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83899389-Padres-Fuertes-Hijas-Felices

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impregnado de la idea feminista de que las<br />

mujeres no necesitan a los hombres. Pero sí,<br />

los necesitamos. Necesitamos padres,<br />

maridos, amantes, protectores y cuidadores.<br />

Decir esto no contradice la verdad más<br />

elemental de la naturaleza humana.<br />

Necesitamos a los demás. Y las mujeres<br />

necesitan a otros seres, además de a las<br />

propias mujeres.<br />

222 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />

Por tanto, aunque la sociedad le diga a su hija que necesita ser independiente, usted habrá de<br />

asegurarle que esto es un desarrollo saludable y natural de la psicología (y así debe ser), pero que<br />

no constituye ninguna novedad. Los hijos deben aprender —y ganarse— su propia independencia.<br />

Pero durante la adolescencia los padres se olvidan de<br />

dejar su impronta. Todos solemos creer que las<br />

adolescentes son «imposibles». Se nos ha dicho que la<br />

adolescencia es una época normal y saludable, incluso<br />

si su hija pasa por un periodo de malos humores, o se<br />

muestra desagradable y descontrolada. Y que usted<br />

tiene que «darle su espacio».<br />

Como médico que trata con adolescentes, sé que todo<br />

eso está totalmente equivocado. La «adolescencia» no<br />

es normal bajo un punto de vista biológico. Por<br />

supuesto, su hija sufrirá cambios durante la pubertad,<br />

pero esos cambios son físicos. Sin embargo, la imagen<br />

que tenemos de la rebelión adolescente y de esa<br />

independencia no procede de la bioquímica de su hija;<br />

se trata de algo que es —y ha sido— inventado por el<br />

moderno marketing. Es un «producto» que ni usted ni<br />

su hija tienen que comprar.<br />

La idea de que los padres deben dejar a sus hijos<br />

adolescentes en paz sólo sirve para vender más<br />

fácilmente ese producto a su hija; y, en realidad, solo es<br />

útil para producir o exacerbar lo que damos en llamar<br />

«los problemas de los adolescentes».<br />

Su hija de trece años le necesita a usted más aún<br />

que la de dieciséis. Ocúpese de ella.<br />

Necesito más<br />

Esto es un problema muy sencillo. Pero también es algo que, por lo general, se ignora. A los<br />

padres les resulta difícil decir que no cuando los hijos les ruegan: «Papá, por favor, papá,<br />

necesito...». La cosa empieza por los juguetes, después ya son los discos compactos, más tarde la<br />

televisión en su dormitorio y vaqueros de diseño; en fin, usted ya conoce la lista. El problema no está<br />

en tener cosas. El problema está en pensar que esas «cosas» le van a hacer más feliz. Antiguamente,<br />

los padres entendían muy bien y de forma instintiva los peligros que conlleva malcriar a los hijos.<br />

Hoy día, hay que recordarles a los padres que el ceder al «yo necesito» es establecer un círculo<br />

vicioso de adqui-

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