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124 PADRES FUERTES, HIJAS FELICES<br />

Creo que existen dos razones para esto. La primera es que los adolescentes no piensan como lo<br />

hacen los adultos. Creen que las desgracias no les van a suceder a ellos. Por tanto, piensan que si<br />

han tenido relaciones sexuales unas cuantas veces y «no han cogido» una infección, es que no la van<br />

a coger nunca. Y, con frecuencia, muchos no saben que están infectados. Hay que recordar que<br />

entre el 70 y el 80 por ciento de las veces, una persona infectada no presenta síntomas. Dicho<br />

porcentaje es válido para el herpes, la clamidia y muchas otras infecciones, cuyas consecuencias<br />

aparecerán más tarde. Por tanto, las adolescentes pueden llegar a pensar que se encuentran perfectamente<br />

hasta que dan a luz un bebé cuyo cerebro está dañado a causa del herpes.<br />

En segundo lugar, veo que hay algo en el interior de los chicos —tanto de ellos como de ellas—<br />

que cambia tras haber mantenido un tiempo de relaciones, ya sea con una o con varias parejas.<br />

Parece como si ya no se preocupasen del mismo modo. Muchos adoptan la actitud de «por qué<br />

molestarse». Creo que dejan de usar el preservativo porque no piensan que corren peligro; y si lo<br />

corren, les da igual. Esta es mi opinión personal.<br />

El punto capital para ustedes, padres, es que los preservativos, por sí solos, no son prevención<br />

suficiente para sus hijas. Al menos, a largo plazo. Así pues, necesitan ayudarlas de un modo que<br />

sus padres no llegaron a ayudarles a ustedes, cuando tenían su misma edad. Pero hoy la vida es<br />

diferente, realmente distinta.<br />

La depresión como enfermedad de transmisión sexual<br />

En mí profesión paso mucho tiempo escuchando y aconsejando a las adolescentes. Y veo muchas<br />

depresiones. Las padecen tanto chicas como chicos, y su gravedad tiene diferentes grados. La<br />

vinculación entre la actividad sexual de las adolescentes y la depresión es tan fuerte que hace<br />

varios años empecé a decirles a mis pacientes que no podría tratar su depresión si no dejaban de<br />

mantener relaciones sexuales, al menos durante un tiempo. Muchos de los chicos que habían<br />

mantenido relaciones durante largo tiempo pensaron que les resultaría imposible dejarlo<br />

durante más de unos pocos meses. Al principio se resistieron, y dijeron que no podían o que no

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