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180 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />
Así que, al cabo de quince minutos, ya no habría taxis que las pudieran llevar a casa. ¿Sabrían<br />
ellas esto? A las doce menos cinco entró en el bar y le dio unos golpecitos en el hombro a su<br />
hija. Cuando la chica se dio la vuelta, se puso furiosa.<br />
—¿Sabes qué hora es? —le preguntó él.<br />
—Ya nos íbamos, ya nos íbamos —dijo ella con una risita tonta—. Lo siento, papá. Pero ya sabes<br />
que no llevo reloj.<br />
Reunió a las amigas, y los cinco tomaron el último taxi que salía de la ciudad hacia el<br />
complejo turístico.<br />
—Me estaba poniendo colorado —me dijo Mike—. Estaba tan alterado y tan disgustado que tuve<br />
que esperar hasta la mañana siguiente para hablar con ellas.<br />
—Así que esperé hasta después del desayuno, cuando todos nos encontrábamos sentados en la<br />
playa. Entonces les pregunté cómo había ido la noche.<br />
—Fabulosa, señor Trent —me dijo una de ellas.<br />
Mi hija permanecía callada. Sabía muy bien que yo estaba muy enfadado.<br />
− ¿Os limitasteis a tomar sólo un par de copas? —les pregunté.<br />
—Todas afirmaron con la cabeza.<br />
—¿A qué hora nos marchamos de allí? ¿Alguna lo sabe? —Sí. Sobre las once y media,<br />
como usted nos pidió, señor Trent.<br />
—Verás, papá, estábamos muy a gusto —dijo Lizzie—. Yo me sentí muy avergonzada cuando<br />
entraste allí. ¿Por qué tuviste que hacerlo? —me preguntó.<br />
—Liz, o cualquiera de vosotras —volví a preguntar—. ¿Sabéis a qué hora terminaba el servicio<br />
de taxis?<br />
Lo miraron desconcertadas. Silencio.<br />
—Pues terminaba a medianoche; justo a medianoche. ¿A qué hora os saqué yo del bar?<br />
Nuevo desconcierto en sus miradas<br />
—eA las once y media? —preguntó una de ellas.<br />
—Nada de eso. A las once cincuenta y cinco —silencio por su parte—. ¿Qué habríais hecho sí<br />
hubierais perdido el último taxi?<br />
—Papá —dijo Liz—. Nos habíamos encontrado allí con unos chicos muy agradables. Venían de<br />
Estados Unidos. Uno de ellos, que se llamaba Zach, nos dijo que tenía coche. Se ofreció a<br />
traernos a casa con su amigo.