SAN AGUSTÍN - Alma de Cántaro

198 Concordancia de los evangelistas 1,1,2
que oyeron de su boca o los dichos y hechos que él realizó
ante sus ojos, sino también lo que, antes de constituirse en
discípulos suyos, había obrado Dios referente a su natividad
o infancia o niñez y merecía ser recordado. Pudieron informarse
y conocerlo ya de él mismo, ya de sus padres o a través
de otros indicios s que no dejaban duda, o de testigos fidelísimos.
Una vez que les fue impuesto el deber de proclamar el
Evangelios, se ocuparon de anunciarlo al género humano.
Algunos de ellos, es decir, Mateo ? y Juan«, hasta publicaron
en libros aparte lo que les pareció» que debían escribir y
escribieron acerca de él.
2. Y para que no se piense que tiene alguna importancia,
en lo que se refiere a la acogida y predicación del Evangelio,
el que lo anuncien, en condición de humildes discípulos,
quienes siguieron al Señor cuando se hallaba en vida
aquí, o quienes creyeron lo que descubrieron con fe de boca
de ellos, la divina Providencia, por medio del Espíritu Santo,
hizo que también a algunos de los primeros en seguir a los
tum ctiam praesentem in carne uiderunt, cuius non solum ea, quae ex
ore eius audita uel ab illo sub oculis suis operata dicta et facta meminerant,
uerum etiam quae, priusquam illi per discipulatum adhaeserant,
in eius natiuitate uel infamia uel pueritia diuinitus gesta et digna memoria
siue ab ipso siue a parentibus eius siue quibuslibet alus certissimis
indiciis et fidelissimis testimoniis requirere et cognoscere potuerunt,
inposito sibi euangelizandi muñere generi humano adnuntiare curarunt.
Quorum quídam, hoc est Mattheus et Iohannes, etiam scripta de
illo, quae scribenda uisa sunt, libris singulis ediderunt.
2. Ac ne putaretur, quod adtinet ad percipiendum et praedicandum
euangelium, interesse aliquid, utrum illi adnuntient, qui eundem
Dominum hic in carne apparentem discipulatu famulante secuti sunt,
an hi, qui ex illis fideliter conperta crediderunt, diuina prouidentia
procuratum est per Spiritum Sanctum, ut quibusdam etiam ex illis, qui
testigos presenciales de oído y de vista de lo dicho y obrado por Jesús, y donde no llega
esa condición de testigo presencial, por ejemplo, respecto a su infancia y niñez, de una
actividad específica de investigación para conocer las obras divinas, apoyándose en
bases fiables: ya el mismo Jesús, ya sus parientes, ya testigos que merecían toda fe, o de
deducciones inequívocas (cf. nota siguiente).
5 El indicium, Quintiliano (Instit. Orat. 5, 9,9) lo identifica con el signum, y es
aquello per quod alia res intelligitur, y pone como ejemplo la muerte, que se deduce
de la presencia de la sangre. Como cabe la posibilidad del error, Agustín, para el caso
de los apóstoles, añade certissimis.
6 Esta idea del deber de anunciar el Evangelio impuesto por Dios la volverá a
recordar Agustín. Cf. 1, 35,54.
7 Cf. nota complementaria 2: Mateo.
8 Cf. nota complementaria 3: Juan.
» La afirmación tiene su importancia porque Agustín se servirá de ese convencimiento,
existente también en la exégesis moderna, de que hubo una selección deliberada
del material para explicar divergencias entre los evangelistas.
1, 1, 2 Libro I 199
apóstoles se les otorgase la autoridad 10 no sólo de anunciar,
sino también de escribir el Evangelio. Estos son Marcos y
Lucas 11 .
Las otras personas que intentaron u osaron escribir algo
acerca de lo que hizo el Señor o hicieron los apóstoles 12 no
poseían en su época categoría suficiente para que la Iglesia
les otorgase credibilidad e incluyese sus escritos dentro de la
autoridad canónica de los libros sagrados 13. Y no sólo porque
ellos no fuesen personas a cuyos relatos fuese oportuno
dar crédito, sino también porque a sus escritos añadieron
con engaño algunos puntos que condena la regla de fe católica
y apostólica •< y la sana doctrina ^.
primos apostólos sequebantur, non solum adnuntiandi, uerum etiam
scribendi euangelium tribueretur auctoritas. Hi sunt Marcus et Lucas.
Ceteri autem homines, qui de Domini uel de apostolorum actibus aliqua
scribere conati uel ausi sunt, non tales suis temporibus extiterunt,
ut eis fidem haberet Ecclesia adque in [3] auctoritatem canonicam Sanctorum
Librorum eorum scripta reciperet, nec solum quia illi non tales
erant, quibus narrantibus credi oporteret, sed etiam quia scriptis suis
quaedam fallaciter indiderunt, quae catholica adque apostólica regula
fidei et sana doctrina condemnat.
10 La autoridad es un don, una concesión de Dios, no conquista personal. Cf. nota
complementaria 1: Autoridad.
11 Que no todos los anunciadores del Evangelio ni incluso los evangelistas hayan
sido testigos presenciales y otros no, no es puro accidente, sino disposición providencial
de Dios por obra del Espíritu. AI que acoge el Evangelio nada le afecta, porque aun
los segundos beben de los primeros. En todo caso, lo que a Agustín más le interesa
resaltar es la acción del Espíritu Santo en la composición de los evangelios. Cf. nota
complementaria 4: Lucas.
12 Se refiere a los autores de los evangelios y Hechos de los Apóstoles apócrifos.
Cabe pensar que Agustín no habla de forma genérica de los apócrifos, sino que tiene en
su mente aquellos que admitían los maniqueos, como los Hechos de Tomás, de Pedro,
de Juan (Contra Adimantum 17,2.5; Contra Faustum 22, 79; 30, 4), y otros hechos
de los apóstoles escritos por un tal Leucio (Contra Felicem 2, 6). Evidentemente, el
verbo -osar- lleva una connotación negativa.
15 La autoridad oficial, canónica, no es un dato sólo dogmático, sino que se apoya
en la credibilidad (fides) que, a juicio de la Iglesia, merecen los autores sagrados.
Agustín distingue bien la autoridad canónica de cualquier otra autoridad. Cf. Contra
Faustum 11,2.
14 Cf. L. CILLERUELO, El concepto 'regula^ en San Agustín: La Ciudad de Dios 181
(1968) 816-824, y C.P. MAYER, Herkunft und Normativitdt des Terminus -Regula'
bei Augustin: Mélanges T.J. van Bavel, I 127-154 (= Augustiniana 40 [1990]). Obviamente,
el término -católico- tiene el sentido etimológico, es decir, -universal», la fe
que profesa la Iglesia entera, no el -confesional».
15 La misma argumentación en De civitate Dei 15 23,4. Este último detalle, la
falsedad en algunos de sus puntos, es lo que define propiamente a esta clase de libros.
Otros, sin autoridad canónica, pueden tener otra clase de autoridad. Cf. Contra Faustum
11, 5.