Arte e Educação - Fundação Bienal do Mercosul

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Chelsea, en Nueva York, son sintomáticas, pero
no llegan a ser un catálogo exhaustivo), la
explosión de museos privados (piensen en Miami,
por ejemplo), el número creciente de museos de
relevancias arquitectónicas mundiales esperando
ser ocupados, los récords del mercado de subastas
en ascenso, un prolífico campo de financiamiento
de arte que imita los financiamientos mutuos o las
empresas de capital de riesgo, la abundancia de
publicaciones, las empresas de administración y
consultoría de arte, los consejeros de arte, los inversores
activos y también una base
extremadamente vasta de colecciones
transnacionales. Consideremos también la imagen
más hippie y el alto status de los artistas de la cultura
popular (John Malkovich en el papel de
Gustav Klimt, Ed Harris como Jackson Pollock,
Anthony Hopkins representando a Pablo Picasso,
Salma Hayek como Frida Kahlo, Nicole Kidman
como Diane Arbus, la reciente película de Milos
Foreman’s sobre Goya, con Natalie Portman, y
también los premios como el Turner y el Boss, que
presentan artistas, celebridades, etc. al público en
general).
Este ambiente cultural, sumado a la ausencia de
cualquier reforma verdadera en la educación artística
desde el movimiento de la Bauhaus, a
comienzos del siglo XX, hace que el énfasis dado
por la 6ª Bienal del Mercosur a la discusión y
contemplación del papel de la educación artística,
así como a su relación con nuestra recepción
del arte, sea no sólo bienvenida sino también
esencial, y tal vez hasta urgente.
Normalmente concentro mis observaciones en los
cursos de posgrado en artes, lo que solía considerar
como un espacio muy distinto del de la
graduación, aunque esto también esté cambiando
rápidamente. Soy consciente de que mis
comentarios son hechos desde un punto de vista
local y que no representan una posición dominante,
pero creo que, de cierta forma, son típicos
al menos de América del Norte. Este énfasis se
debe a dos razones principales: en primer lugar,
como director de la Escuela de Artes de la
Universidad de Columbia, administré por seis años
una escuela de posgrado y sé más sobre este tema;
en segundo lugar, trabajé con la Anaphiel
Foundation en Miami durante dos años intentando
determinar cómo debería ser una escuela
de posgrado en el siglo XXI. Por último, trabajo
actualmente con la Arizona State University en
Phoenix para establecer un instituto de medios
de comunicación, cultura e investigación, cuya
apertura se hará en breve y que será llamado F.A.R.
(Future Arts Reserach).
En la primera parte de la discusión que propongo,
voy a concentrarme en lo que percibo como los
cambios más significativos en el campo de la
enseñanza del arte en la última década. Esto
incluye la introducción de nuevas tecnologías, la
disyunción entre la historia del arte y el quehacer
artístico, así como el tema de la interdisciplinaridad
y la creación de currículos en base a las necesidades
personales. Estas alteraciones, cuando son
instituidas y cuidadas, pasan de alguna forma a
posibilitar que las escuelas preparen a sus alumnos
para la participación en el mundo artístico
profesional del inicio del siglo XXI.
Complementaré estos comentarios con la