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ENSÉÑELA A CONOCER A DIOS 195<br />

la presencia de Dios y lo aman con mucha mejor disposición que nosotros.<br />

* * *<br />

Cuando Jada tenía once años, se le diagnosticó un<br />

extraño tumor cerebral. Sus padres y su hermano mayor<br />

estaban desolados. Era una chica fuerte, atlética, y<br />

parecía sumamente sana. Pero cuando su mirada<br />

empezó a mostrarse perdida y su cuerpo experimentó<br />

fuertes ataques, se dieron cuenta de que algo terrible le<br />

estaba sucediendo. El padre de Jada era una persona<br />

serena y amable que trataba de guardar para sí su dolor<br />

y parecer fuerte ante su esposa y su hijo. Pero siempre<br />

que escuchaba el diagnóstico de su hija sentía que el<br />

corazón se le rompía en el pecho.<br />

Stu y Joaquin no creían en Dios. Vivían sus vidas como<br />

si Él no existiese. Nunca iban a la iglesia. Los domingos<br />

eran simplemente días para la familia. Pero, a medida<br />

que fue sintiendo más cercana la muerte, Jada empezó a<br />

preocuparse por sus padres. También se preocupaba<br />

por su perro y por sus amigas. Pero, principalmente,<br />

se preocupaba por sí misma. A veces se la veía<br />

sumamente asustada por el proceso de la muerte.<br />

En cierta ocasión, tras haber pasado la mayor parte<br />

del día en cama, Jada se quedó dormida. Pero no<br />

estaba tranquila; se despertó en mitad de la noche y ya<br />

no logró dormirse de nuevo.<br />

Por la mañana abandonó su cuarto y se encontró a<br />

sus padres, que estaban hablando en la cocina. Las<br />

palabras que ellos escucharon de los labios de su hija<br />

cambiaron sus vidas.<br />

—Mamá, papá, ya no tenéis por qué preocuparos por<br />

mí. Anoche vino un ángel a mi cuarto y me dijo que voy<br />

a estar muy bien. Iré al Cielo y eso es muy bonito. Ya<br />

no tenemos por qué preocuparnos más. El ángel<br />

también me dijo que algún día vosotros vendréis a<br />

estar conmigo.<br />

Stu se quedó con la boca abierta. Enseguida pensó que Jada había tenido delirios debido a<br />

su tumor cerebral o a la medicación. No dijo palabra. Pero cuando la chica abandonó la cocina, se<br />

dio cuenta de que la actitud de su hija era muy distinta, que incluso su piel parecía diferente. Por<br />

primera vez en meses parecía feliz.

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