—Bisexuales, Magui.—¿Vos creés que todos somos bisexuales?—Sí.—Yo no sé si todos somos bisexuales. A veces pienso que sí, pero no sé.Supongo que me cuesta mucho estar segura de las cosas. Apenas meconvenzo de algo, tengo un argumento que le lleva la contra.—Y eso es lo que te hace interesante.—¿Yo te parezco interesante? Interesante sos vos, que te cortarías undedo por el hambre del mundo.—¿Vos no te lo cortarías?—No, Moni, es mi dedo.—¡Pero es el hambre del mundo!—Como somos las personas, en cinco años hay hambre de nuevo y yoperdí un dedo al pedo.Nos reímos y mientras hablábamos de cualquier cosa, sentí que ella mehabía sacado de la espalda un elefante de ciento cincuenta kilos.A los meses viajé y ya no pude seguir estudiando inglés por tiempo y pordinero. Hoy nos seguimos encontrando, esporádicamente. Y conversamoscomo si nos viéramos rodos los días. Compartimos cenas, teatro, cafés,momentos, risas, libros, ilusiones y eternas discusiones filosóficas.Mujer de fuego, me llama ella. La que siempre tiene historias, y nuncahistorietas. La que va ahí, a la llama, a quemarse. Aunque duela. Porque esallama da la luz que no da ningún fueguito bobo. Yo le digo trucha, porquecasi siempre cancela, a último momento, salidas que ella misma propone. Y
ella se ríe, y me da mil razones, y yo les resto importancia, porque realmenteno me importan. Me basta con lo que me dé, con su sola existencia a vecesentrecruzada con la mía. Porque eso pasa con las personas que te enseñan avivir. ¿Qué les vas a pedir? Te dieron lo más importante. Yo fui a estudiaringlés. Y Moni me dio cátedra de sueños, coraje y amistad. Esta es mi formade decirle: «Gradas. Me salvaste y me diste alas en el más frío de misinviernos».
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Relatos que entrelazan amores, dese
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PrólogoArde la vida. Como arde un
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dejamos soñar. Que la utopía sirv
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con el semáforo roto estuvo Perito
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Pompeya. Pero no me molestaba gasta
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sea un hongo extraño. Que también
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Frágil—Maga, vos no entendés la
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—¿Por qué le dicen Pelusa?—Po
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cuesta comprarla, ¿vos estás tira
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VoldemortTengo once años. Estamos
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playa. Después se quejan que está
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Tres inviernos después, mi mamá c
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Una plumaLos actos escolares son la
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quejé. Y ella me enseñó: «La vi
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Vivir esa quietud que llaman «Univ
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diferentes dividido en fragmentos,
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Los extrañosLas personas queremos
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blanca?». Sonríe: «La blanca es
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