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PRAGMATISMO Y FIRMEZA 141<br />
Por qué su hija necesita su pragmatismo<br />
Una amiga mía suele bromear diciendo que en el<br />
mundo hay dos tipos de mujeres: las princesas y las<br />
«currantes». Las princesas creen que se merecen una<br />
vida mejor que la que tienen, y esperan que los demás<br />
las sirvan. Las currantes suponen que cualquier mejora<br />
que pueda producirse en su vida será debida a su<br />
esfuerzo y a su trabajo; que son ellas las únicas<br />
artífices de su felicidad. Para la mayoría de nosotros,<br />
las princesas son seres que están muy equivocados;<br />
pero cada vez que decimos a nuestras hijas que «se<br />
merecen lo mejor de la vida» estamos creando<br />
princesas. No obstante, las princesas se suelen<br />
deprimir, porque no siempre consiguen «lo mejor de la<br />
vida». Se les ha enseñado a ser egocéntricas. Sus<br />
vidas están centradas en sus necesidades y en sus<br />
deseos; y esperan que los demás —va sean sus<br />
padres, los profesores, los amigos y, finalmente, sus<br />
cónyuges-- se preocupen de esas necesidades y de<br />
esos deseos suyos. Las princesas utilizan el pronombre<br />
«yo» de forma tan habitual que sus vidas se vuelven<br />
muy mezquinas. Y su incesante búsqueda de «lo mejor<br />
de la vida» se vuelve desesperada, porque siempre<br />
hay algo mejor que no está a su alcance. Le ponemos<br />
mala cara a la niña de nuestro vecino porque no para<br />
de gritar «¡Yo lo quiero!», pero ¿acaso se diferencia de<br />
la joven profesional de veinticinco años que no para de<br />
referirse a sí misma en cualquier conversación, y que<br />
piensa que los demás no son más que objetos que ella<br />
puede manejar a su gusto para lograr sus fines?<br />
Las jóvenes piensan, sienten y se preguntan sobre<br />
sus propios pensamientos y sentimientos. Y, debido a<br />
que muchas chicas (y probablemente su misma hija)<br />
poseen la suficiente sutileza psicológica como para<br />
saber lo que sienten y lo que quieren, están muy bien<br />
dotadas para intentar conseguirlo.<br />
Pero es ahí en donde interviene el padre. Cuando ella se entrega a sus ensoñaciones sobre<br />
el tipo de chica que quiere ser y lo que espera conseguir de la vida, está siguiendo las pautas<br />
que usted le marcó. Si enseñó a su hija —aunque fuera de forma inadvertida—que existen otras<br />
personas que están a su servicio para atender a sus necesidades y deseos, esperará que los<br />
demás cumplan ese papel. Si, por el contrario, le enseñó que la vida tiene límites y que no<br />
todas sus necesidades o deseos pueden conseguirse, ella aceptará esta