Arte e Educação - Fundação Bienal do Mercosul

Introducción
Luis Camnitzer
En algún momento desafortunado de la historia,
algún filisteo o grupo de filisteos que ocupaba
una posición de poder decidió aislar al arte de la
educación y degradarlo, de la meta-disciplina del
conocimiento que había sido, a la disciplina y
artesanía que es hoy. Con ello se logró que paulatinamente
el acento de la actividad artística se
concentrara en la producción de objetos, que la
sociedad se dividiera en unos pocos fabricantes y
muchos compradores, y que el arte en las escuelas
fuera considerado un entretenimiento de lujo
prescindible en lugar de permanecer como una
forma de pensar.
El formato “bienal”, tanto como el de salón de
arte y el más reciente y menos hipócrita “feria de
arte”, son eflorescencias de este cambio. Son lugares
en donde se compite nacional e individualmente,
y en donde se estimulan las posiciones
relativas de los artistas en el mercado. Es
paradójico entonces que una de esas bienales, la
Bienal de Mercosur, salga de esa configuración y
aparezca en el mapa como una “bienal pedagógica”,
una bienal que profesa concentrarse en la
función educativa del arte por encima de la idea
de un campeonato mercantil. Con ello es la
primera vez que una bienal de arte internacional
trata de trascender su propia vocación expositiva
para transformarse en un instrumento radicalmente
dedicado a la transformación cultural.
En línea con esta decisión, el equipo curatorial ha
rediseñado la estructura de la Bienal para subrayar
la relación entre el artista y el público, para
enganchar al visitante en el proceso creativo del
artista, para lograr que el que es consumidor se
vaya equipando para ser creador; en otras palabras:
para volver a rescatar al arte como una metodología
del conocimiento. Queremos que el acento de la
muestra no esté en exhibir la inteligencia del artista,
sino en estimular la inteligencia del visitante.
Esta tarea, a su vez, estimula mucho más nuestra
inteligencia como artistas de lo que podría lograrlo
el narcisismo tradicional.
Pero sería ingenuo y arrogante pensar que una
Sexta Bienal de Mercosur pueda lograr todo esto.
Solamente podemos aspirar a crear un modelo que
vaya fertilizando lentamente el terreno para que,
muchas generaciones después, se cumpla con una
revisión profunda de la función social del arte. No
sabemos a esta altura si el modelo que proponemos
tiene siquiera una posibilidad de éxito mínimo en
lo que se propone. Probablemente no resulte ser
un modelo apropiado y termine siendo nada más
que un pequeño experimento exploratorio de
modelos posibles. En estos momentos solamente
sabemos que existe un problema que se manifiesta
en diversos campos, y que hay que tratar de
resolverlo.
El modelo de las primeras cinco Bienales de
Mercosur fue el mismo de todas las bienales
tradicionales. Se empleaba a un curador en jefe
con su equipo de colaboradores y juntos daban
forma a una visión curatorial a una selección de
obras y a su despliegue en las salas. Con ello se
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