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ENSÉÑELA A CONOCER A DIOS 197<br />
eso, ¿sabe usted lo que hará? Cuando no<br />
valgan ni sus habilidades ni la ayuda que<br />
usted u otra persona pueda prestarle, ¿qué<br />
pensará ella, qué sentirá? ¿Rezará? ¿Sabrá a<br />
quién le está rezando? Lo que ella pueda hacer<br />
durante esos momentos cruciales de su vida<br />
depende de usted.<br />
¿Podrá o querrá usted enseñarle a que se<br />
vuelva hacia Dios cuando ella necesite ayuda<br />
desesperadamente?<br />
A los ojos de su hija, usted y su madre son<br />
el principio y el fin de la línea que trazan el<br />
amor, la ayuda y el apoyo. Más allá de<br />
ustedes, ella nada ve. Muchas chicas que se<br />
sienten emocionalmente rechazadas y<br />
abandonadas, o simplemente incomprendidas<br />
durante ciertas etapas de su vida, necesitan<br />
encontrar seguridad en alguna parte. Por<br />
consiguiente se vuelven hacia alguien que sea<br />
más fuerte, más cariñoso y seguro para<br />
afianzarse en él. Muchos se vuelven hacia<br />
Díos. Pero otros se vuelven hacia cosas que<br />
no son saludables (ya sean drogas, sexo,<br />
alcohol o cultos peligrosos) porque se sienten<br />
desesperados.<br />
También muchas chicas sanas necesitan<br />
algo o alguien distinto de usted para unirse a<br />
él cuando maduran emocional y psicológicamente.<br />
Se trata de un proceso normal y<br />
saludable. Durante los primeros años de su<br />
infancia su hija se une fácilmente a usted,<br />
siempre que le proporcione suficiente cariño.<br />
A medida que va entrando en la adolescencia<br />
empezará a apartarse de usted para ver qué<br />
es lo que puede hallar por su cuenta. Pero<br />
seguirá necesitando un ancla mientras se<br />
aventura por nuevos territorios. Cuando<br />
usted no esté allí para ser su ancla,<br />
necesitará a otra persona. Muchos padres —<br />
y muchos adolescentes— querrán que ese<br />
alguien sea Dios. Yo creo que las adolescentes<br />
necesitan la fe, porque esa fe en Dios les<br />
proporciona esperanza. Y su hija necesita<br />
esperanza. Todos la necesitamos. Hay tanto<br />
dolor y cinismo en el mundo que muchos de<br />
nosotros nos volvemos duros y fatalistas. Los<br />
niños no; ellos no se sienten tan<br />
desilusionados. Se agarran a la esperanza con<br />
mayor facilidad que nosotros, por eso hemos<br />
de procurar no retirarles esa esperanza