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156 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />

La medicina ha experimentado avances científicos enormes que me permiten ver dentro del<br />

cuerpo de mis pacientes de forma tan clara como si estuviera contemplando un dibujo en un<br />

libro de texto. Puedo recetar medicamentos que tranquilizan a los niños, curar algún tipo de<br />

cáncer y prolongar la vida de otros enfermitos que padecen el sida.<br />

Pero todos los elementos de que dispongo en mi arsenal médico no pueden asegurar a mis<br />

pacientes una vida llena de éxitos. Puedo hacer que lleguen sanos hasta que se hagan adultos,<br />

pero al llegar a ese punto tal vez se desplomen. Las hijas pueden sentirse confundidas por su<br />

relación con novios que se muestran fríos. Establecen relaciones con individuos poco fiables, o se<br />

vuelven demasiado confiadas. Muchas jóvenes se sienten aterrorizadas ante la idea del<br />

matrimonio por lo que han llegado a ver —o no han visto— en su casa, mientras se iban haciendo<br />

mayores.<br />

<strong>Padres</strong>, son ustedes los que pueden establecer la diferencia. Y lo más importante para<br />

establecer esa diferencia es mantener a la familia unida. La causa más corriente de desgracia e<br />

infelicidad, la que afecta a los niños más que ninguna otra cosa, es el divorcio. El divorcio es el<br />

problema central que ha marcado a una generación de jóvenes que corren un gran peligro de caer<br />

en relaciones caóticas, de padecer enfermedades de transmisión sexual y una gran confusión a la<br />

hora de fijarse el objetivo de sus vidas. Por eso son los padres que logran mantener unidas a sus<br />

familias los que pueden establecer la gran diferencia.<br />

Pero supongamos que ya es demasiado tarde. Supongamos que usted ya se ha divorciado. Si<br />

éste es su caso, no se detenga; utilice todo su arrojo para rehacer y mejorar la relación con su hija.<br />

Si hasta entonces no ha constituido el centro de su vida, trate de que sea así a partir de ahora.<br />

Piense del siguiente modo: si hubiera perdido su trabajo ¿dejaría usted por eso de trabajar? Por<br />

supuesto que no, porque no podría permitírselo. Pues, del mismo modo, tampoco puede permitirse<br />

perder a su hija. Si ha perdido su relación con ella, preocúpese de recuperarla. Puede hacerlo. La<br />

virilidad considera la dificultad como otro problema más que hay que resolver. Sé que muchos<br />

hombres pierden la confianza en sus relaciones con las mujeres porque éstas los confunden. He<br />

comprobado que esto ocurre una y otra vez. Pero

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