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SEA USTED EL HOMBRE QUE QUISIERA PARA MARIDO DE SU HIJA 177<br />
nada que ganar y nada que perder» es poseer la auténtica libertad. Usted quiere que su hija<br />
viva con libertad y sin miedo. Por tanto, muéstrele cómo conseguirlo. Sea usted como el hombre<br />
con el que quisiera que ella se casase; porque hay muchas probabilidades de que cuando ella sea<br />
mayor le busque a usted (aunque sea de forma subconsciente) en otro hombre. Y si usted no tiene<br />
mucha idea de cómo es un buen padre, busque a su alrededor hasta que encuentre uno que lo<br />
haga verdaderamente bien. Entonces, obsérvelo, aprenda de él, imítelo. Y a medida que vaya<br />
practicando, irá cambiando la vida de su hija. Ella absorberá lo que es usted. Y un buen día encontrará<br />
la persona adecuada y le recompensará con un yerno al que usted podrá respetar.<br />
Encuentre la armonía, por usted y por su hija<br />
Los padres inteligentes saben que, en la vida de sus hijas, la diferencia entre la plenitud y el<br />
desastre, entre el gozo y la ansiedad, puede depender de una decisión equivocada. Su pequeñita<br />
de tres años lleva su patinete a la calle. Su hija adolescente de catorce años deja al grupo de<br />
amigos al salir del cine y se va sola con su novio. Su hija de diecinueve años regresa a casa<br />
conduciendo, después de haber tomado «sólo» un par de copas.<br />
Como padre que es, tendrá que vivir con esa tensión. Usted quiere que su hija esté segura,<br />
pero también quiere que sea independiente. Quiere que sea valiente, pero no temeraria. Quiere<br />
que sepa amar, pero que no sea demasiado dependiente. Aunque no pueda cambiar su<br />
personalidad, o determinar todos los cambios que surjan en su vida, puede apoyarla, situarla en<br />
la dirección correcta y ayudarla a madurar. Y el modo que ella tenga de madurar dependerá de lo<br />
que vea cuando le observe a usted enfrentarse a los grandes retos de la vida, cuando muestre<br />
usted arrojo en medio de los desafíos. ¿Y dónde puede ella advertir su valor? En todas partes. Mi<br />
cuñada observaba cómo su padre, que era médico, iba a las cárceles a realizar autopsias de<br />
reclusos que habían muerto de sida, cuando ningún otro médico lo hacía. Hace poco escuché a un<br />
padre de dos gemelas de quince años decirles que podían encontrarse bien, incluso volver a ser<br />
felices, después de que su madre muriera de un cáncer de