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PRAGMATISMO Y FIRMEZA 143<br />
Inevitablemente, su hija tendrá que<br />
enfrentarse al sufrimiento. La gente se muere,<br />
y los seres queridos enferman de cáncer. Tal<br />
vez a ella no la inviten a salir sus amigos.<br />
Quizás se quede embarazada a los dieciséis<br />
años. Es posible que caiga en alteraciones<br />
alimentarías. Sin duda tendrá que enfrentarse<br />
a problemas, como le pasó a usted. Algunos<br />
pueden resolverse, otros no. Pero si ella ha de<br />
vivir una vida saludable y plena, necesitará<br />
decidir cómo va a enfrentarse a sus problemas.<br />
Las princesas también se encuentran con<br />
problemas, pero esperan que otros se los<br />
resuelvan. Cuando las princesas tienen<br />
malas notas, o se quedan embarazadas a los<br />
dieciséis años, o son expulsadas del colegio,<br />
siempre es por culpa de otros, que obraron<br />
mal; siempre es culpa de los demás. Ellas<br />
confían en que los otros —por lo general, sus<br />
seres más allegados, especialmente mami y<br />
papi— trabajen intensamente para resolver<br />
sus problemas.<br />
No permita que su hija crezca para ser una víctima de la vida. Nuestra sociedad ya<br />
se esfuerza demasiado en querer que haya víctimas. Por ese motivo forjamos<br />
personas desvalidas, incapaces y terriblemente necesitadas. Pero usted, como<br />
padre, puede impedir eso. Usted puede enseñar a su hija a hacer, no a necesitar.<br />
La acción ayuda, la acción puede curar. Y los padres son expertos en analizar un<br />
problema y buscar la solución. La acción que emprende su hija puede variar, desde<br />
la manera de hacer amigos, a cambiar de colegio o, incluso, pensar de forma diferente.<br />
Esa acción compromete la voluntad y le proporciona energía. La acción significa que<br />
su hija sabrá que es ella, y no los demás, quien establece su propio destino.<br />
He visto a muchas jóvenes con trastornos alimenticios. No pueden empezar a<br />
recuperarse hasta que se comprometen a trabajar duramente en un programa de<br />
curación. Esto es así también en la depresión, en el alcoholismo y en otras muchas<br />
circunstancias. Como médico, mi trabajo es diagnosticar problemas, establecer un<br />
plan de tratamiento y dar instrucciones a mis pacientes. En este sentido, y en gran<br />
medida, el padre también es un médico para su hija.<br />
Permítame que le hable de cómo Bill ayudó a Cara en su anorexia nerviosa. Cuando<br />
Cara tenía dieciocho años, vino a verme —por su propia voluntad— porque se sentía<br />
triste, confusa y aturdida. Y lo que todavía era peor, los dedos de manos y pies se<br />
le estaban poniendo azules. No tenía ni idea de que padecía una alteración ali-