REVISTA EJÉRCITO Nº 848 NOVIEMBRE 2011 - Portal de Cultura ...

por elección en cada compañía o escuadrón; de
cabo primero a sargento segundo, por elección
en cada batallón o regimiento; de sargento segundo
a sargento primero, dando una vacante
a la antigüedad y otra a la elección dentro de
cada regimiento.
Los sargentos primeros formaban un solo escalafón
en cada una de las Armas e Institutos,
comprendiendo en Infantería los de Ingenieros
e institutos a pie de Artillería, y el de Caballería
los pertenecientes a los institutos montados del
último. Esto era consecuencia de que los Cuerpos
facultativos no admitían otros oficiales que los
procedentes de sus academias. El ascenso a subteniente
o alférez se verificaba por antigüedad,
teniendo en Infantería y Caballería derecho a la
tercera parte de todas las vacantes definitivas.
A los ascensos le precedía un examen ante
una junta de jefes de las siguientes materia: elementos
de aritmética y geometría plana, Ordenanzas
generales hasta las obligaciones del coronel
inclusive, leyes penales, órdenes generales
para oficiales, el servicio de guarnición y campaña,
táctica de batallón, regimiento y guerrilla,
nociones de historia de España, geografía física
de España, procedimientos militares y elementos
de fortificación de campaña. En campaña y en
los casos de un mérito muy especial y debidamente
justificado, podían ser premiados con el
empleo superior inmediato.
Para que las clases de tropa pudieran adquirir
los conocimientos necesarios para el ascenso en
cada cuerpo había una academia para los sargentos
a cargo de un capitán y otra dirigida por un
subalterno para los cabos, a las cuales tendrán
obligación de asistir diariamente todos cuando
no se hallen empleados de servicio.
Poca extensión tenía el Decreto del general
Narváez y los reglamentos que lo desarrollaron
tampoco pecaron de extensión. Impuesto por las
circunstancias eran necesarios pocos, pero claros
y definitivos, criterios. Quedó perfectamente
definido lo que es y representa un sistema de ascenso
por antigüedad, muy alejado de la simple
promoción por número de salida de academia o
de ingreso en filas y que conlleva una rigurosa
selección negativa.
Lástima que estas bases pronto entraron en
crisis y una vez más no fue la ley la que falló,
sino quienes tenían la obligación de respetarla
y aplicarla. Como comentaba Juvé y Serra en
1888:«Sabia legislación, en general, que había
precavido los males que deploramos, si la triste
experiencia no hubiera venido a demostrar una
vez más, que en España no faltan leyes, sino
propósito o voluntad de cumplirlas».
La triunfante revolución de Septiembre de
1869 cambia de procedimiento y emplea un
sistema nada original para captar la adhesión
de la oficialidad. Por decreto de 4 de octubre,
dando por inexistentes las disposiciones que lo
prohibían, otorgó grados sin limitaciones a todos
los que no los tenían. Todos los oficiales hasta
coronel tuvieron un grado superior a su empleo y
si ya lo poseían, el ascenso al empleo inmediato.
Los gobiernos de la Restauración, después de
terminar con el principal y más grave problema
inicial, la pacificación del territorio nacional, se
propusieron reformar las instituciones militares.
Desgraciadamente, los buenos propósitos superaron
con gran diferencia a los hechos. Una de las
General Joaquin Jovellar y Soler
REVISTA EJÉRCITO • N. 848 NOVIEMBRE • 2011 109
Personal