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Arte e Educação - Fundação Bienal do Mercosul

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Era muy interesante el hecho de la espera porque<br />

cada sába<strong>do</strong> ya no era solamente reunirse para hablar<br />

sobre algún tema. Era reunirse para esperar, esperar<br />

a ver qué venía de “esa botella lanzada al mar” y por<br />

suerte siempre venían mensajes. Probablemente<br />

venían mensajes porque, digámoslo así, la posición<br />

ética de quien se constituye como primer oyente,<br />

como fue mi caso, primer oyente con poder de<br />

relanzamiento diría, define un público —problemática<br />

de la ética y el poder. Ayer se hablaba de la<br />

construcción de un público, y yo lo pienso como<br />

una suerte de delimitación habilitante. Diría que la<br />

definición del público es algo más que una cuestión<br />

de merca<strong>do</strong> o destinatario, la definición del público<br />

es una oferta de posición. Definimos público<br />

capaz de hacer algo más que consumir.<br />

Espacios en proceso de construcción como lo fue<br />

La Colifata de aquella época, la creación del dispositivo<br />

o instalación plástico sonora y las características<br />

de quien escucha y su posición ética, definió un<br />

público inquieto, interesa<strong>do</strong> y conmovi<strong>do</strong>; habilita<strong>do</strong><br />

a hacer, a decir, a participar. Quiero decir que<br />

la posición ética de quien escucha e interviene en<br />

este proceso es, no sólo suponer valor en quien<br />

habla, sino además introducir una instancia para<br />

que quien escuche no sólo aloje, sino que se sienta<br />

convoca<strong>do</strong> a participar más allá de escuchar u observar.<br />

Y digo además que no alcanza con la posición<br />

ética del interviniente o coordina<strong>do</strong>r —primer<br />

oyente con poder— sino que además hay un dispositivo<br />

monta<strong>do</strong> con características particulares,<br />

<strong>do</strong>s de ellas centrales: abierto e inacaba<strong>do</strong>, que<br />

ayudará a la construcción de un público inquieto e<br />

irreverente. Lejos de responder con esto el porqué<br />

de los mensajes, que<strong>do</strong> cerca, aún más, de la<br />

pregunta. ¿Por qué desde el principio siempre hubo<br />

mensajes de oyentes?<br />

Los que conducían el programa en la FM<br />

comunitaria le dicen a los internos : —¿Por qué no le<br />

ponen un nombre a su columna…? Esta es su columna,<br />

este programa lo estamos graban<strong>do</strong> para que lo<br />

escuchen… ¿Por qué no le ponen un nombre?<br />

Lo que hago es grabar ese pedi<strong>do</strong> de personas que<br />

le “hacían lugar” a los que habían perdi<strong>do</strong> su lugar<br />

en la sociedad. Lo llevo al hospital y empiezan a<br />

buscar un nombre para la columna que tenían en<br />

esta FM comunitaria. Carlos Riel, sale de<br />

corresponsal por los patios del psiquiátrico a<br />

preguntar. Cuan<strong>do</strong> vuelve, el grupo reuni<strong>do</strong><br />

escucha su pregunta. Su pregunta no era “¿Qué<br />

nombre le pondrías al espacio que tenemos en la radio<br />

FM comunitaria?“, su pregunta era: “¿Qué nombre<br />

le pondrías a nuestra radio?”. Cuan<strong>do</strong> hablo de<br />

tramatizar en lo disperso; cuan<strong>do</strong> digo escuchar lo<br />

aleatorio, lo inespera<strong>do</strong>; cuan<strong>do</strong> hablo de la clínica<br />

del asombro, de la situación, de clínica del acontecer;<br />

estoy hablan<strong>do</strong> en parte de eso: “¿Qué nombre<br />

le pondrías a nuestra radio?”. El grupo no sólo<br />

escucha las respuestas sino que se sorprende con la<br />

pregunta. Subrayo eso. Ya era claro: iba a ser una<br />

radio de ellos, cuan<strong>do</strong> en realidad no teníamos los<br />

medios técnicos. Sin embargo, la radio ya existía<br />

en su posibilidad de feedback y de encuentro con<br />

otros. La constitución de un destinatario como<br />

posible de un decir.<br />

Entonces quedan registra<strong>do</strong>s en el graba<strong>do</strong>r 40<br />

posibles nombres para su radio. Ninguno aludía a<br />

la locura y no se ponían de acuer<strong>do</strong> en elegir uno.<br />

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