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170 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />
con sus amigos y pase más tiempo sobrio con su familia. Si su debilidad son las mujeres,<br />
establezca normas para protegerse. Billy Graham" (incluso él, un gigante espiritual de nuestra<br />
era) se sintió tentado por las mujeres; para evitarlo se llevaba siempre a un amigo cuando viajaba,<br />
lo que le impedía estar a solas con una mujer. Tal vez la regla de él no valga en su caso. A usted<br />
le toca decidir. ¿Cuánto valor tiene su hija para usted? Si oculta cosas, su familia hará lo mismo.<br />
Tiene que poner a la familia en primer lugar. Ellos están antes incluso que su carrera.<br />
En lo que respecta a las mentiras, hable con su hija de la importancia que tiene decir la verdad.<br />
Enséñela a confiar en que los demás no mienten; prepárela para que sepa distinguir a las<br />
personas sinceras (tendrá muchas ocasiones para hacerlo en el colegio). Dígale que no podrá<br />
haber una buena relación entre ustedes si hay lugar para la mentira. ¿Por qué? Porque si usted o<br />
ella dicen falsedades, aunque sólo sea una pequeña mentira, la confianza se romperá entre los dos.<br />
Hágale saber a su hija que usted quiere mantener con ella una relación basada en la confianza; y<br />
que sólo de esa forma podrán estar unidos.<br />
También deberá observar con mucha atención su forma de pensar, de hablar y de<br />
comportarse. No es fácil, pero debe hacerlo. Su hija le observa todo el tiempo, y la verdad es<br />
que si usted le miente, aunque ella desconozca los detalles, se dará cuenta de que algo no<br />
marcha. Las hijas son así. Mi marido y yo fuimos amigos durante muchos años de otro<br />
matrimonio. Les llamaremos Bob y Hilary. Nos visitaban frecuentemente y pasaban muchos fines de<br />
semana con nosotros. Eran gente muy simpática y lo pasábamos muy bien con ellos. Parecían muy<br />
felices en su matrimonio. Cierto día mi marido recibió una llamada telefónica de Bob. Estaba muy<br />
furioso y apenado. Después de veintidós años de matrimonio había descubierto que su mujer había<br />
tenido un romance bastante serio durante cinco años. Nos quedamos estupefactos. Por desgracia<br />
hablamos de este tema una noche en la cocina. Dos de nuestras hijas, que tenían diez y doce años<br />
respectivamente, nos oyeron. Tomaron parte en la conversación y nos vimos obligados a decirles lo<br />
que había sucedido. Nunca olvidaré lo que dijo la mayor de nuestras hijas:<br />
9 ° Predicador protestante estadounidense.