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24 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />

pero él no salía de su asombro. Ese conocimiento y las imágenes mentales que pudo crear le<br />

mostraron algo que no necesitaba saber y para lo que no estaba preparado a su edad. En el<br />

mundo de hoy, los adultos tenemos un ímprobo trabajo si queremos que nuestros niños sigan<br />

siendo niños. Porque nuestros hijos se ven forzados a entrar en un mundo de adultos de manera<br />

prematura; un mundo que nuestros padres, por no mencionar a nuestros abuelos, hubieran<br />

considerado pornográfico.<br />

Cuando su hija tenga doce o trece años se enterará de lo que es el sexo oral y no le faltarán<br />

oportunidades de ver en alguna película a alguien que lo practica. Se sentirá cómoda<br />

empleando la palabra «preservativo» y sabrá cómo es ese artilugio porque lo habrá visto en la<br />

televisión o en la escuela. Muchos profesores bienintencionados, y convencidos de que hay que<br />

romper los tabúes que disponen que los adultos no deben hablar a los niños sobre el sexo, se<br />

enorgullecerán de hablar con ella sobre ese tema de forma abierta y sincera. El problema radica en<br />

que, lamentablemente, muchos educadores sexuales se han quedado notablemente anticuados,<br />

en que la información que poseen está obsoleta. Y además, algunos de los personajes llamados<br />

«famosos» tampoco ayudan demasiado. Sharon Stone, por ejemplo, indicaba recientemente a los<br />

adolescentes que deberían practicar más el sexo oral que el coito, porque, me imagino yo, creía<br />

que esas prácticas sexuales eran más seguras. Pero ¿es que acaso no sabe que cualquier<br />

enfermedad de transmisión sexual1 que un chico pueda contraer en el coito, también puede<br />

contraerla en el sexo oral? Lo dudo. Seguramente cree que sus recomendaciones son el no va más<br />

de la nueva era de la educación sexual; pero el problema estriba en que sus especulaciones están<br />

trasnochadas y no ha tenido tiempo de leer los nuevos descubrimientos científicos. Ella no ve lo<br />

que vemos los médicos. No obstante, sus palabras, y las de otras figuras como ella, llegan a<br />

millones de adolescentes, enviándoles un mensaje sobre el «sexo seguro» que, desgraciadamente,<br />

no es seguro.<br />

Imagínese estas dos escenas:<br />

En la primera, usted regresa al final de su jornada de trabajo, entra en casa y allí está ella.<br />

Tiene doce años y está chillando y

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