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194 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />

hija tenga que enfrentarse a esas situaciones, ¿estará preparada? ¿Sabrá quién es Dios?<br />

¿Sabrá que Dios la escucha? ¿O bien mirará hacia fuera y se encontrará con la nada? Los padres<br />

agnósticos que privan a sus hijas de Dios dicen con frecuencia que lo hacen así porque no necesitan<br />

ayudas extrañas. Dios, dicen, es solamente para los débiles.<br />

Pero toda hija necesita ayuda, y lo mismo les pasa a<br />

los padres. No la prive de esa ayuda y de esa<br />

esperanza. Hay momentos en los que ella las<br />

necesitará, cuando se sienta sola, cuando el único ser al<br />

que una pueda volverse sea Dios. Yo he estado<br />

acompañando a pacientes en sus últimos momentos y<br />

puedo decirle que la muerte está envuelta en el<br />

misterio. Tuve en mis manos a un bebé prematuro de<br />

apenas un kilo de peso durante cuarenta y cinco<br />

minutos, después de haber intentado vanamente<br />

salvarlo. Froté los hinchados pies de una anciana en<br />

estado comatoso y pude comprobar cómo su cuerpo<br />

cambiaba al morir. Y no por simples cambios fisiológicos:<br />

el ritmo de su corazón se mantenía regular. Su<br />

respiración, aunque muy débil, era normal. Pero algo<br />

había cambiado: ella ya se había ido antes de morir.<br />

Al hablar con Judy sobre sus recuerdos del accidente<br />

de coche que sufrió, de su estado de coma y de su<br />

posterior recuperación, le pregunté si había alguna<br />

persona a la que conociera antes del accidente y a la<br />

que viese igual después de haberlo tenido.<br />

Su respuesta me golpeó como una corriente eléctrica.<br />

—Sí. Solamente una persona. Dios. Antes del<br />

accidente yo rezaba mucho. Asistía a la iglesia y<br />

comprendía lo que era Dios y lo que Cristo significaba.<br />

Cuando estaba en coma, sentí Su presencia. Estaba<br />

allí. Se encontraba a mi lado. Y cuando desperté, al<br />

principio solamente pude reconocer a Dios. Todos los<br />

demás seres que formaban parte de mi vida me<br />

parecieron extraños.<br />

Una de las cosas que más me gustan de la medicina es que se requiere sinceridad. Las<br />

personas enfermas hablan muy claro. Me he dado cuenta de que los seres que se encuentran<br />

seriamente enfermos manifiestan con claridad sus pensamientos y hablan de Dios muy llanamente.<br />

La mayoría son creyentes. Otros no lo son. Pero, por lo general, los adolescentes suelen creer en<br />

Dios. Tanto sus cabezas como sus corazones son menos obtusos que los nuestros; aceptan

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