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12 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES Vuelven a practicarlo una y otra vez. En poco tiempo se<br />

tornan emocionalmente frías. El instinto les dice que han tenido intimidad con otra persona, pero<br />

en su interior sienten que no hubo amor, que no existió verdadera entrega, ni se produjo un<br />

momento de profundidad emocional. Se les crea gran confusión sobre las relaciones amorosas<br />

porque el sexo llegó antes que el amor. El sexo separado del amor origina un sentimiento de gran<br />

vacío, y una notable confusión sobre la manera de amar. La repetición de actos sexuales como<br />

algo mecánico hace que el amor y el sexo no logren encajar. La consecuencia de todo esto es que la<br />

satisfacción se hace imposible y las chicas se sienten hastiadas. Lo bueno de esto es que cuando<br />

usted le hable a su hija de que el sexo está íntimamente unido a todos los aspectos de su vida, ella<br />

le creerá, porque lo que le dice tiene, de forma intuitiva, sentido para ella. Cuando usted le<br />

asegura que el pudor es una forma importante de protegerse y de honrar su integridad, también<br />

lo entenderá, porque los niños tienen un innato sentido del pudor. Usted deberá ser el protector<br />

de su hija, y deberá luchar contra una sociedad que le miente sobre el sexo y le niega su derecho<br />

al recato. Usted puede evitarse peleas diarias sobre ropa, revistas de moda, música o televisión,<br />

estableciendo algunas reglas generales. Si la sociedad obliga a su hija a crecer deprisa, prolongue<br />

el periodo del crecimiento usted. Cuando llegue el momento de escoger su ropa, haga que la elija<br />

dentro de unas normas. Si necesita algunas pautas, adopte las establecidas en el colegio de mi<br />

hija: blusas de cuello cerrado y faldas por debajo de la rodilla. Dígales que el motivo de esas<br />

normas no es que deba avergonzarse de su cuerpo, sino que ha de ser respetuosa con él. ¿Debe<br />

leer revistas para mujeres adultas a los ocho años? No. Quíteselas. Si su madre las tiene,<br />

manténgalas fuera de su alcance. ¿Debe ir su hija a pasar la noche a casa de amigas cuyos padres<br />

les permiten ver películas para mayores? No. Haga que otros padres —y también su hija—<br />

conozcan las normas que usted ha fijado. Y haga que su hija llame a casa si se violan esas reglas.<br />

Tal vez ella se sienta avergonzada, pero lo superará. Defienda el derecho de su hija a seguir<br />

siendo una niña. Defenderla de esta sociedad contaminada constituye todo un reto cuando ella tiene<br />

ocho, nueve o diez años. Esos retos pueden inten-

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